❝BEFORE THE DAWN❞ | Dónde las circunstancias llenas de magia, metáforfos y vampiros además de las estúpidas decisiones de Edward y Bella, hacen que los caminos tan opuestos de Laia y Caius se crucen uniéndose para siempre.
TWILIGHT SERIES #1
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❝El corazón de un Rey❞
Laia despierta sudando frío y con la sensación de opresión en el pecho más fuerte que nunca, desubicada y casi gritando por las pesadillas que se materializaban una a una entre los recuerdos de quejidos desgarradores y fuego crepitando.
Puede sentir el picor del humo en la punta de la nariz raspando con ardor y aun así espera que todo sea un sueño, quiere convencerse a sí misma de que todo está en su imaginación, pero siente el sudor por todos lados y entre la conmoción por el despertar repentino salta cuando la mano fría y sólida de Athenodora presiona sobre la suya por completo.
—Supongo que no fue una buena noche, ¿verdad?—Pregunta con una mueca entre sarcasmo y pena.
Laia reconoce que es la pregunta más estúpida y no puede evitar cargarle cierta responsabilidad por el incidente de la noche anterior.
Todos ahí tienen culpa; tan inmersos en sí mismos normalizando la desdicha de aquellos que no ven más allá de simples peones.
Athenodora no le presta tanta atención y rápidamente se encuentra moviendo los dedos de una manera que siempre le ha parecido despectiva para llamar a Elif.
La niña le da una mirada de consuelo cuando entra a la habitación y el estómago se le contrae al recordar al niño, más o menos de la edad de Elif, que yacía asustado en las mazmorras.
Laia apenas puede hilar la conversación que Athenodora parece tener consigo misma, la cabeza le da vueltas y siente que lo último que comió está a punto de abandonar su estómago mientras uno a uno los recuerdos y entre estos los rostros de los vampiros comienzan a perseguirla.
—¿Qué pasó?
No quiere preguntar, necesita correr y verificar por sí misma que ha pasado pero el malestar la retrae obligándola a jugar bien sus cartas.
De repente se sostiene la cabeza entre ambas manos intentando aminorar el dolor, sin embargo, la jaqueca golpea una y otra vez a manera de espasmos que le obligan a cerrar los ojos por la molestia de la luz.
Busca levantarse aún desorientada pero lo único que consigue es a Elif moviéndose sobre ella obligándola a quedarse sentada en la cama. Las manos heladas de la niña sobre sus brazos no parecen molestarle esta vez.
—¿Qué creías que iba a pasar? Caius ha armado el problema del siglo con Aro —responde Athenodora en tono de intriga—. Ha ido a salvar a los desprotegidos que le has pedido y ahora son su responsabilidad.
Y entonces lo recuerda, así misma suplicando por los vampiros de las mazmorras en medio de llanto y rabia.
La mujer se acomoda la falda del vestido para levantarse y alejarse de su lado. Parece rendida, pero a su vez cansada de aguantar tanto drama en el castillo, odia cuando Aro está molesto porque eso solo puede significar que todo el mundo también lo está.