VIII

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Aquella joven rubia estaría volando a toda velocidad, algunas lágrimas ya habrían bañado sus rosas mejillas y sin duda, sentía una ligera opresión en su pecho junto a la sensación de libertad que estar fuera de la mansión Luthor le permitía.

Era libre, lo era al fin.

Y no entendía cuán bien se sentía en esto momentos. La sensación del aire contra su rostro y el sol contra su piel... aquella estrella que le hacía sentir más viva, menos humana y más lo que era, una Kriptoniana. La última kriptoniana viva. Y justo ahí, por primera vez pudo escuchar todo con claridad, cada sonido, cada grito, cada llanto e incluso el deslizar de una gota de agua por alguna hoja.

-"Es... es abrumador."

Pensaría, pero aún así, no dudo en seguir volando, merodeando desde el cielo ciudad Nacional. Y ahí lo escucho, era un chillido que logró reconocer. Era el chillido de una contoreana, pequeños e indefensos alienígenas que utilizaban por sus dones curativos y su contacto espiritual con la tierra. Podría incluso decirse que su apariencia era semejante a la de una niña, de cabelleras rojas con enredaderas florales que eran unidas a su mismo nucleo cerebral, siendo parte fundamental de su vitalidad. Además de tener una piel verde menta y enormes ojos rojos.

-"No dejaré que lastimen a otro ser más, malditas pestes..."

Pensó, y tras usar su supervisión pudo observar como aquél señor barbón bastante mayor halaba las enredaderas de su cabello, como si arrancaras un hilo de alguna prendade ropa. Y no lo pensó más, en cuestión de unos tres segundos ya estaba frente a aquél señor, sosteniendo su cuello con una mano y con su visión de calor habiendo tumbado los dedos que se sostenían del cabello de la contoreana.

-Te lo diré una sola vez, le vuelves hacer algo más a ella o algún alienígena y prometo que lo próximo que perderás no serán tus dedos -presionó sus dedos en la piel del señor- ¿Entendiste?

El señor tragó saliva, mirandole con asco.

-No te tengo miedo...

-Deberías...

No tardó en lanzar al señor hacía la carretera, haciendo que algunos peatones notaran al señor y fueran a su auxilio. Para cuando miraron a la dirección de Kara Zor-El y la contoreana, ninguna estaba allí.

Y tras volar y alejarse, aterrizaron en un edificio. Más específicamente, CapCo media.

-¿Estás bien?...

Con delicadeza sostuvo a la niña, que seguramente solo tenía unos 13 años humanos, era una pequeña. La misma temblaba y una vez tocó el suelo trató de alejarse, tropezando con sus mismos pies y cayendo al suelo.

-N-No me hagas daño, por favor... ¡No quiero morir!

Exclamó entre lágrimas, haciendo que ella misma se odiara por asustar a la pequeña.

-No te haré daño, me llamó Kara Zor-El... lamento si te asusté, pero debía alejarte de ese señor malo... Estarás a salvo, okay?

La pequeña asintió, acercándose de a poco.

-Me... Me llamó Minte.

-Es un lindo nombre... ven, iremos a un lugar seguro y lindo donde podamos estar bien, ¿Va? Prometo que nadie te hará daño, nunca más.

-¿Promesa de garrita? -acercaria su dedo meñique-

-Promesa de meñique...

Y así unieron sus dedos, acabando por sellar el inicio de una hermandad y lo más cercano a una... familia.

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Tres semanas después

Para ese momento, Kara Zor-El ya se habría hecho de una casa afuera de National City, cerca del bosque. Estaba alejada, no llamaban la atención y habían muy pocos vecinos. Había obtenido ese lugar de forma... poco legal, pero vamos, ahora tenía su propio lugar, para ella y Minte. Un lugar para ambas.

Mas, lo que pasó aquella noche habría abierto algunas heridas que pensó que jamás se abrirían. Y así fue, cuando vio que Minte entraba en la oscuridad y se colocaba sobre ella. Sus manos temblaban y sostenían la camiseta de kara, tratando de desabotonarla con mucha torpeza.

-Minte?...

-Perdón!! Yo... yo no he cometido mi deber desde que llegue... no quiero que me pegues o dejes sin comida!!

Murmurraba entre temblores la chica.

-Minte... respira, no entiendo de que hablas.

-El... El otro sujeto, me decía que si... que si no venía a dónde él y dejaba que me tocara... me golpearia y dejaría sin comida. Y-Yo... no quiero eso!! Así que porfavor, hazlo...

El corazón de Kara se rompió, pues ella bien que sabía ese sentimiento, ese miedo... esa experiencia. Pues ella lo había vivido en carne propia.

-Minte... no soy ese asqueroso humano, jamás te haré algo así... te daré toda la comida que quieras y te cuidaré... (Te cuidaré como nadie me cuidó a mi)

Y mientras abrazaba a la pequeña, su mente se llenaría de esos pensamientos pasados que la hacían cristalizar sus ojos.

Flashback:

Kara Zor-EL- 14 años- Mansión Luthor

Temblorosa y asqueada de si misma salía de la habitación del Luthor mayor, el esposo de Liliam y padre de Lex y Lena. Su cuerpo dolía, su parte baja se sentía asquerosa y no aguantaba el repudio que se sentía. Y todo había sido así para ella desde que empezó su desarrollo en la adolescencia.

-"Soy una ramera..."

Sus ojos picaban, acabando por desborronarse llorando frente a la puerta de Lena. Ya no tenía fuerzas y en un último ataque, empezó a arruñar su piel, debía quitárse la sensación de las manos del padre de Lena de su piel.

-"Mamá... debiste dejarme morir junto a ustedes en Kripton."

Lloró, mientras del otro lado de la puerta Lena la escuchaba, sin hacer nada.

Fin del flashback, devuelta con Minte y Kara.

Mientras abrazaba a la chica, calmando sus inseguridades y miedo, se vio reflejada a ella misma de pequeña.

-No es ni fue tu culpa...

Le hablo a la contoreana y a la vez a ella misma, conteniendo el nudo en al garganta que empezaba a formarse.

El mundo no era bueno para personas distintas.

Ella lo sabía bien.

Pero, ella misma cambiaria eso.

La esclava de Kripton (Supercop)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora