Capítulo 62

2.2K 86 0
                                    


Me despierto al otro día un poco mejor, cuando toco en mi espalda no lo siento pero me queda la alegría que durmió con migo.

— Carmen no quiero eso.. Mi bebe está antojado de cereal - Me quejo con ella por décimaquita ves.

— Hija pero tienes que comer cosas saludables para que te recuperes rápido - Me vuelve a decir ella.

Quiere que desayune una rara sopa del hospital no diría nada. Si fueran de sus manos si pero no lo son.

— Comete ya esa sopa - Me ordena Caled que se había mantenido callado en el sillón de la habitación.

— Pero - Siento como mis ojos comienzan a llenarse de agua y estoy a nada de llorar. Malditas hormonas.

— Oh. No. No llores cariño.. Comerás cereales voy por ellos - Me dice Carmen limpiándome las lágrimas de las mejillas.

— Y fresa con chocolate - Digo moqueando.

— Está bien pero no llores - Asiento y ella me besa la coronilla para encaminarse después a la puerta.

— No la hagas sentir mal - Le advierte a Caled quien pone los ojos en blanco.

Las cosas van normal entre nosotros esta mañana yo intenté varias beses acercarme a él pero me ignora supongo que sigue enojado.

— Buenos días.. ¿Cómo amaneció señorita? - Dice mi doctora.

— Bien.. pero con  ganas de comer lo mismo y no me dejan - Me quejo y ella se ríe.

— Es normal.. Antes de medio día puede irse a casa - Asiento y ella vuelve a salir de habitación.

Solo quedamos Caled y yo, no lo miro solo tengo la vista en mi pequeño vientre mientras lo masajeo con mis manos.

— Lía.. perdóname ¿sí? - Dice después de un largo tiempo en silencio y lo volteo a mirar.

— No ahí nada que perdonar Caled. Lo que me dijiste con rabia o sin ella es verdad - Le digo tratando de retener mis lagrimas — Yo debí decírtelo pero me calle.

— Y yo debí hablarte de otra manera  y tratar de comprenderte mejor. No se tan duro - Se acerca a mi.

— Dejémoslo en pasado - Digo cuando comienza a limpiar mis lagrimas. Cuanto extrañaba su cariño.

— Bien.. Pero no llores más o Carmen me matara - Eso me saca una risita.

— Eso si, sonríe. Perdóname enserio - Me abrazo a él fuerte cuando besa mi frente.

— Y tu a mi. Amor - En eso la puerta se abre y entra Carmen.

— Sabía que de hoy no pasaban sin hablarse - Nos dice poniendo las cosas en una mesita del cuarto.

— Son tal para cual. Yo me tengo que ir a casa hacer el almuerzo para cuando lleguen y limpiar un poco - Dice besándome y luego a Caled para salir del lugar despidiéndose con movimientos de su mano.

— A ver que ahí aquí - Dice él tomando mis cereales y sentándose en un lado de la cama.

— Abre - Comienza a darme mis cereales como si fuera un bebé.

— Disfruta esto porque cuando lleguemos a casa comerás cosas saludables - Dice poniendo el semblante serio.

— Pero a tu hijo le gusta - Me tapo la boca por lo que acabo de decir.

— A nuestro hijo le gustará las comidas de su papá ya verás - Me dedica una sonrisa.

— Lo llamaste nuestro - Digo feliz.

— Si.. Nuestro pequeño o pequeña - Eso me saca unas lagrimas de felicidad.

— Vamos. No llores - Acuna mi cara con sus manos y me besa.

— Son las hormonas amor - Me vuelve a dar otra bocada de cereales asta que se acaban y viene con las fresas.

— Ya no comas más - Me dice Caled por quinta ves.

— Amor solo un poco más.. No ves que el renacuajo quiere más - El me mira desconcertado y le explico lo de renacuajo.

— Amor yo lo llamo así. Es que es tan chiquitito que no se alcanza a ver y por eso lo llamo así - Arruga su entrecejo.

— No lo llames así - Dice el con fingida repulsión pero se que le causa gracias.

— Así si le dire asta que nazca - El me besa y toca mi vientre a la ves.

— Nuestro pequeño renacuajo - Sonrió entre el beso a él igual que el.

***

— Llévatelo, llévatelo - Le digo a Carmen tapándome la nariz al dejar el plato de comida en frente de mi.

— Tráele lo mismo que a mi Carmen - Le dice Caled y lo volteo a ver.

— Sabes que tus comidas a dientes no me gustan - Digo casi en un grito de frustración.

— Espera ya verás - Me dice el calmado como si no lo acabara de gritar.

— Aquí está - Carmen pone el plato a mi lado y yo me tapo la nariz.

— Vamos come - Toma una cucharada de su poco de verduras que tiene en su plato Caled y  me ofrece.

Me acerco lentamente y abro la boca tomando el bocado de su cuchara, mastico y no siento nada, más bien me entran ganas de comer mas.

Que traidor es mi renacuajo.

— Qué tal - Pregunta con una sonrisa.

— A mi renacuajo si le gusta esa comida y la que a mi me gusta no - Comienzo a llorar.

— Vamos no llores a él también le gustará - Me anima el.

— Y si no me quiere - Lloró a mares y él se ríe.

— Claro que te quiere amor e incluso te ama porque eres quien lo lleva en su vientre nueve meses - Me abrazo fuerte a él.

Después de almorzar y comerme una tonelada de chocolate subí a mi recámara a descansar otra ves mientras que Caled se sentó en el sillón hacer algunos trabajos de la empresa.

Me gusta estar así con el, que nos llevemos bien y no peleemos por nada. Suelto un bostezo y me dejo llevar por los brazos de morfeo.

— Amor despierta - Escucho a lo lejos que me llaman y gruño.

— Anda perezosa arriba - Me mueve de los hombros.

— Caled ya.. Deja dormir - Me quejo dándole un manotazo.

— Bueno ya que no se quieren levantar me comeré toda la cena yo solo - Al escuchar eso me levanto con un resulté y él se carcajea. Mm que hambre.

— No es gracioso - Me quejo bostezando y el me da un beso en los labios.

— Espera aquí yo voy por la cena - Asiento y me acomodo en la cama.

Posesivo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora