Los chicos estaban haciendo tiempo mientras que Isagi terminaba de preparar algo de comer. Habían decidido esa misma mañana ir todos a nada un rato a un parque acuático, no solo a la piscina en casa. Todos se encontraban con traje de baño, los cinco hombres usaban shorts, playeras sin mangas y sus sandalias, por otro lado, la única mujer del grupo se encontraba en un traje de dos piezas, lentes de sol, un sombrero y una especie de bata de baño.
Rei había salido al patio a guardar unas cosas en el auto cuando escuchó el timbre de la puerta ser tocado. Le pareció algo extraño, ya que según ella, no esperaban paquetería o visitas. Quizá sería algún vecino que necesitaba algo, así que decidió ir a revisar quien era.
Al abrir la puerta se llevó una sorpresa nada grata. Por la puerta se asomaban unos ya conocidos cabellos naranjas.
Kunigami se encontraba en la puerta. En su casa que estaba en una ciudad diferente, con rosas en las manos.
—Amor... finalmente te encuentro— Rei intentó cerrar la puerta pero Rensuke interpuso su pie en el camino —Oye, eso es muy grosero de tu parte. No debes cerrarle la puerta en la cara a las personas cuando están hablando— dijo mientras abria la puerta y solo se invitaba a pasar al estacionamiento de la casa.
—¿Qué mierda haces aquí?, ¿Cómo me encontraste? — Habló la chica con un tono de molestia.
—El amor siempre encuentra el camino—Dijo el hombre— Además, te conozco demaciado bien, siempre te gustaron los lugares boscosos y tranquilos— levantó las rosas — Eh venido por ti, para que volvamos a casa y a nuestra vida —
Ofreció las rosas a la peliroja y esta las rechazó.
—Rensuke ¿Cuántas veces más debo decirte que no quiero volver a verte? Me mudé de ciudad, de casa, de escuela y aún así no entiendes—
—Se que estás molesta, pero —tomó su mano y comenzó a intentar guiarla a la salida y a su auto— Si volvemos a casa y echamos un polvo se que todo volverá a la normalidad—
La cara de horror de la chica se hizo presente, al igual que jaloneos de parte de ambos, comenzando una ligera disputa. Rei se resistía a salir de su casa pero, Kunigami era un tanto más fuerte que ella y justo antes de llegar al marco de la puerta la chica se cansó y se jaló hacia atrás logrando soltarse.
— Te dije que no y no, significa no ¿Entiendes? Tengo a alguien más que amo y a ti te odio. No te soporto, no te quiero ver ni en pintura. Así que déjame en paz— Y para rematar dió una bofetada que dejó inmediatamente una marca roja en la cara del hombre.
—Te dejo sola por un tiempo y lo primero que haces es ¿conseguirte otro? Vaya, de verdad que las mujeres solo se sienten un poco importantes y se vuelven unas perras, pero está bien. Te llevaré y te corregiré a como todo debe ser. Te mostraré tu lugar—
El chico levantó la mano, clara señal de que regresaría el golpe antes recibido. Rei al notar esto, estaba dispuesta a recibirlo y obtener motivos solo para después arruinarlo. Estaba esperando el golpe, que finalmente nunca llegó.
Al mirar hacia Kunigami, su mano se encontraba en el aire, pero un brazo se encontraba deteniendolo, miró al dueño del brazo y era Nagi.
—¿Qué carajo crees que haces? Idiota—
Respondió Nagi muy molesto. Había escuchado desde la sala los gritos de su novia e inmediatamente había salido a ver qué sucedía. Agradecía haber llegado a tiempo, para poder protegerla, aunque sabía que ella no lo necesitaba.
Kunigami por un momento se quedó perplejo por la altura del chico albino y tras unos parpadeos procesó la situación —¿Asi que este es mi remplazo? No me digas que ya dormiste con él y por eso está en tu casa—