-2.a -Un brindis a lo que fue y ya no será

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El día te ha ido de mal en peor, pero eso no te sorprende en lo más minino. Las constantes llamadas telefónicas sobre temas múltiples te han agobiado tanto que resolviste tomar un respiro, por corto que sea. Además, Marlene no se ha tomado muy bien lo de la negativa de Johan. Aún te duele el oído derecho debido a las quejas de ella, acompañada de insultos sobre lo poco profesional que eres como secretaria.

Y para añadir insulto a la injuria, se acabó el café de la zona común. Por suerte, hay un Starbucks cerca del edificio en donde trabajas, y Encarna, tu compañera de curro tiene pensado ir al mismo sitio que tú. Y bueno, una compañía nunca sienta mal. Sobre todo, para contar tus penas.

—¿Qué tal el día? —Encarna pregunta sentándose en la silla de plástico frente a ti. Es una mujer que ya no es tan joven, con una que otra cana traicionera en su mata de pelo rojo como el vino. Y cuando sonríe, se la forman hoyuelos en sus dos mejillas rosadas. Bueno, quizá lo rosado se deba al maquillaje. La queda bien.

Johan también tiene hoyuelos ahora que lo piensas, pero hace tanto que él no ríe que a veces se te olvida. Es más, te daría una embolia si él sonriera en frente tuya. Como si eso ya no hiciera parte de él.

—Mucho trabajo. Ya sabes, el pan de cada día.

Encarna te mira con una expresión amargada. Como si hubiese chupado un limón.

—Uy, ¿La fiera te ha gruñido ya?

—¿No? —La hablas luego de tomar un sorbo del café. Es una broma que tienes con Encarna, el llamar a Johan bestia. Ya que, de un tiempo para acá, es lo que él más se asemeja. Y eso que Encarna le conoce mucho antes que tú.

—¿Seguro? Estás muy cabizbaja para ser tan pronto.

—Lo sé. —Suspiras —Pero descuida, que el señor Phelps aún está a tiempo de fastidiarme el día.

—¡Niña! No digas eso ni en broma. —Hace la cruz y toca madera como una posesa. Encarna siempre consigue sacarte una sonrisa. —¿Nunca te han dicho que las palabras tienen poder? Y la bestia que tenemos por jefe tiene el oído muy fino. —En eso estás de acuerdo con ella.

La carcajada que sigue te quita algo del estrés de encima. De momento, sigues esperanzada de que lo que te queda de jornada laboral sea razonable. Aunque por desgracia, Encarna no puede quedarse a charlar más tiempo, y tú no es que esté ligera de trabajo tampoco.

La pelirroja se levanta entonces, tira de la silla y voltea la mesa hasta detenerse a donde tú estás sentada. Su mano acaricia tu hombro izquierdo, y ella agacha la cabeza para darte un beso en la mejilla. Te dejará la marca del pintalabios que lleva puesto, pero eso Encarna lo hace con todos. No es la primera vez, y de igual forma, tú tienes toallitas húmedas en la bolsa. No es un inconveniente para nada.

—Nos vemos después, flor. —Ella se encamina a la salida tan animada como siempre. No hay un solo día que la hayas visto de malhumor. Te sientes afortunada de haberla conocido.

No muchos tienen tanta suerte en este aspecto.

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Estando sola y sin nadie con quien hablar, te echas un vistazo a tu vaso, dándote cuenta de que queda más de la mitad de café dentro. Te distrajo tanto la charla con tu compañera que diste unos miseros sorbos en el vaso de cartón. Ahora el café está tibio, pero lo podrás calentar en la oficina si te apetece.

Te extraña que un Starbucks esté tan vacío a esta hora de la mañana, pero no te quejas por ello tampoco. Así que, perezosamente te paras a mirar los productos que salen en la pantalla anclada al techo. Después de enseñar algún que otro producto random, la pantalla parpadea unos segundos y el fotograma cambia. Ahora sale el caffè Latte que está en promoción hoy.

Vaya.

"Es el favorito de Johan." Te viene en mente. Lo sabes porque él siempre se traía uno todas las mañanas cuando iba al despacho. Y las veces en las que no, Helena se pasaba a llevárselo. "Eran la pareja perfecta, no cabe duda." En ese entonces tú ya querías a Johan, y sin embargo, fuiste incapaz de sentir celos mientras los veían juntos. Todo acaramelados, como dos adolescentes enamorados hasta las trancas.

No cuando ellos eran almas gemelas... Bueno, sí que lloraste unas cuantas veces, y sentiste celos al principio. Pero, luego de un tiempo caíste en la cuenta de que amarlo era una pérdida de tiempo. Johan solo tenía ojos para Helena, y Helena ojos para él.

Fin de la historia.

El Latte vuelve a aparecer en pantalla otra vez. Tiene buena pinta, y tampoco está tan caro. No es que él se lo merezca, pero...

¿Qué quieres hacer?

a)Llevarle el Latte a Johan. (Ir a 2.a.2)

b)No hacerlo. (En Patreon)

BOSS (Novela interactiva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora