𝟎𝟑. Bajar los escudos

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❝Bajar los escudos❞

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❝Bajar los escudos❞

Dos días después del enfrentamiento Laia no había puesto un pie afuera de su habitación, el tiempo pasaba volando y su estancia en Volterra se volvía más corta.

Athenodora tenía cuadro días para que alguno de sus planes diera frutos, pero tristemente ninguno lo haría si los principales involucrados se mantenían odiándose el uno al otro.

La humana se había aislado del contacto con el exterior como si viviera en auténtico terror por los depredadores fuera de las cuatro paredes que la mantenían cautiva y Caius que no podía ignorar sus responsabilidades como colíder había perdurado con su mal humor a niveles desbordantes.

Athenodora se detuvo ante la puerta marrón de roble y sin titubear ni un segundo, se adentró con paso decidido en la habitación de Caius.

El hombre que yacía con un libro extendido en su regazo gozando de la poca tranquilidad que le brindaban aquellos días, no tardo en dibujar una expresión áspera cuando Athenodora apareció en su campo de visión para asediarlo una vez más.

—¿Se puede saber qué fue lo que hiciste? ¿Qué le dijiste? —acusó mediática—. No te atrevas a negarlo porque te conozco lo suficiente para saber que esto tiene que ver contigo. ¡No ha salido de la habitación! Y se ha rehusado a probar bocado. Caius... ¿Qué demonios...?

—No me culpes por su debilidad mental —contestó liberándose con total tranquilidad de la responsabilidad de la situación.

La rubia mantuvo los párpados entornados en su dirección un momento, intentando concentrarse, al abrirlos de vuelta preguntó:

—¿Qué le dijiste?

Caius apartó por fin la vista de su ejemplar perfectamente conservado de La Odisea haciéndole un espacio sobre el escritorio para encarar a Athenodora con semblante apacible y la misma sonrisa punzante que siempre utilizaba para fastidiarla.

—No aceptó que no todos los vampiros comemos venaditos y asesinamos sin remordimientos.

La poca paciencia de la mujer se esfumó ante el cinismo de su hermano y cansada por el tira y afloja de Caius ante la situación golpeó con la fuerza suficiente el grueso pupitre marcando finas grietas sobre la madera para que el hombre le prestara atención.

—¿Cómo piensas que podrás acercarte a ella si todo lo que haces es odiarla? ¿Por qué te está costando tanto aceptar que es humana, Caius?

—Porque es insoportable. Tu querido amigo Carlisle la moldeo a su estúpida forma de ver el mundo y sabes perfectamente lo detestable que es.

Athenodora le lanzó una mirada herida pero el rubio no se inmutó ante la acusación.

—No existe la conexión —acusó—. Marcus debe estar equivocado.

—¿Te estás escuchando? —se burló la vampiresa—. ¿Marcus equivocado? ¡Jamás! Acepta de una vez por todas el destino que te tocó vivir.

—Si no se ha equivocado, ¿entonces porque este sentimiento de rechazo? ¿Por qué?

BEFORE THE DAWN⎯  Caius Volturi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora