Intención

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Al llegar la noche Lucia tocó la puerta de mi cuarto, detuve la película y salí a ver que necesitaba. Ella me esperaba con una gran sonrisa del otro lado de la puerta, en tono amable me pidió salir a dar un paseo, supongo que mi cara delato mi asombro, había algo raro en la forma de como me sonreía, no entendía que estaba pasando por su cabeza. Insistió tanto que  terminé por acceder, era una buena opción para despejar la mente.

Durante el paseo ella habló mucho sobre lo bonita que había sido nuestra relación, cada paso era un recuerdo, una sonrisa, según su perspectiva todo siempre fue bueno, omitió mucho los gritos y reclamos. Lo que Lucia recordaba con tanto anhelo no era lo mismo que yo recordaba ¿Qué pretendía ? Esa actitud no era común en ella.

Llegamos a una cafetería,  el aroma del café me recordó el primer que tomé con Lucia, sentados uno a lado del otro, mirándonos fijamente y de repente esa ráfaga de sentimientos que desencadena un beso, pero no era nada comparado con las sensación de besar a Margarita, sus labios, su aliento. Sentir como nuestras almas se baten en un duelo insaciable de deseo, pasión y felicidad. Antes que Lucia continuara, expuse fríamente ante ella la idea de empezar los trámites de divorcio. Su silencio, su mirada, su boca se abría como para decir algo sin poder decir ni una sola palabra. Volvió a insistir con la misma pregunta ¿Es por tu novia verdad? Esta vez lo dijo con su voz entre cortada, tragando saliva para evitar llorar. Nunca fue mi intención hacerla sentir mal, tampoco quería darle falsas expectativas. Respiré profundo, su rostro serio esperando una respuesta convincente me acorralaba, sabía que aunque ella esté callada en su cabeza estaba pensando en todo lo que nuestro divorcio significaba realmente. Fui muy sincero al decirle que nuestra relación eran más peleas, disgustos, desacuerdos, gritos y demás, ya no me sentía con la capacidad de hacerla feliz. Tomó mi mano, percibí como ignoraba todo lo que decía y después de decirle todo eso y notar la negación en la que estaba, preferí no seguir hablando del tema, por lo menos no ese día.

En el camino de regreso me tomó del brazo para caminar, como si nunca hubiera mencionado el divorcio, se veía mas tranquila quise retomar el tema, pero ella, de una manera brusca me dijo que estaba cansada y prefería dormir. Esa fue la reacción mas normal que vi en ella todo el día. Antes de volver a mi habitación la miré fijamente a la cara para decirle que esa misma semana me mudaría a otro lugar. Al darme la vuelta me abrazó muy fuerte, una parte de mí no quería que deje de abrazarme, de nuevo me volví a odiar ¿Cómo podía hacer llorar a una de las mujeres que más había querido en este mundo? Me di vuelta, la abracé muy fuerte insistiendo que era lo mejor para ambos, ya había perdido la cuenta de cuantas veces me dije eso a mí, en un impulso absurdo de calmar la sensación de culpa que mis decisiones causaban. Se despidió con un beso en la mejilla, noté como sus ojos brillaban por las lágrimas contenidas, después de tantos años la volví a ver frágil, yo era el culpable de que se sintiera rota al igual que Margarita.

Entré a mi habitación más dolido de lo que ya estaba, miraba el techo y todo al rededor de mí lo veía mas grande,  me sentía en centro y causante del problema, tocaba mi cabeza, respiraba profundo, mis dedos jugaban los unos a los otros en un ataque nervioso. Me negaba a llorar, nadie me iba a ver, pero no quería, me parecía absurdo derramar gotitas de sal liquida y lo principal, ambas habían llorado lo suficiente por mí, para yo aumentar mas lágrimas a la ecuación. 

No se cuantas veces me repetí que nunca fue mi intensión hacerles daño, no podía creer lo entreverado de la situación, por un lado, Margarita decepcionada de mi por mí falta de valor y por otro lado Lucia que solo esperaba que la elija a ella. Otra noche que mis pensamientos dominaban la poca calma y arremetían contra mi estabilidad.

Cuando amaneció no tuve tanto animo para ir a trabajar, seguro de no ver a Margarita, todo ese tiempo sin saber de ella me estaba matando, me asfixiaban los pensamientos donde ella desaprecia de vida para siempre. Con mi corazón lleno de dolor, ingresé a la fábrica, sino estaba ahí de verdad me iba a derrumbar, ni siquiera quería ir al módulo para mantener la esperanza de que quizás este ahí, aunque no podía dejar de hacerlo, era una de mis obligaciones. Llegar y no verla significaría que perdí cualquier oportunidad para arreglar todo lo que había hecho mal. Entre con la vista al tablero, mi corazón estaba acelerado, en mi estomago las mariposas se golpeaban las unas contra las otras, mi mano temblaba y mientras sostenía el marcador, solo podía pensar en lo triste que seria voltear y no verla. Me di media vuelta, alce la mirada a su máquina, para mi fue una agradable sorpresa verla concentrada en su trabajo, mirando fijamente lo que hacía, ni siquiera levantó la mirada cuando dije en vos alta "buenos días", pasé cerca de ella, incluso me quede parado a su lado un rato, percibiendo su aroma, tratando de encontrar esa calidez que me hacia falta, pero ni así logré llamar su atención. Ni una mirada, ni un suspiro, ni nada.

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