Treinta y dos.

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—¡Donghyuck, no estoy viendo la intención! —el grito lo hizo saltar, perdiendo la poca concentración que había logrado reunir. Pensaba que ya debería estar acostumbrado, no era el primer grito que recibía del profesor Kibum esa tarde, pero aún así la voz de su profesor servía para sacarlo de personaje y sorprenderlo cada vez.

Miró a sus compañeros con pena, y cuando su vista se posó en Jungchan, que estaba haciendo de Doc, este le ofreció una media sonrisa y una palmada en el hombro como consuelo. Donghyuck no quería pensar así, pero estaba seguro de que el ensayo se estaba alargando más por su culpa que la de otros.

—Otra vez, desde el principio. 

—¿El principio-principio o solo está escena? —escuchó Donghyuck a uno de los chicos de los Jets, y otro le respondió que es solo esa escena. La parte final de la obra. 

Menos mal, porque sería un dolor de cabeza tener que empezar desde cero. Ya no le quedaban energía para volver a hacer los números de baile.

Donghyuck salió del escenario hacia el lateral izquierdo, de donde se supone debía entrar cuando llegase su turno, y se sentó sobre un banquillo mientras miraba a los demás empezar de nuevo la escena final. Anita entraba a la tienda de Doc, buscando hablar con él, con Tony, pero era acosada por los Jets, furiosos de que Bernardo hubiese matado a Riff, la jaloneaban y la tocaban sin su permiso y luego salía Doc, Jungchan para impedir su violación con un regaño. 

Él se sabía las líneas de todos de memoria, casi tanto como las suyas propias (no se había desvelado los últimos días para nada), y recitó en voz baja al mismo tiempo que Yunjin, la Anita de su obra, las palabras de su personaje cuando se giraba hacia a los Jets con profundo dolor y asco y decía: «Díganle a su amigo el asesino que María no existe, Chino la mató». 

Era una obra un tanto terrible, Amor sin barreras, la idea de Romeo y Julieta llevada a las pandillas y con una critica social mucho más seria que en la obra de Shakespeare. Pero no por la historia en si, si no por los protagonistas. El punto de vista de Tony y María los volvía personas egoístas, e incluso si fuesen vistos a los ojos de cualquier otro personaje no les ayudaría. Donghyuck pensaba en que la mayoría tenía razón en odiarlos a los dos, por su ceguera a causa del amor. Pero de alguna forma a él les encantaba, le gustaba tanto esa obra, tanto que no se podía perdonar hacerlo mal.

Necesita intención, recordar el objetivo y enfrentarse a las causas que impiden su realización. 

Los Jets salieron de escena, y entonces Donghyuck respiró profundo, se puso de pie concentrado y ya no era él, era Tony quien estaba ilusionado con la idea de huir lejos con la mujer que amaba empezar de cero, lejos de una guerra callejera, con la esperanza de un mejor futuro. 

—Escuché la voz de una mujer —dijo mientras caminaba hacia el lado derecho del escenario, por donde salieron los demás un minuto antes e hizo como que miraba a todos lados—. ¿Llegó María?

Jungchan le devolvió una mirada con pena, muy parecida a la que le dió cuando el profesor Kibum los mandó a volver a empezar—. Tony... 

—Prometo que te voy a pagar todo, en serio. Estoy tan emocionado, no puedo esperar...

—Olvídalo todo. 

Donghyuck empezó una perorata sobre los planes del futuro, sobre los hijos que tendrán y cómo uno de ellos llevará el nombre del tendero, y entonces Jungchan lo tomó de los hombros y le dió una cachetada. No habían ensayado con un golpe real hasta entonces, pero esta vez la mano de su amigo si que le dio un buen golpe en la mejilla y por un segundo Donghyuck se quedó ahí, estupefacto, las líneas lejos de su cabeza mientras escuchaba a Jungchan decirle que María estaba muerta, y que sus planes no se harían realidad. 

Se dice que le gustas ➳  MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora