-1.c -

169 6 0
                                    

"¿De verdad lo sientes señor Phelps?" Apartaste la vista del hombre al que antes admirabas, y miraste fijamente a la cafetera que hay en la cocina de la zona común.

Johan también miró al otro lado. Como si verte fuese un lastre para él. Un recuerdo de lo que alguna vez fue, y ya no lo será jamás.

"Las flores son lo único vivo que me quedan de ella y yo..." Antes que él pudiera seguir con la explicación de su arrebato de ira del otro día, el móvil le suena, y Johan, tan condenadamente eficiente, lo atiende sin más.

Él te dio la espalda no mucho después, pero no sin antes clavar sus ojos castaños claros en ti como forma de afirmación quizás. Tu expresión seguía siendo dolida, aunque por lo menos, él ha tenido el detalle de intentar remendar el daño hecho.

Entendiste con eso, que Johan intentaba conservar los últimos lirios que trajo Helena de regalo para él. Por desgracia, la pobre planta se ha marchitado sin importar el esfuerzo que él hiciera.

Lo único bueno de todo eso fue que Johan comprendió lo mal que se había portado contigo en los días que siguieron. La frialdad en él se mantuvo la misma, pero no la indiferencia. Menos da una piedra, supusiste. Y algo, siempre es mejor que nada.

—¿Qué es lo que quieres? Te he dicho hoy que no quiero que me estorben.

—Lo sé, señor Phelps. —Asientes con la cabeza y respiras hondo. —Pero Marlene está en la otra línea y es importante.

Johan levanta la vista de los papeles que tiene en frente con una mueca de desagrado. Su pelo rubio claro, tan brillante y engañoso como el oro de los tontos le cae en la frente. Lo tiene más largo que de costumbre. Nada en él es lo mismo. Ni siquiera sus expresiones. Si él tuviera un hermano gemelo, tú creerías que se han intercambiado solo para hacerte la vida imposible.

—¿Tan importante que no pueda decírmelo por correo? —Sus ojos castaños claro te observan y perforan. Juzgándote con cada parpadeo. Alimentándose de tu miseria, e igualándola a la de él.

Si él no puede ser feliz en este mundo, los demás tampoco. Es lo que te dice su mirada gélida. Pero Johan no te arrastrará al abismo con él.

—He hablado con ella señor Phelps, y Marlene quiere un adelanto del pago. —Le explicas mirando la mesa de Johan. A diferencia de la tuya, la de él está impoluta. No más que dos carpetas y un puñado de papeles. ¿Cómo no? Toda la faena él te lo ha dejado a ti.

Haciéndote miserable con el exceso de trabajo. A veces, le odias tanto que te cuesta aguantarle la mirada sin enseñar desagrado en tu expresión para que lo vea.

—No.

—¿No qué Señor Phelps?

—Que no adelantaremos el pago. Despáchala.

—Pero señor Phelps, Marlene desea hablar con usted y si me permite aconsejarte...

Una mano en alto es suficiente para cerrarte la boca. Lo único que te alivia es que él no esté gritando, y eso es un plus.

—Le diré que no es posible entonces. —Levantas la vista lo suficiente como para observarlo de soslayo. El sol que viene de la ventana llega a Johan desde la cintura hasta las manos.

Ves dedos largos y pálidos como un cadáver volteando la página de una factura. Te entra el frio en el cuerpo con apenas un vistazo. Como si no quedara calor en él.

Johan se ha vuelto gélido como un glacial, tanto por dentro como por fuera.

Cada día que pasa, más cerca queda él de Helena.

—¿Algo más? —Su voz sube dos octavas y carraspea cuando alza la vista y te ve todavía allí.

—No, señor Phelps. —Respondes de inmediato.

—Bien. —Asiente con rigidez. —Y cuando salgas cierra la puerta, por favor.

Recriminándote mentalmente de no haberte ido por patas hace medio segundo atrás, te das media vuelta y haces lo que él te ha dicho que hagas.

Porque solo eres una simple secretaria que te tragas los marrones de un cretino, que antes, hace eones parece, tu perderías la cabeza y el cuerpo entero por su bienestar. Pero eso, ya es cosa del pasado.

Él ha muerto con Helena en aquel cementerio. La cosa es, que aun te aferras a los recuerdos de alguien que ya no está. No queda Johan para ti.

Solo señor Phelps.

(Ir a punto 2.b)

BOSS (Novela interactiva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora