A bit confused

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Eddie Munson alzó ambos brazos festejando haber ganado su primera partida de bolos.

—Lo dejaste ganar. —Acusa Robin a su lado.

—Lo dejé ganar. —Afirma Steve sin apartar la vista de Munson, quien hace un baile de victoria justo frente a la pista, sin ritmo alguno mueve los hombros y tararea algo parecido a We are the champions de Queen.

—¿Por qué? —Robin también observa a Eddie; ahora toca una guitarra imaginaria y canta el instrumental.

Ni siquiera ha comenzado a caminar hacia ellos de tan emocionado que está.

—Festeja mejor que yo. —Reconoce Steve a nada de reír.

Mejor que cualquiera piensa sin perderse de los hoyuelos en el rostro de Munson sin dejar de cantar horrorosamente, su voz sale desafinada, aunque se compensa con su extrañamente positiva actitud y baile.

—Pueden llamarme el rey de los bolos. — Dice Eddie frente a ellos. —O comprarme un hot dog. —Se cruza de brazos haciendo que su camiseta se levante solo un poco. Una línea de piel mostrándose.

Desvía la mirada, agradeciendo a las gasas por cubrir los raspones y la vergüenza que le provocan sus propios pensamientos.

—Yo compro el hot dog.— Carraspea Steve levantándose. — Te toca decirle majestad.

A paso rápido camina al área de comida. El tiempo que llevaban ahí difícilmente cruzó palabras con Eddie, parecía mucho más concentrado en el juego, estaba un poquito decepcionado, creyó que la fascinación por el otro les duraría más.

Soltó el aire contenido en sus pulmones y se formó en la fila del carrito de hotdogs, donde el muchacho lucía un ridículo gorro en forma de perrito caliente un tanto embarazoso. Le recordó a cuando trabajó en scoops ahoy y tuvo que usar el traje de marinero, por lo menos la paga era buena, piensa viendo el resto de los locales de comida.

Esos minutos en la fila le servirían para mentalizarse, imaginaba que como el día anterior regresarían a detención y se olvidarían del otro (Eddie y él). ¿Tendría que meterse en problemas de ahora en adelante para poder seguir hablándole? ¿No sería raro? ¿Obsesivo?

—¿De verdad está tan bueno?

Un poco piensa refiriéndose a Eddie. Frunce las cejas viéndose acompañado, a su lado el pelinegro lo miraba con las manos dentro de la chaqueta.

—¿Qué cosa? — Pregunta con las mejillas calientes, temiendo que pueda leerle el pensamiento. Vista enfrente, justo al muchacho de sombrero gigante para ocultar sus nervios.

—Los hot dogs. Hay pizza, comida mexicana... hamburguesas. Pero este es el único con una fila.

Se encoge de hombros en respuesta.

—Para mí saben a hot dogs normales. ¿No los has probado? —pregunta aún sin verlo, está demasiado cerca de él, casi puede contarle las pecas.

—Nop. Tampoco había venido a los bolos, pero como quede en primer lugar voy a venir más seguido.

Siente un choque amistoso en su hombro que lo hace echar un vistazo tímido y cuando escucha la risa sarcástica de Eddie contiene la suya mordiendose la boca.¿Cómo demonios no iba a gustarle si se veía deslumbrante haciendo chistes?

¿Gustar? Más bien agradar, quise decir agradar, excusa carraspeando, ya hasta se le hacia absurdo seguirlo negando.

— Presumido. —Acusa Steve avanzando un par de pasos. Otra vez siguiendo con la mirada al muchacho con cabeza de hot dog.

—Un poquito, sí. — Sonríe. —¿Y juegas mucho? A los bolos.

—No. — Contesta Steve a secas. — No tanto, a Robin le gusta venir. ¿Y tú?

"¿Y tú?" Acaba de decir que jamás había estado ahí. Se sube los jeans un poco y mete ambas manos en sus bolsillos traseros. Quiere dejar de sudar.

—¡Hey! —grita Robin colgándose del hombro de ambos.

Agradece en silencio que se apareciera para salvarlo.

—Falta media hora para que termine detención. ¿Regresamos o ...?

No quiere regresar. No ha hablado sobre nada con Eddie, apenas estaban a punto de.

—Todavía no tiene su hotdog.—Dice Steve apuntando al rizado, esperando que con eso puedan quedarse un poco más.

—Podemos venir después. — Soluciona Eddie volteando a verlo. Solo a él.

Entreabre la boca, sorprendido y asustado; pareciera que Eddie lo sabe, sabe que le gusta y espera que responda a su propuesta, pero olvida como respirar. Le pica la nuca y Robin se roba la atención tirando de ellos a la salida.

¿Otra salida juntos y propuesta por Eddie? ¿Se refiere a ellos tres?

Está en blanco, haciendo movimientos en automático con el solo objeto de llegar a la escuela en una sola pieza. Una vez ahí, camina junto a ellos con los oídos sordos,  antes era él quien le daba ideas confusas a Eddie más ahora los papeles se invierten, va detrás de ellos reproduciendo la complicidad que tuvieron antes de irse; lo brillante de sus ojos, la propuesta silenciosa y lo terriblemente feliz que se sintió con la idea de volver a salir.

¡Bingo! ¿Feliz por la idea de una cita? Se burla su conciencia.

—Oye.

Alza la mirada en cuanto lo escucha llamarle, Eddie se ve serio. ¿Habrá manejado mal o algo así? Luego repara en que están solos en el pasillo. ¿Robin estaba en detención?

—Mmhn?.—Responde alzando las cejas.

—Estuvo divertido. —Comenta rascándose la mejilla.— Como ayer saliste corriendo de detención, pensé que habías regresado a ser el "señor popularidad"

¿Corriendo? ¿Quería que lo esperara? Se golpea la frente contra la pared mentalmente. ¡Y pensar que no pudo dormir porque no se despidió!

— No salí corriendo.

—Bueno tampoco te fuiste caminando. —ríe Eddie. —¿Entonces... Quieres que vayamos por esos hot dogs?

¿Solos? ¿Tú y yo? ¿Cómo en una cita? Quiere preguntar, se abstiene de hacerlo por miedo a muchísimas cosas, entre ellas está el asustar a Eddie Munson. Asiente viendo como la sonrisa crece en el rostro ajeno y sus ojos vuelven a encontrarse.

—Okay.—Suspira el metalero cruzando los brazos. —¿Mañana después de clase?

Imaginarse los detalles lo hace empezar a sonreír como tonto.

—Si. —Responde picándose una gasa, quiere asegurarse de que no está soñando.—Mañana después de clase.

—Bien. —Sigue Munson al tiempo que suena el timbre. —¿Te veo en el estacionamiento?

Ya le duelen las mejillas.

—Seguro. —Se apresura antes de que los pasillos se llenen de gente.

—Genial.

Como lo predijo, las puertas comienzan a abrirse, los clubs se vacían al igual que detención y Eddie se despide con un escueto hasta luego que le sabe a gloria.

Ya no le importa admitirlo. Le gusta.

No mucho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora