Not that confused

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Le sudaban las manos alrededor de las correas de la mochila. Con Robin a su lado y su cita con Eddie a nada de comenzar, se debatía mentalmente en decirle o no. Por qué... Tenía que decirle, ¿no? A Robin.

E inevitablemente lo recordó. No importaba cuantas veces repitiera la conversación con Eddie, en su cabeza sonó tan tonto que cada que la repasaba cerraba los ojos lleno de vergüenza. ¿Era obvio que le gustaba verdad?

—Llevas todo el día haciendo caras. —Se burla Robin a su lado. —¿Te metiste algo?

—Ojalá.

—Ve el lado bueno. —Dice su amiga deteniéndose en su locker.—Hoy no tienes detención. Pero yo tengo que quedarme a práctica. —Sigue la rubia sacando el estuche de su instrumento.—Si salgo temprano te visito.

Entreabre los labios preocupado. ¿Debería decirle? Si la salida duraba lo que restaba de la tarde Robin no lo encontraría.

—Hoy es lo de los hot dogs. —Suelta Steve rascándose el puente de la nariz.

Esperaba que Robin le diera un sape, se quejara en voz alta de su suerte o rogara por cambiar la fecha, pero en su lugar, solo respondió: —Que se diviertan. Comen mucho por mí.

Antes de que le contestara, su amiga ya había comenzado a caminar al gimnasio, dándole la espalda, y ella, al sentir que algo le faltaba, se dio media vuelta para hacerle un gesto con la mano antes de desaparecer por las puertas azules.

Es cuando vacía sus pulmones aún sin moverse de la entrada, estar nervioso era poco; se quedó plantado en la entrada por un par de minutos más tratando de controlar el calor que crecía en su estómago y el sudor en sus manos. Todavía tenía que conducir.

Vamos Stevie, no es nada del otro mundo se alentó alzando la mirada al estacionamiento, el resto de los estudiantes platicaban animados sin reparar en él, se sorprendió de ver a Chrissy caminando al estacionamiento sola; usualmente la chica siempre iba de la mano de Jason o sus amigas... O demasiado cerca de Munson.

Tomó rumbo a su auto, lo lógico sería que Eddie lo esperara ahí, sujetó fuerte las correas de su mochila, con la mirada fija al suelo y contando hasta diez cada tanto para dominar su preocupación.

—¡Hey! Harrington! —Alzó la mirada tan rápido como identifica al dueño de la voz.

Un par de metros adelante, Eddie lo saluda animado y sonriente, justo frente a su auto. Luce diferente. Sus jeans vaqueros se ven graciosos con el par de converse que trae y la camiseta oscura de manga corta debajo del chaleco lo hacen ver pequeño. Quiere reír de lo gracioso y bonito que se ve. Su felicidad deja rastro en su cara, donde la sonrisa más tonta se dibuja y aumenta su caminar al tiempo que Munson se acerca a él para sorprenderlo en un abrazo rápido.

— ¡No puede ser! — Comienza Eddie viéndole la cara. — Ya no tienes las gasas.

Eddie alza la mano, acariciando suave con los dedos la mejilla del contrario, justo donde las heridas se ven mucho mejor que otros días, los colores son más tenues, casi borrones morados. No nota como los orbes de Steve lo ven a detalle, están tan cerca que escuchan la respiración pausada del otro.

Es Harrington el primero en reaccionar.

—Esperemos que Jason no quiera partirte la cara hoy. — Bromea Steve corriendo el rostro para entrar al auto. Quiere ocultar lo rojizo de su cara.

¿Desde cuando era tan físico con él?

—Esperemos que no. — Sonrie Eddie entrando al auto, como si nada.

En silencio, cada uno toma asiento en su lugar, Steve sigue en trance por lo anterior, las gasas ya no están para excusar el rojo vivo de sus mejillas y maldice en un susurro al tiempo que enciende el motor y trata de salir en reversa; voltea atrás para asegurarse de no atropellar a nadie.

No mucho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora