Capítulo 10

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Me iba a explotar la puta cabeza. Ahora no por resaca sino porque estaba harto de esperar a mi juicio. Aún recuerdo la última vez que hablé con Isaac antes de que nos detuviesen como sospechosos de aquel crimen ocurrido en Graceland.

"Aidan ¿Sabes por qué lograron pillarnos? Porque han ido a por el eslabón más débil"

Menudo estúpido fue al decirme eso. Fue la primera vez que en verdad le tuve odio. Pero lo que más jodía es que tenía razón, yo confesé. Tuve miedo. Le juré que no lo tendría pero no cumplí con mi promesa. Él se mantenía frío, fuerte y yo me derrumbé con las evidencias de la inspectora.

Sin embargo, hace unos meses, aquella mañana tras mi borrachera con Josh y Saul donde acabé metido en un armario mi cabeza me dolía muchísimo y la alarma no ayudó a que disminuyese sino a que sintiese que tenía un taladro destrozando mi materia gris. Me incorporé como pude, con dificultad extrema, y eché un vistazo a mi alrededor. Encontré a Isaac leyendo tranquilamente. Perfectamente uniformado.

-Dios... ¿Que hora es? - mi voz sonaba como la de un camionero con sinusitis. Les juro que me encontraba con una resaca bíblica.

-La hora de ir a misa - respondió dejando el libro en el escritorio - Aidan, deberías darte prisa o vamos a llegar tarde... Ya sabes como es el padre Darren.

-Si, Si, no te preocupes - me incorporé levantándome totalmente, agarré mi uniforme, ropa interior de mi cajón y mi toalla - Oye... - llamé su atención - ¿Anoche que pasó? ¿No nos pillaron, verdad?

-Tus amigos te encerraron en un amario del sótano - dijo Isaac con una apatía que no se molestó en disimular- Yo te saqué y te traje a la habitación. Estabas muy borracho.

-No mientas... Ellos no harían eso - respondí molesto - Voy a ducharme, lo necesito para aguantar la chapa.

-No te miento, Aidan - respondió mientras se levantaba y ordenaba su mochila - Son unos rencorosos y unos cretinos. En el fondo lo sabes

-Ya... Isaac, no estoy de humor.

Él me esperó mientras yo luchaba porque mi aspecto aquella mañana fuese un poco más decente para Graceland. Bajamos las escaleras  esperando encontrarme con mis amigos a la  entrada de la capilla, sin embargo, para mi desgracia, ellos ya habían entrado. Les vi sentados con el estúpido de Anthony mientras hablaban en susurros y soltaban algunas risas silenciosas. El sonido era imperceptible pero sus muecas no.

De nuevo y como todos los días ocurría el Padre Darren comenzó la misa. Isaac y yo estábamos al fondo del todo por lo que fue un alivio que aquel viejo gruñón que sin duda le fallaba la vista no pudiese verme bostezar de forma intermitente.
Isaac por su parte no tenía interés en las palabras del Padre y se limitó a fingir que escuchaba.
Isaac se pegó un poco más a mi. Sentí como nuestras rodillas se juntaban levemente.

-¿Eres creyente? - preguntó

-No, no lo creo - suspiré - Hace mucho que no... Desde la muerte de mi abuela...Ahí comencé a dudar de su existencia.

-Lo siento mucho...Debió ser muy doloroso- me contestó él. Se alejó un poco pero pasado unos minutos fui yo quién le preguntó

-¿Tu crees en Dios?

-El cristianismo no es más que un bastardo de la filosofía platónica, como todas las religiones.

-¿Nietzsche? - pregunté sonriendo

-Por supuesto - contestó también esbozando una sonrisa - Que listo eres

-También es mi favorito - le respondí - Gracias a él evito someterme a la doctrina moral de un Occidente que siempre estuvo en decadencia

La solitaria tumba de Graceland Donde viven las historias. Descúbrelo ahora