PRELUDIO

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Heeseung estaba haciendo las últimas anotaciones de su última clase, intercalando la vista de su libro hacia su libreta, donde su bonita letra transcriba la información que le parecía relevante descrita con sus propias palabras

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Heeseung estaba haciendo las últimas anotaciones de su última clase, intercalando la vista de su libro hacia su libreta, donde su bonita letra transcriba la información que le parecía relevante descrita con sus propias palabras. Se sentía sereno porque no era un tema complicado, y le estaba resultando ameno el ambiente gracias a la música que salía de sus audífonos.

No había nadie en el salón, simplemente él. Lo prefería de esa forma, así nadie lograría arruinar su buen humor. Habían logrado obtener un descanso gracias a que uno de los profesores estaba ocupado en una junta repentina y, a diferencia de la mayoría de sus compañeros, quedarse en el aula era más interesante que correr al exterior como si jamás hubiese visto la luz del día.

Terminó su trabajo con una pequeña sonrisa, guardando con calma sus cosas en su mochila. Se dio cuenta de la hora cuando echó un vistazo al reloj en su mochila y sacó su cuaderno de dibujo, porque esta vez le daría tiempo de poder continuar con su majestuosa obra de arte. Un dibujo a medias que contenía un par de rayones con manchas de pintura a lo que él llamaba arte, o un intento de este. No había hecho demasiado, a veces se inspiraba en la naturaleza y en la rareza de la humanidad, pero jamás se había atrevido a trazar el rostro de alguien. Porque no era demasiado bueno en las facciones y porque creía que solamente debería hacerlo cuando encontrara a su musa.

Mientras terminaba la viñeta de una caricatura, sus sentidos se pusieron en alerta por el particular aroma que él y su lobo conocían a la perfección; jamaica y dulce de leche. Frunció el ceño al darse cuenta de que no era el único, aquel rastro de hierba buena y jengibre lo acompañaban, por lo que tuvo que contenerse para no gruñir cuando vio a Yang Jungwon, el omega presidente del consejo estudiantil, siendo seguido de Park Sunghoon, un alfa idiota y también uno de los mejores jugadores del equipo de básquetbol.

¿Por qué siempre tenían que estar juntos? Heeseung encontraba exasperante la forma tan descarada en que el rubio solía coquetearle a Jungwon como si este no tuviera suficiente con el montón de alfas estúpidos que lo acosaban a todas horas en la jornada escolar. Le molestaba aún más el hecho de que Jungwon parecía disfrutar de la atención.

—Te dije que no, Sunghoon. —Jungwon no lo miraba, estaba pegando en la pared algún cartel—. Pídele a Sunoo, parece que él tiene muchas ganas de ir.

—A mí no me gusta Sunoo —respondió con simpleza, el balón de básquet entre su torso y su brazo mientras lo miraba con aburrimiento—. ¿Qué te hace tan especial para que me rechaces todo el tiempo?

—Probablemente lo que acabas de decir. —Jungwon solía ser bastante bueno manteniendo sus emociones controladas, sobretodo porque odiaba que su aroma se tornara amargo cuando su ánimo estaba por los suelos. Eso no impidió que Heeseung se diera cuenta de su frustración gracias a su buen olfato al mismo tiempo en que el omega lo miraba sorprendido—. ¿Vas en este salón?

A TUS PIES ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora