Un amor en silencio🥊

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 C A P Í T U L O 10🏁

Isla Brown

Cuando llegué del trabajo ya Heaven no estaba en casa, supongo que Paul vino por él desde temprano, aprovecho que tengo unas cuantas horas para arreglarme y tomo un relajante baño de espumas. 

Opto por la opción de un vestido sencillo, no uso mucho maquillaje y dejo mi cabello suelto, tomo mi bolso y salgo de mi habitación. Sam se encuentra jugando con un juguete en medio de la sala de estar, al verme corre hacia mí.

— Ok, Sam, cuidarás la casa mientras no estoy y te portarás bien.— paso mis manos suavemente por su pelaje.— Mami regresará pronto.— dejo un beso sobre su cabecita antes de irme.

Tomo las llaves del departamento y bajo a recepción a esperar a Paul, a penas veo su auto me levanto del sofá y camino hacia donde se encuentra, este me recibe con un beso y abrazo.

— Estás hermosa, como siempre.— sonrío ante su alago.

— Lo mismo digo de ti.— caminamos hacia el lado del asiento copiloto, abre la puerta con caballerosidad para que entre al auto.

Una vez que me encuentro dentro del auto este cierra la puerta, rodea el auto y sube, en el trayecto ninguno de los dos dice una sola palabra, estacionamos frente al restaurante, tiene una estructura colonial, es agradable a la vista.

— Si no te gusta como se ve podemos irnos a otro.— me observa en espera de una respuesta, veo de reojo como da leves toques al volante, un indicio de que se encuentra nervioso.

— Me gusta, no debes preocuparte, el lugar es hermoso.— tomo mi bolso y sin esperarlo bajo del auto.

— Me mantuve durante estos días buscando un lugar que vaya acorde con tus gustos, me agrada que te haya gustado, no sabes cuanto.— toma mi mano y caminamos hacia el restaurante.

— Seños Anderson, su mesa está por aquí.— un mesero elegante nos guía hacia donde se encuentra nuestra mesa.

Ambos nos miramos fijamente, lo noto un poco nervioso, así que decido romper la tensión.

— ¿Con quién dejaste a Heaven?— sirvo vino en su copa y en la mía.

— Le pedí el favor a una amiga, me debía muchos, pensé que este era momento de cobrárselos.— sonríe mientras observa la copa que yace frente a él. 

— El lugar es hermoso, es todo lo que me gusta.— tomo mi copa y juego con ella en mis dedos.

— Ya resolví todo, compré mi boleto de avión, tengo todo listo.— da un trago a su vino.

El mesero se acerca con nuestros platos, lo acomoda frente a cada uno y se retira.

— La verdad es que me alegra que te vayas con nosotros, me daba mucha tristeza pensar que te quedarías aquí solo.— acomodo la servilleta de tela sobre mis piernas.

— Me mantuve pensando sobre eso durante todos estos meses y es lo mejor, así también me sirve para acomodar las cosas en la casa de mi madre, desde que falleció todo se ha quedado encerrado.— acomoda su servilleta sobre sus piernas.

Lo miro con una sonrisa sin mostrar los dientes.

— Me parece bien, así estamos cerca y te mantienes cuidando las cosas que tu madre dejó para ti.— observo mi plato, el humeante lomo de cerdo hace mi estómago rugir, la ensalada se ve exquisita.

— ¿Qué harás en Los Ángeles?... Digo por qué aquí te va bien con el modelaje, dejar todo es algo loco.— corta un trozo de carne y sostiene el tenedor.

— Pues, pondré en práctica mi carrera en automotriz, debo darle prioridad al taller, es justo que cuide lo que me costó conseguir.— corto un trozo de carne, lo acompaño con un poco de lechuga y lo llevo a mi boca.

— Olvidaba que te encantan los autos.— lleva su tenedor con algo de carne a la boca.

— Todo eso se lo debo al padre de Heaven, es el único responsable de mi gusto obsesivo por los autos.— sonrío.

— Sky me enseñó a vestir, de ella aprendí a combinar los colores y todo lo demás, era una aficionada de la moda.— mira hacia su plato con tristeza.

— Lo mejor es recordarlos a ambos con alegría, es lo que ellos desean en el más allá.— asiente y levanta su mirada.

— ¿Te gusta la cena?— mueve un poco su copa con las manos para mezclar un poco el vino, espera unos segundos y le da un sorbo.

— Todo está delicioso, me gusta.— limpio la comisura de mis labios.

— ¿Ordeno postre?

— No, la verdad es que esto es más que suficiente.— tomo mi copa y aspiro el delicioso olor del vino, doy un pequeño sorbo para agradar a mi paladar con su dulce.

— Isla, sabes que te quiero mucho... ¿No?— deja su copa a un lado de su plato.

— Yo también te quiero mucho Paul.— lo miro a los ojos.

— Pero yo te quiero de otra manera diferente, de una que tú no puedes quererme.— miro hacia mi alrededor, del otro lado de la calle veo una camioneta blanca con los cristales negros, esta se encuentra encendida, siendo que me observan, pero lo más seguro es que sean cosas de mi mente.

— Paul, yo.— me corta y continúa hablando.

— No te pido que me quieras de la misma forma, solo te pido que me dejes quererte como quiero hacerlo.

— Lo que menos quiero es herirte, no puedo aceptar ese tipo de cariño, no es justo para los dos.— vuelvo a llevar un trozo de carne a mi boca, la verdad es que está deliciosa.

— Nadie aquí quiere justicia, al menos no yo, solo quiero sentir lo que mi corazón me pide.— sostiene una de mis manos y me mira fijamente a los ojos.

— Créeme que quisiera corresponderte, pero sabes que lo sigo amando y por más que quiera mi corazón es el único que manda en estos momentos.— muevo mi mano suavemente sobre la de él, hasta que logro soltarme de su agarre.

— No pienso presionarte, solo quiero que lo sepas y cuando quieras intentarlo aquí estaré.— en serio que mi corazón se comprime al ver la nobleza de Paul, es un gran hombre, me maldigo por no quererlo como quiere.

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De camino a la casa vamos en todo el camino hablando sobre autos y unos que otros temas de interés, Heaven va en la parte trasera del auto durmiendo, parece un angelito, estacionamos en la entrada del departamento, tomo mi bolso y salgo del auto, como puedo sostengo a Heaven entre mis brazos para no despertarlo, es un poco pesado; sin embargo, prefiero llevarlo cargado hasta la casa.

— Déjame ayudarte con el niño.— intenta cargarlo, pero niego.

— No te preocupes, yo puedo con él, además debes irte.— asiente recordando la emergencia que le surgió a último minuto.

— Gracias de nuevo por aceptar mi invitación, recuerda lo hablado, cualquier cosa no dudes en llamarme.— sin dejarme reaccionar me roba un corto beso de los labios.

— Ve con cuidado.— con mi mano hago un pequeño gesto de despedida.

Subo las escaleras que conectan al lobby, el portero me recibe con una sonrisa, me ayuda con el ascensor, le agradezco y subo hacia mi departamento.

Dejo a Heaven en su habitación, me deshago de mis zapatos y sin quitarme el vestido me acuesto, quedándome profundamente dormida.

Juntos (libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora