¿Cómo la abuela Norma conoció al Una-vez?
Está historia se ubica años antes de que Norma Wiggins fuera abuela o madre, cuando era una jovencita llena de carisma, energía, amabilidad y era amante de los árboles de trúfula... conociendo a una persona...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Capitulo 2: "Biggering"
—Oye abuela, ¿te puedo hacer una pregunta?—Decía Ted Wiggins mientras esté revolvía su leche con cereales a la hora del desayuno.
—Claro Teddy, ¿Cuál es esa pregunta?—mencionó la abuela Norma, mientras terminaba de poner el azúcar y las tazas en la mesa.
—No se, me preguntaba, si tú eras la única que sabía sobre el Una-vez, entonces ¿Usted Lo conoció en persona?.
La abuela se quedó sorprendida a la pregunta de su nieto. Sin embargo esta reaccionó calmadamente.
—A pues ... Si, lo conocí hace muchos años atrás.
—¡Que genial! Abuela, ¿Puedo escuchar esa historia?
La abuela Norma meditó por unos momentos, mientras que su nieto, el joven Ted Wiggins, esperaba ansioso con los ojos bien abiertos su respuesta. Pues, había esperado toda la noche para preguntarle eso a su abuela.
—Está bien. Pero procura no mencionarselo a tu madre. Nunca le he contado lo que te contaré a ti ¿lo prometes?
—Lo prometo.
Y con esa promesa, ella se sentó en la mesa, dejó su bastón de lado. Y empezó a contar su historia.
—Ambos nos conocimos en este lugar, cuando el aire limpio no se compraba, O'Hare no estaba al poder y éramos jóvenes.
Cada día lo veía pasar, tratando de cumplir su sueño. Con el tiempo los dos formamos una bella amistad. Una cosa llevó a la otra...
—¿Pero?
—Pero algo pasó...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—94...95...96...97...¡98! ¡Los primeros 3 dólares con 98 centavos!—Exclamamos los dos a coro. Mientras el me tomaba de la cintura dándome un giro cómo si de una princesa se tratase. Con una sonrisa dibujada en todo su rostro.
El Una-vez tenía todo a su favor en ese momento, los pedidos iban y venían. Poco a poco empezó a crecer.
—Tengo que irme, nos vemos pronto—me despedí de él, sin pensar que a partir de ese instante todo en nuestras vidas cambiaría.
