Extra

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Steve Harrington se volvió un manojo de nervios ante el silencio y los ojos expectantes que lo observaban. Quería retractarse, ¿había hecho mal al preguntar? Eso creyó hasta que Eddie lo besó.

Fue lento, apenas un roce de labios que lo hizo cerrar los ojos una milésima de segundo. ¿Siquiera podía llamarlo un beso? ¡Apenas y lo tocó!

—De verdad quiero quedarme a besarte, pero dejé todas mis cosas en el bar y además vine co...—Comenzó a balbucear Munson metiendo las manos a su chaqueta de cuero, evitando alzar la mirada de la alfombra.

No pudo prestar atención a nada de lo que dijo, solo podía registrar la forma en que sus labios se movían al hablar; suaves y tentadores.  Frunció las cejas con molestia, no iba a dejarlo irse sin besarlo apropiadamente, además, acababa de escucharlo confesarse ¿De verdad creía que podía irse así nada más?

La valentía le permitió hacerlo-esta vez-sin preguntar. Tomó a Eddie Munson de la hebilla del cinturón y tiró de él hacía si para besarlo como merecía.

El choque de sus bocas lo hizo suspirar antes de dejarse llevar, con una mano lo sujetó la cadera mientras la otra paseaba por su nuca, enredando los rizos negros entre sus dedos, se decidió por un ritmo lento moviendo los labios sobre los ajenos y escuchando su propia saliva chasquear al tiempo que su estomago revoloteaba de felicidad. ¡Al fin lo estaba besando!

Pegó más su cuerpo sintiéndose acalorado de repente, no quería ni imaginar como estaría si Eddie lo tocaba.

—Espera.—Soltó Munson en un suspiro, poniendo las manos en su pecho para alejarlo. Pero verlo agitado y sonrosado lo incitó a seguir, ignorando su petición. Esta vez acunando su rostro con ambas manos antes de arrancarle otro suspiro al besarlo de nueva cuenta.

—Steve.—Habló sin parar de corresponderle.—Acabo de cruzar todo Hawkins a pie, estoy todo sudado y

— No vamos a hacer nada más.—Susurra Steve en respuesta haciendo que el pelinegro se derrita, lo toma de la mano para guiarlo al sofá.

Ahí, Eddie se dejó hacer. Con Harrington sobre su cuerpo no podía pensar en nada que no fuera el constante contacto entre besos y las manos del castaño tocándole el cabello y apoyándose con una mano a lado de su cabeza.

La sesión de besos duró mucho más de lo que ambos imaginaron, incluso se le acalambraron las piernas y ya podía sentir la boca entumida, no quería ni pensar en el lío de sus pantalones. Con la respiración agitada y la frente de Harrington sobre su hombro, comenzó a ver color de rosa.

Estaba volviéndose loco.

— Tengo que irme.—Dice finalmente.

Pero Steve alza la vista para verlo y se muerde el labio demasiado sonriente, gesto que no lo deja irse.

—Odio que siempre te veas tan bien.—Confiesa Eddie, dando un último beso.

El castaño se levanta y acomoda sus pantalones.

—Te llevo.—Concluye Steve siguiéndolo de cerca.

—No, acabas de bañarte y ya son las dos de la mañana.

Eddie camina a la salida de espaldas, sin despegar la mirada de Steve. Ambos demasiado concentrados en el otro.

—...harías lo mismo por mi. —Ataca besándole la mejilla.

—No me gustas tanto.—Bromea Eddie.

Steve ríe con ganas. Por que incluso como broma es ridículo. Cruzó todo Hawkins a pie por él.

—Pero tú a mi sí.—Responde Steve tomando las llaves de la mesita, listo para llevarlo.—Me gustas mucho.

No mucho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora