Capitulo 10

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Shido había tomado a Sae y lo había arrojado a la cama haciendo que se pusiera en cuatro. Dió una larga y cuidadosa mirada a la espalda descubierta del pelirrojo para después pasar su mano sobre ella lentamente. A Shido le encantaba tomarse su tiempo para hacer las cosas y disfrutar la vista.

Al pasar sus manos por la ropa interior de Sae, no pudo evitar darle una ligera nalgada, cosa que solo logró arrebatarle un gemido al más bajo, después se acercó al pompón que había muy cerca, lo miró y después lo sacó, obteniendo un gemido aún más fuerte que inmediatamente fue callado por él mismo al besar al chico.

—Idiota...Solo mételo — Regañó el pelirrojo.

Shido rió y giró a Sae boca arriba para poder mirarlo. El verlo completamente sonrojado con, casi al mismo tono de su pelo hacia resaltar por mucho sus ojos verdes y lo volvía aún más loco verlo respirar tan entrecortado. Haciendo caso a las órdenes de su amado, Shido se posicionó y después entró lentamente. No necesitaba algún tipo de preparación ya que el pompón ya había ayudado con eso durante un rato.

Sae ya estaba acostumbrado a su presencia dentro de él, sin embargo "ese idiota" como él solía llamarlo, siempre encontraba una manera de que cada encuentro fuera único y realmente amaba eso. No era que su relación solo se basara en tener relaciones, sino que aunque a Sae le costaba demostrarlo, estaba igual o más perdidamente enamorado de su novio de lo que Shido lo estaba de él. 

Jamás lo aceptaría en público, pero amaba tanto cada vez que el rubio se ponía celoso de él, que siempre quisiera estar pegado a él, los constantes apapachos y besos vistosos. Shido no solía dejarle marcas a Sae porque nunca le había gustado maltratar de alguna manera. Para él era un sacrilegio. Lo trataba como si de un pétalo de rosa se tratara. Las pocas marcas de besos y mordidas que había en el cuerpo del de ojos verdes estaban ahí porque él mismo había provocado a su pareja hasta conseguirlas.

A pesar de ser un hombre elegante, Sae no tenía problemas con mostrar que su corazón tenía dueño en televisión nacional durante su partidos. Obteniendo marcas moradas y de dientes en las piernas en algunas zonas que el uniforme deportivo no cubría.

Shido estaba siendo gentil con él, lo cual era tierno a sus ojos.

—Ryu...Mírame.

Shido paró en seco un tanto desconcertado ¿Lo estaba haciendo mal?

—¿Qué sucede? ¡¿Te lastimé?! —Shido está entrando en pánico por completo. Estaba a punto de salir de Sae cuando fue detenido por una risa.

—Para nada, tonto— Pasó sus brazos por detrás del cuello del chico, pasando sus dedos entre las hebras de su cabello rubio y lo jaló hacia él para besarlo.

Eso bastó para que Shido se tranquilizara y volviera a lo suyo.

Luego de una larga noche que acabo cuando comenzaban a salir los primeros rayos del sol, ambos chicos empezaban a abrir los ojos y como era de esperarse, el primero en levantarse e ir al baño fue Sae.

Había tomado su cepillo dental y mientras hacia su rutina diaria estaba perdido en sus pensamientos. Algo había sentido anoche, algo fuera de lo común, claro siempre sentía algo cuando estaba con su novio, pero anoche era muy diferente. Sentía...¿Sentía mariposas? Definitivamente algo pasaba en su interior.

Decidió no darle importancia y salió del baño luego de asearse y salir con unos shorts y una playera de Ryusei, pero al mirar a la cama descubrió que era lo "raro" que sentía en su estómago.

Shido se encontraba arrodillado aún en ropa interior directamente frente al baño.

—Cariño...yo...no se cómo o por dónde empezar...Nos conocemos hace más de seis años. Ambos trabajamos, vivimos juntos hace años. Hicimos nuestra relación pública ante los medios y...de verdad yo soy la persona más feliz del mundo porque siempre estás ahí y para mí eres el hombre más perfecto de este mundo. Así que, me haría todavía más feliz y afortunado si tú acep...

El rubio no pudo terminar de hablar cuando el pelirrojo se había lanzado sobre él, haciéndolo caer hacia de sentón al suelo y a Sae sobre sus piernas.  En el mismo momento en que Sae se sentó en sus piernas le dió un gran abrazo quedándose así.

—Ryu...¿lo dices enserio?— Sae se separó un poco para verlo a la cara.

—Jamás había estado tan seguro de algo en mi vida— Habló Shido mostrando la pequeña caja negra que se encontraba en sus manos.

Sae no lo podía creer, estaba atónito. Una vez más atacó a su novio besándolo — Por supuesto que si acepto—

Habían dejado pasar una buena parte de la mañana, hasta que decidieron bajar en busca de algo para comer.

Siendo al rededor de las once de la mañana  Isagi era el único que estaba vivo en esa casa, había bajado a buscar algo de comer, agua y medicamento para Rin, con todo lo que había tomado la noche anterior, seguramente tendría una resaca que lo haría querer arrojarse por la ventana.

Se encontraba sirviendo un poco de jugo cuando vió entrar a la pareja demaciado juntos, pues Shido venía caminado abrazado a Sae por detrás con las manos en su estómago y los vió pasearse del refrigerador a la barra, la mesa y de nuevo al refrigerador sin soltarse por un momento.

—Chicos, ya sabemos que se aman, pero ¿De verdad tienen que estar pegados todo el tiempo?—  Preguntó el pelinegro riendo mientras tomaba el jugo que había servido.

—Oh, mi buen amigo. El día de hoy estoy tan feliz que no pienso despegarme para nada de mi amor. Finalmente aceptó casarse conmigo—

Isagi al escuchar esto casi se ahoga con el jugo, la sorpresa había hecho que en lugar de pasarse el jugo, este había salido por su nariz. Tomó una servilleta y comenzó a limpiar su rostro.

Isagi sabía las intenciones de Shido desde hacía meses, de hecho él lo había acompañado a buscar el anillo, pero no creía que lo hubiera hecho así nada más, creía que lo haría de forma vistosa y ante el mundo.

—Chicos, muchas felicidades. Ya era tiempo de que finalmente dieran el siguiente paso. —Sonrió dejando de lado su vaso y después caminó hacia ambos — Pero una noticia así se debe saber, así que presumeme, anda— y tomó la mano de Sae en dónde se encontraba un anillo de oro, para después ver el que estaba en la mano de Shido, que era igual liso, pero un tanto más ancho.

—Estoy muy feliz por ustedes, chicos, pero debo subir esto a Rin antes de que despierte y se desate una guerra—

—¿Acaso dejaste tan adolorido al muerde almohadas de mi cuñadito y llevas el desayuno como ofrenda de paz?—

—Para nada, Rin estaba demaciado ebrio, así que solo lo dejé dormir— Isagi paró su caminata y miró a la pareja — pero al parecer hay alguien que si se divirtió demaciado anoche. —Señaló las obvias marcas en las piernas y clavícula de Sae y los rasguños en la espalda descubierta de Shido—  Los gritos se escuchaban incluso en nuestro piso, no quiero saber si más abajo también y traumaron al pobre novio de Rei—

Con estas últimas palabras, Isagi se despidió sin pena alguna y fue en dirección a su habitación de la cual ya se comenzaban a oír maldiciones y gritos por parte de un azabache. Todos en casa estaban muy tranquilos, sin saber problema que habría unas cuantas horas más tarde.

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