la verdad de una mente

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Entonces padre fue quien me dio esas pastillas todo ese tiempo.

Pero Esther siempre fue real, ella estaba en la realidad, no la había imaginado.

¿Por qué papá me dio esas pastillas? Solo olvidaba todo.

Me desperté con sudor en todo mí cuerpo y con una respiración demasiado agitada.

¿Papá me había dado esas pastillas?

Tenia que descubrir por qué y en donde está Esther.

- ¡Buenos días! - La enfermera abrió la puerta con una sonrisa - Escuché que tuviste un sueño feo ¿Estás bien?, ¿Necesitas algo?.

-Y-yo si- respondí algo asustado - solo me asusté, gracias.

- Está bien - parecía que no estaba segura de creerme - la rutina de siempre, pequeño, levántate.

Luego de eso cerro la puerta y escuché sus pasos al irse.

¿Y si solo fue un mal sueño?

Me cambie y me fui a desayunar.

No podía dejar de pensar en aquel sueño.

Esther existía, el dibujo lo demostraba.

No quería tocar ni un poco del plato pero debía.

Comí o al menos intenté comerme todo y la clase siguiente tenía una cita con el psiquiatra.

Era en vano, no iba a contarle nada.

Toque la puerta y un tipo alto me atendió.
¿Señor Baker?

Mí corazón empezó a tener latidos muy rápidos.

- Después de tanto tiempo, caden - Sonrió y me hizo una breve señal para que pase a la habitación - siéntate, ponte cómodo. Tenemos mucho que hablar.

Antes de que te fuerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora