Confused

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Estar aturdido le quedaba corto, no sabía cómo pero llegó a su auto completito en compañía de Munson. Aún sin creerlo le dedicó una mirada de reojo a Eddie, quien se acomodaba en su asiento moviendo el respaldo y peleando con la palanca para bajar el vidrio. Era un caos entretenido.

Concéntrate, Steve. Se dijo volviendo la mirada al camino, no se sentía como si estuviera ahí, era como si estuviese en una especie de sueño; su asiento parecía hecho de nube y de repente Hawkins era demasiado colorido y armónico, en cualquier momento pasarían vacas saltando de felicidad a través de la carretera o el arco iris saldría con un unicornio en medio.

A lo mejor si tenía algo esa imitación de pizza pensó sosteniendo el volante con ambas manos, la calle seguía en línea recta pero estaba tan en quien-sabe-donde que prefería no voltear a otro lado.

—¿Qué estación escuchas?—Dijo Eddie de repente.

El viento golpeando el lado derecho de su rostro figuraba que Munson había dado en el clavo para finalmente abrirla, ya imaginaba el desorden de su cabello (el suyo no el de Eddie)

—Es l.— Antes de poder terminar, la radio resonó.

Era pop.

—Ah, te gusta ese tipo de música.—Dice Munson subiendo el volumen. —Si, es muy .

¿Muy él? Rió sin saber como tomarlo, ya empezaba a creer que Eddie tenía algún tipo de lista donde venían todos los puntos sobre él e iba por ahí palomeando si le atinaba o no.

—Casi no muevo la radio. —Es música de Robin.

David Bowie sonaba en la radio, no era que no le gustara Bowie, la cosa era que hace tiempo había dejado de tener su estación ahí, ahora era de Robin; cuando ella se subía se encargaba de la música y aunque la mayoría de las veces no tenía ni idea de quién era, lo dejaba pasar, ver a su amiga cantando a todo pulmón o emocionándose por lo que ponían al aire no tenía punto de comparación.

—Puedes poner lo que quieras. —Sigue sin voltear a verlo.

—¿Seguro?

Ya se esperaba alguna banda de rock. Asintió echándole una mirada rápida, tenía curiosidad por saber cómo se veía con la ráfaga de aire, imaginó que los rizos oscuros estarían por doquier pero Eddie se había atado el cabello en una coleta despeinada. El pelinegro se inclinó a la radio, ahora su rostro se veía mucho más cerca; era cierto que su piel era demasiado clara, casi tan blanca y pálida como la leche, le hacía honor a los rumores de que era un vampiro, se enfrascó otra vez en el área de sus ojos, la sombra de sus pestañas era larga y tupida, quería pasar el dedo por ellas, pensó que aún con las ojeras incipientes parecía guapo, bajó a la nariz respingona y descubrió que a juzgar por lo tersa que lucía la zona de su barbilla, se afeitó hace poco.

¿Guapo?

El corazón le martilló fuerte en el pecho, el pelinegro se acercó mucho más a él, ahora recargado en medio hablando sobre lo difícil que era encontrar su estación, pero Steve estaba volando alto con los ojos fijos en la boca de Eddie.

— La próxima vez voy a traer un cassette. —Dijo alzando la mirada.

Harrington reaccionó justo a tiempo, el leve parpadeo de Eddie lo despertó y volvió a vista al camino, sintiendo las manos sudorosas alrededor del cuero del volante, quería meter la cabeza en un hoyo, suerte la suya que no se cruzó ningún animal o lo habría apachurrado por estar tan distraído.

¿Otra vez? Se reprochó sintiendo el calor en las orejas, tomó un bocado de aire esperando tranquilizarse, era cruel que Munson fuese ignorante de lo nervioso que estaba, a lo mejor le dejaba la idea de que era un rarito por estar tan distraído.

No mucho.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora