Su cuerpo

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A estas alturas yo ya sabía muchas cosas de Margarita y su vida, ella casi no preguntaba nada sobre mí, me intrigaba por qué no lo hacía pero por otro lado era mejor así. Cuando la llamé el 26 para invitarla a salir me explicó que tenía una reunión familiar por su cumpleaños. A mí ni siquiera se me ocurrió darle un presente en navidad, pensaba en cómo me vería llegando con un obsequio por su cumpleaños. Después de pensarlo tanto desistí de mi idea de llevarle un presente. Ese día no hablamos más, supuse que deseaba disfrutar con su familia.

Cuando nos vimos por fin el 27 de regreso en el trabajo me preguntó cómo estuvo mi cena de navidad, no podía decirle que por mi reciente separación no había tenido ganas de ir a ningún lado, aunque Lucía me invito a pasar con ella y su familia, preferí quedarme en casa y dejar de aparentar que éramos una pareja felizmente casada. Como le explicaría a Margarita que preferí quedarme viendo televisión y ordenando mi colección de autos a escala. Solo dije que estuvo bien. Margarita solía parecer niña muchas veces, la emoción con lo que contaba como festejaba navidad su familia era la de una niña pequeña que sabe que recibirá regalos.

Su familia era grande, ella era la única mujer de dos hermanos, la tercera hija de un matrimonio consolidado. Margarita hablaba de todo, no había tema que la hiciera quedarse sin palabras, más si hablaba de ella misma, entre más la conocía más me emocionaba la idea de pasar con ella el resto de mi vida. Solo había un tema que casi nunca tocaba y las pocas veces que lo hacia era de manera superficial. Me intrigaba saber de sus anteriores parejas, tenía cierto interés en saber con cuántos hombres había estado antes que yo. Jamás pude disipar mis dudas sobre ese tema.

Otra semana tranquila, sin novedad alguna, para no pasar por alto su cumpleaños la llevé a comer, fue algo simple, por su sonrisa supe que le encantó, yo no suelo ser detallista sin embargo siempre recuerdo fechas importantes como cumpleaños y aniversarios. Nunca olvidé un cumpleaños de Lucia, pero estaba seguro que a ella le aburría recibir las mismas flores y chocolates cada año.

Los días siguieron pasando con normalidad, un fin de año tranquilo por decirlo de algún modo, en la familia de Lucía como en la mía al no vernos juntos en las reuniones familiares empezaron a sospechar que algo andaba mal. A pesar de no querer dar explicaciones o responder a la pregunta "¿Y Lucia?" tampoco quería pasar solo fin de año, terminé por aceptar la invitación de mis padres, sería el primer año que no este de vacaciones en una playa con Lucia.

En la reunión de fin de año, hable con mi mamá sobre mi futura separación, preguntó si estaba seguro de mi decisión, a pesar de todo, en ese momento no dudaba de lo que sentía y quería con Margarita. Mi madre es de esas personas que la edad les ha enseñado a distinguir los pequeños indicios para descifrar lo que les pasa a las personas "creo que esa mujer logró desenfocarte por completó" añadió mi madre para luego levantarse del asiento e ir a la cocina de nuevo. Supongo que era obvio, me suponía también que Lucía pensaba la mismo que mi madre, poco me importaba, estaba seguro que mi mamá no diría nada si yo no lo admitía... y Lucía, bueno ella ya no importaba por lo menos no en ese momento.

Ese fin de año tuvo un sabor diferente, me sentía solo aun estando con mis padres y hermanos, no podía explicar lo triste que me sentí cuando el reloj marco media noche y no recibí el beso que desde hace años recibía y ya estaba acostumbrado. La nostalgia golpeó los recuerdos, mi primer impulso fue llamar a Lucía y desearle un feliz inicio de año, sentía que mi corazón iba a estallar de dolor, cuando estuve a punto de marcar, el mensaje de Margarita me detuvo, un mensaje tan simple y dulce como ella, tenía una facilidad para convertir mi tristeza en múltiples sonrisas involuntarias. Por esa noche no pensé más en Lucía, me enfoqué en disfrutar de la música y la compañía de mi familia. Por lo que decía Margarita también la paso muy bien con su familia.

Los días en la fábrica fueron normales, cuando visitaba el modulo trataba de disimular lo más que podía, supongo que varias chicas se daban cuenta de mi interés por Margarita, mi miedo era constante e iba en aumento, entendía que si ella se enteraba que estaba casado lo nuestro terminaría, por otro lado Margarita se mantenía distante con las demás chicas, casi nunca la veía conversando con alguien de algo que no fuera trabajo. Eso me hacía pensar que de alguna manera todo se confabulaba para estar con ella, pero tenía claro que debía hablarle de mi estado, entre dudas de si está bien o mal lo que hacía pasaron algunos días, aun no conseguía el valor para hablar de ese tema con Margarita.

A pesar de su edad Margarita tenía demasiada supervisión de sus padres y hermanos, lo que en un inicio no me importaba, pero a medida que pasó el tiempo era algo incómodo saber que no podía llegar muy tarde a su casa.

Después de un mes más de salir con ella, mi deseo hacia su cuerpo era más que evidente, en varias ocasiones preferí dejarla temprano en su casa para no hacerle alguna propuesta que le incomodara. Ella era madura, era tan fácil hablarle y resolver cualquier desacuerdo, ella era tan simple de entender y complacer, no me negaba a nada de lo que pedía, me preguntaba si ella también accedería a todo lo que yo le pidiera.

Ya no quería ni podía esperar más, necesitaba sentir su cuerpo rozando el mío en un descontrol total, estaba deseoso por sentir mis manos recorriendo su cuerpo, la ansiedad por besar hasta lo más profundo de su ser me estaba volviendo loco ¿Cómo saber si ella quería lo mismo? Siempre se notaba tranquila cuando nos besábamos, jamás toco más allá y yo no podía hacer algo que ella no hiciera. Esa noche tenía que decirle lo que quería, hacerle saber que la deseaba con locura.

Al salir del trabajo la lleve a comer, para luego dar un paseo por el jardín botánico de la ciudad, Margarita adoraba las plantas, le enloquecían las flores y todo lo que tenga que ver con ellas. A pesar de que poco o nada me interesaban las plantas estar junto a ella fue muy entretenido, era cautivador escucharla hablar de un tema que le encantaba, era algo cómico ver como trataba de explicar todo con claridad y culminara con la frase "¿me entendiste?" mirándome con inocencia y esperando una repuesta positiva. Su compañía se estaba volviendo cada vez más necesaria para mí. Verla sonreír era un deleite para mis ojos, que hablara de manera apresurada sin detenerse para respirar me causa ternura y gracia. Pero ya no me bastaba con tomarla de la mano y dejar que la lluvia de besos espontáneos me sorprendan.

Caminamos de regreso al auto, estaba tan nervioso como deseoso de todo su ser, saqué un cigarrillo. Ella seguía hablando mientras yo trataba de disipar calmar mis nervios el humo del cigarrillo, lo único que la detuvo fueron mis palabras, simples y concisas "me gustas mucho Margarita" su rostro se puso rojo, me miró a los ojos de manera penetrante y dulce. Me besó de manera descontrolada como explicando con sus labios que sentía lo mismo, dejé de besar sus labios y baje lentamente por su cuello hasta llegar al inicio de sus pechos, me detuve un instante para ver su reacción, ella tenía los ojos cerrados, tanto su respiración como la mía se oían agitadas, baje mis manos más allá de su cintura, ella aún se veía cómoda. Me detuve, le pedí perdón, solo en ese instante me di cuenta que estábamos en un estacionamiento, ese no era el lugar, ella se merecía algo inolvidable. Su respiración aún se oía agitada, la miré fijamente a los ojos y le dije "quiero hacerlo" agachó su cabeza y con voz suave susurró "yo también" me puse muy nervioso, eso era lo que quería oír. No pude evitar preguntarle si estaba segura, ella asintió su cabeza mientras me miraba y sonreía.

Nos subimos al auto, no hablamos más, cuando nos mirábamos ambos sonreíamos, mis manos sudaban, aunque quería hablar no podía hacerlo, ella miraba por la ventana tratando de ver dónde estábamos. Nunca antes me había sentido más nervioso que deseoso de estar con una mujer, después de verla entendí el porqué, ella era hermosa, era un sueño hecho realidad el poder estar como quería con ella, pero al ser mayor que ella el miedo de no poder complacerla inundó mi cabeza con pensamientos negativos, no sabía que le gustaba, ella no se veía impaciente como yo, aunque movía su pierna por lo que deduje que estaba igual de nerviosa o eso me pareció a mí.

Al llegar al lugar, nos bajamos del auto, Margarita entro muy rápido, me quedé un momento afuera fumando un cigarrillo, cuando entré ella estaba acostada en la cama debajo de las cobijas, mirando el techo, al verme entrar, sonrió, podía ver en su rostro incomodad. Me acerqué a la cama y empecé a desvestirme, su reacción fue algo tierna y confusa, me dio la espalda pidiendo que apagara luz.

Apagar la luz era indicio de inseguridad ¿Por qué se sentiría así? ¡Si ella era perfecta! Debido a su reacción me acosté a su lado vestido luego de apagar la luz, no sabía cómo empezar, me sentía tonto y nervioso. No podía dejarme llevar si ella no se sentía segura conmigo.

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