Veinticinco.

1.4K 156 91
                                    


Donghyuck estaba a punto de perder la cabeza. Juraba que ni una sola idea coherente le cruzaba el pensamiento, todo era Mark, Mark, Mark.

Mark encima de él, su cuerpo aprisionandolo contra la cama. Las manos de Mark en su cadera, por debajo de la camiseta que le había prestado como Pijama. El olor a frutas en el cabello de Mark, que le hacía cosquillas en las mejillas. La boca de Mark que dejaba besos húmedos a lo largo de su cuerpo. 

Era como si sus sentidos se hubieran maximizado y al mismo tiempo como si no pudiera sentir nada. Sentía cosquillas en todos lados, y como la sangre parecía viajar a millón por todo su cuerpo y concentrarse en la parte baja de su vientre. Si seguían así, sería una cuestión de segundos para que tuviera una erección. 

—Mark... —Donghyuck jadeó, cuando el otro le dejó un mordisco cerca de las clavículas. 

El otro pareció no oírlo, o si lo hizo entonces solo sirvió para que pusiera más esmero en sus caricias. Mark parecía realmente necesitado por tocarlo, y pronto sus manos viajaron más arriba, para tocar el abdomen y la cintura de Donghyuck. Sus dedos estaban fríos, y el moreno tembló por el contacto y volvió a soltar un quejido entredientes. 

No debía de hacer ruido. Lo sabía, porque si la señora Melanie los atrapaba estarían en problemas. Por algo los había puesto en habitaciones separadas y había anunciado que dormiría con la puerta abierta para estar pendiente de que no hicieran nada de lo que no debían. Claro, ella no contaba con que el balcón de la habitación de Mark diera directamente con la ventana de la habitación de huespedes donde estaba Donghyuck. 

Así que después de cenar y que Mark le explicara matematicas como había prometido, cuando  cada uno se fue a dormir, habían aguardado hora y media, para asegurarse de que los señores Park estuvieran realmente dormidos, y luego Mark se había colado en la habitación de huespedes con Donghyuck. Y bueno, adelantando veinte minutos después, ahí estaban los dos, enredados el uno con el otro, con Mark en medio de las piernas de Donghyuck, frotándose contra él y besándolo como si no hubiese un mañana. 

—Mark, Mark, Mark... No, espera... —llamó Donghyuck entonces, con las manos sobre los hombros ajenos para alejarlo—. Por favor, para. 

Afortunadamente, Mark hizo caso y se apartó casi de inmediato al escucharlo. Su cabello oscuro estaba hecho un desastre (Donghyuck adivinaba que era culpa suya, puesto que no había dejado de tocarlo mientras se besaban), y sus labios parecían brillar por la saliva y la hinchazón aún en la precaria iluminación que ofrecía la lampara de mesa. Su respiración irregular igualaba la suya, y donde los ojos de Mark se miraban confundidos (y parcialmente nublados por la evidente excitación), Donghyuck empezaba a sentir pánico.

—¿Qué pasa? —preguntó Mark, sentándose y relamiendose los labios—. ¿Hice algo mal?

—No, no... No hiciste nada malo, en serio —murmuró, sentandose también y mirando a un lado. 

Era en serio. Mark no había hecho nada malo, en cambio, juzgando el como empezaba a incomodarle la entrepierna se podía decir que lo había hecho todo bien. El problema era Donghyuck. ¿Estaría bien decirle que estaba entrando en pánico solo porque estaba teniendo una erección? ¿Que había cambiado de opinión y que no quería ir tan lejos?

—¿Me pasas una almohada? —pidió entonces, todavía evitando ver a Mark, y cuando el mayor se la acercó, se la colocó encima del regazo, acomodandose en la cama para pegar su espalda contra la pared y poner más distancia entre los dos—. Lo siento. 

Estaba apenado, apenadisimo, y se preguntaba donde había quedado todo el coraje que había sentido cuando le había dicho que quería pasar la noche. Le echaba la culpa a Yangyang, que había sacado todo el tema sexual justo ese día. 

Se dice que le gustas ➳  MarkhyuckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora