04: Nieve en la playa

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—Me sorprende que estés aquí

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—Me sorprende que estés aquí. ¿Qué pudiste haber hecho para que el director te mandara conmigo?

El alfa resopló y se removió en su asiento, la jaqueca que no se le quitaba desde hace un buen rato sintiéndose con mayor intensidad. No era culpa del pobre beta frente a él, pero la manera en que había soltado las palabras le generaba un mal sabor de boca.

Heeseung también era como los demás, podía meterse en problemas de vez en cuando si podía. Aunque la realidad es que era uno de los alfas más tranquilos de la facultad (por no decir que era el único), siempre inmerso en su propio mundo, sin ser un busca pleitos. Era conocido por su aura pacífica y personalidad amable, era fácil hablar con él y por ello, los omegas solían sentirse cómodos con su presencia.

El beta lo observó con detenimiento a través de sus enormes anteojos, como si buscara leerlo por medio de su lenguaje corporal. Heeseung podría ser de pocas palabras, pero se delataba por su manera de sentarse, asentuando los puños en sus manos y la mueca que formaban sus labios, sin olvidar que desde hace un buen rato su aroma se había tornado amargo.

—¿Vas a contarme qué ocurrió? —Volvió a preguntar con un tono suave, intentando que el alfa se tranquilizara aunque sea un poco—. No saldrás de aquí hasta que me des algo, Heeseung. Podemos tomarnos todo el día si así lo prefieres.

Después de haber ido con las secretarias y que, para su mala suerte, se encontrara con el director de la facultad, no tuvo más remedio que aceptar tomar una sesión en el departamento de psicología y trabajo social. El director era un omega que había peleado por su puesto, sin dejarse intimidar por los alfas que lo miraron con desprecio y le pusieron obstáculos para que nunca llegara a un cargo importante. Heeseung conocía la historia al pie de la letra, era una de las razones por las que su trato hacia los omegas siempre era sútil y delicado. Debido a esto, no tuvo más remedio que aceptar la órden que se le dio.

No era para menos, se había comportado como un alfa idiota desquitando su ira contra un objeto. Si fue así con un espejo, ¿qué pasará cuando estés molesto en presencia de una persona? ¿De un omega? Las palabras del director fueron claras, él también lo pensó. No lo hacía sentir mejor, sentía que los años que pasó forjando su carácter para impedir que las cosas se le salieran del control, habían sido en vano.

Todos tenían un límite, y probablemente Heeseung estaba llegando al suyo.

—Son cosas personales —respondió sin ganas de decir lo que había ocurrido. Era su vida, nadie tenía por qué enterarse de lo que pasaba.

El beta lo miró por un par de segundos más antes de anotar algo en su bitácora.

—Sé que me estás mintiendo, pero no voy a presionarte. Podemos...

A TUS PIES ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora