Trece.

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La semana se le había ido en un parpadeo, tanto que tenía que esforzarse para separar los acontecimientos de un día del otro. Aún así se sentía agotado, sólo quería quedarse en casa y dormir. Pero era sábado apenas, y todavía tenía que levantarse temprano para asistir a sus clases en la Academia de Teatro. 

Apenas tenía un año y medio tomando clases ahí (antes había dedicado sus sábados únicamente al canto), y había conseguido un par de papeles como extra, y otros como personaje secundario en las obras de la compañia, y aunque ciertamente las lecciones lo dejaban medio muerto, sentía que valía toda la pena. Era una gran oportunidad, y le servía como base si en el futuro se decidía por dedicarse a las artes escenicas. 

Luego de clases, volvió a su casa con la única intención de dormir. Se lo merecía, y lo necesitaba, así que después de darse un baño y tomar un tazón de cereal con leche como almuerzo (porque no le apetecia nada cocinar), se encerró en su habitación y se lanzó sobre la cama. La casa estaba silenciosa, así que no le extrañaría si estaba solo, después de todo su mamá siempre estaba en el trabajo y sus hermanos tenían mejores cosas que hacer, era normal, así funcionaban y estaba bien, creía. 

Donghyuck intentó despejar su cabeza mientras se daba vuelta, luego se cubrió con una cobija pensando que el aire acondicionado estaba muy alto, y se descubrió cuando sintió calor menos de cinco minutos después, volvió a girarse hasta quedar boca abajo y se puso a imaginar una historia donde terminaba en medio de un triangulo amoroso con Lee Taemin y Kim Chungha, pero su cerebro no cooperaba, y en lugar de una historia de amor imaginaria, insistía en recordarle las lecciones del día, y su audición del día anterior, y luego la película de amor sin barreras, y luego se preguntó hace cuanto no iba al cine, y pensar en el cine lo hizo querer comer palomitas. Y su cuerpo se volvió en su contra, sin dejarlo dormir como tanto quería, a pesar de estar cansado, porque volvía a tener hambre. 

—El flojo trabaja doble —murmuró para si mismo, sentandose de golpe y dejando caer los hombros. 

Con mala gana se puso de pie, se guardó el celular al bolsillo y caminó hasta la puerta de su habitación, arrastrando los pies y apretando las manos, frustrado de que las cosas no fuesen como quería y que tuviera que hacerse comida. Iba muy concentrado, refunfuñando para si mismo hasta que al salir al pasillo se encontró con Johnny, su cuñado, saliendo de la puerta que estaba justo frente a la suya —la habitación de Taeyong—, sin camisa y con el pelo revuelto. 

Los dos parecieron sorprendidos de verse, y compartían un ligero sonrojo en las mejillas aunque por razones diferentes. Para Donghyuck era por verlo así tan expuesto (porque incluso si ya no le gustaba el mayor, creía que era imposible verlo sin camisa y no sonrojarse), mientras que las razones de Johnny eran desconocidas para él. 

A través de la puerta abierta, Donghyuck pudo ver a Taeyong acostado en la cama, quizas dormido, y aunque estaba cubierto mayormente por cobijas, no era dificil adivinar que su hermano también andaba con poca ropa, seguramente cero ropa, y que de haber llegado más temprano Donghyuck los habría atrapado teniendo relaciones. 

Ah, así que por eso estaba Johnny avergonzado. Seguramente pensaba que los había oido. Gracias a Dios y no.

—Hola, hyung —saludó Donghyuck entonces, como si nada y se apuró en cerrar su propia puerta y avanzar por el pasillo rapidamente. 

Escuchó que Johnny le devolvía el saludo, pero mientras bajaba las escaleras no lo sintió detrás de él, lo cual fue un alivio. Lo menos que quería era estar en una situación incomoda. Una vez en la cocina, y después de revisar el refrigerador decidió prepararse unos fideos para comer con un poco de Kimchi. En medio de un bostezo, mientras esperaba a que el agua empezara a hervir, sintió su celular vibrar y contestó la llamada entrante sin siquiera ver quien era. 

Se dice que le gustas ➳  MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora