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Habían pasado algunos años. Exactamente, cuatro años. La pequeña Kriptoniana era ahora una adolescente en crecimiento y la Luthor ya casi mayor de edad. Y con el pasar de esos años, habían creado una amistad. Una linda y fuerte, pero algo en secreto. Después de todo, para los demás Luthor Kara solo era una abominación. Menos para Lex, él la miraba de una forma que no podía entender. Con cierta pena y nostalgia, pero no lograba entender. El mayor de los hermanos Luthor, tenía 25 años.

-Oye, Lena... ya pronto es tu cumpleaños... y tu graduación de aquélla Universidad. Que por cierto, aún me sorprende que lo lograrás tan joven.

-Si... ya pronto serán ambas cosas.

La Luthor se veía algo deprimida. ¿Acaso era posible que solo una persona se acordará de eso? Ni su padre, ni su madre... y muchos manes su hermano Lex. Que era quien más estaba para ella, quien le impulsaba a ser alguien mejor y mayor.

-Lena...

-No digas nada, Kara.

Sonrió levemente, mientras terminaba de hacer un discurso para presentar. Ahora solo tocaba repasarlo, una y otra vez para poder distraer su mente. En esos años junto a la alien, había descubierto lo buena persona que era. Pese a que ninguno de ellos se lo merecía. Nadie merecía a Kara Zor-Él, nisiquiera ella. Aunque no sr atrevería a decircelo jamás.

-Aveces desearía que no fueras un extraterrestre, así todo sería más fácil. Así... ah, olvidalo.

Suspiro, sin oír palabra de la contraria que se encontraba leyendo un libro. A escondidas le había enseñado el español y el inglés para que se pudiera comunicar mejor. Y estaba orgullosa, la chica tenía buen dominio de éste.

Además de que, ella había aprendido a leer kriptoniano gracias a Kara, que le enseñaba todo lo que podía. Incluso sabía escribirlo. Eso sí, hablarlo le era mucho más fastidioso. Habían ciertas pronunciasiones que su lengua no le dejaba hacer.

-Lena, ya es tarde... ven a dormir. ¿Si? Mañana te toca comprar la ropa para la graduación, eso decía el itinerario.

Sonrió un poco, mirándola mientras tomaba un lugarcito en la cama y ma esperaba. Ya era costumbre para ambas feminas estar juntas y compartir cama. Aveces hasta se abrazaban, buscando el calor de la otra.

-Bien, bien... ya voy.

Suspiro suavemente, mirando a la rubia en la cama. Cuando la conoció era una pequeña rubia, y ahora había crecido un poco más, su rostro no era tan aniñado. Pero algo que no cambiaba, era que parecía una ternura.

Parecía un osito de felpa de esos que no querías parar de abrazar.

Y así cayó la noche, rubia y pelinegra acurucadas en la cama esperaban juntas un nuevo día. Uno muy movido de hecho.

La esclava de Kripton (Supercop)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora