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Los días se hacen semanas. Las semanas se convierten en meses, y en un parpadeo, pasa un año de tu vida sin pena ni gloria.

La empresa está en números rojos, pero a Johan no parece importarle lo más mínimo su patrimonio. Ha habido despidos en masa, y tú ya estás agotada de todo esto. En algún momento Johan se ha echado novia. Una que no lo valora en lo más mínimo y ayuda a que la empresa se hunda más de lo que ya está.

No es la primera vez que tú los pilla enrollándose en el despacho. Y eso te parece tan fuera de lugar que ni siquiera llegaste a sentir celos. Te apenó más bien. Johan está mancillando el lugar que una vez habitó Helena.

De manera tan descarada.

Obviamente, no es de tu incumbencia el adentrarse en los asuntos de la bestia, pero a veces te apetece tirarle de la oreja por todo lo mal que él está haciendo.

Sin embargo, lo que realmente te dolió fue cuando él despidió a Encarna. Te pareció extraño que ella te invitara al desayuno aquel día, cuando por lo general, eres tú quien la invitas a ella, porque Encarna nunca lleva suelto.

Y más te sorprendió lo que ella te dijo a después:

—Vete de esta empresa cuantos antes, flor. —Comentó como quien dice que tiene pinta de que va a llover fuera. —No desperdicies tu tiempo en alguien que no lo valora.

—Es trabajo, Encarna. —Recuerdas habérsela dicho en tono de complicidad. Después de todo, ambas tenéis el mismo jefe. Exactamente la misma bestia.

—Tú y yo sabemos que no es solo trabajo para ti.

La respuesta de la pelirroja te caló fondo en aquel instante, y tú no supiste como responderla. Cuando Encarna te dijo después que la habían despedido, tú no se la creíste.

Pero al día siguiente, la pelirroja no estaba en el hall de la entrada para darte los buenos días y decirte "Lo que mataría yo por un traguito de café."

Entonces, poco a poco, la empresa Phelps dejó de ser un entorno agradable para ti. Nuevos empleados con sueldos inferiores, y gente menos preparada. Errores donde antes no los había.

Los días pasan, y has empezado a preguntarte cuando te tocaría ser reemplazada como los demás. Pero Johan nunca lo hizo. La bestia no te libraría tan fácil así.

No entendiste porqué.

Sobre todo, cuando él ha dejado claro lo poco que soporta tú mirada en él.

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Hoy, finalmente, te dignas a hacerlo por él. Si Johan no tiene las agallas de despedirte, te irás tú por tus propios pies.

Es raro verlo en el despacho solo, cuando la novia siempre está pegada a él como una lapa. De todas formas, eso no te incumbe.

—¿Qué es esto? —Johan pregunta mirando al sobre que acabas de poner sobre su mesa.

—Mi renuncia, señor Phelps.

La mirada de Johan es indescriptible, la tuya hace juego con la de él. Tú ya has aguantado lo que pudiste. Johan ha tomado demasiado.

En ti ya no queda nada más que darle. Estás marchita. Quemada.

Johan te sigue mirando en silencio. Una parte tuya desea gritarle y desquitarse por todo el mal trago. Pero eres una mujer profesional, no caerás tan bajo.

Eres mejor que él. Por eso carraspeas antes destilar la última gota de amabilidad que te queda en los labios por la bestia.

—Que te vaya bien en todo señor Phelps. Lo digo de verdad. —Alzas la mano para que él la sostengas. —Ha sido un honor trabajar con usted.

Johan se levanta de la silla, y el apretón de manos que te da es uno fuerte. Sus dedos pálidos te envuelven la mano por completo. Incluso, por momentos, él parece reacio a dejarte ir.

Sus ojos brillan, y su pelo ondea de un lado a otro, tan brillante como el oro de los tontos.

No le echarás de menos. Pero ojalá, y solo ojalá que Johan lo haga contigo.

El hombre al que una vez quisiste ya no está de todas formas. Quizá por eso no te duela salir por la puerta sin más.

Después de este año entero, finalmente puedes respirar.

Johan te llama una última vez, pero ya no te molestas en dar la vuelta para mirarlo.

FINAL 5/5 - Hasta Nunca.

BOSS (Novela interactiva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora