Fuera del hospital🥊

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C A P Í T U L O 04🏁

— Tengo una muy buena noticia.— el doctor entra a mi habitación con unos papeles en mano, me encuentro sentada en la camilla, hoy decidí vestirme con mi ropa y dejar de usar esa horrible bata de hospital.

El doctor me observa con una sonrisa, en cambio, yo lo miro sin ningún rastro de felicidad.

— ¿Cuál es esa noticia?— pregunto sin importancia.

— ¿Y se puede saber por qué ese mal humor?— la sonrisa del doctor se esfuma, ahora me ve con seriedad.

— Nada, estaba pensando algunas cosas y como mi madre y hermano no han venido hoy me sentía un poco sola en este lugar.— miento, mi mal humor solo tiene un motivo y ese es Daemon y la idiota que tiene cerca.

— Pues vengo a alegrarte, estos papeles son tú de alta médica, recoge tus cosas y ya puedes irte a casa. — me tiende los papeles.— Pero eso sí, de vez en cuando debes venir a visita periódica, no pienso dejarte ir así por así.— me señala con su dedo índice.

— Me parece bien, ya estaba cansada de este lugar, pero no piense mal, ustedes fueron los únicos que alegraron mi estadía. — estrecho mi mano con la suya en manera de agradecimiento.

— Para eso estamos por estos lados.— camina hacia la puerta.— Toma el tiempo que necesites, afuera te esperan para llevarte a casa. —se despide y se va.

Recojo todas mis cosas, me toma un poco de tiempo, ya que me cuesta caminar con rapidez, es cuestión de tiempo para que vuelva a caminar como antes, tomo todas mis cosas y antes de marcharme de la habitación doy una última mirada, de una forma otra aquí duré buenos meses.

En sala de espera se encuentra mi padre y América, ambos me esperan con felicidad, muestro una pequeña sonrisa, mi padre se acerca al igual que América y me ayudan con el pequeño equipaje.

— Me alegra verte bien Isla.—América se acerca y me abraza, al separarse deja un casto beso en mi mejilla.

— Gracias por la preocupación, me da gusto saber que le importo.

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— Estuve pensando hija, cualquier día de estos puedes ir a la casa y cenar con nosotros.— mi padre me mira por el espejo retrovisor.— Sirve para que conozcas mejor a América, quiero que de verdad las dos mujeres que amo se lleven bien.— sonríe, toma la mano de ella y la aprieta.

Mi corazón se rompe al escuchar a mi padre decir que la ama, siendo sincera nunca escuché decirle esa palabra a mi madre.

— Papá no lo sé, debo pensarlo, debo hablarlo con mi madre, tú ya sabes las razones.— lo miro por el retrovisor.

— Está bien, habla lo que tengas que hablar con tu madre, lo solucionas y luego vas a la casa con nosotros.

— Así será.— sonrío sin mostrar los dientes.

— A la vez conoces a mi hijo.— América se voltea a verme, sonríe con emoción.

— También.

Estacionamos en mi casa, suelto un suspiro, ya me imagino lo que se aproxima, me bajo con cuidado del auto, tomo el bastón y camino hacia la puerta de la casa, mi padre saca el equipaje de la maleta y camina detrás de mí. Mi madre abre la puerta, me recibe con un abrazo, mi padre y yo entramos a la casa, tomo asiento en uno de los sofás, necesito hacerlo, mi padre deja el equipaje a mi lado.

— Te agradezco que hayas ido por Isla al hospital, a última hora se presentó un inconveniente que tuve que ir a resolver.— le dice mi madre a mi padre, lo mira con seriedad.

— Para mí no es problema buscar a mi hija donde sea, no tienes nada que agradecer.— le responde con frialdad.

— Bueno, lo bueno es que ya estoy en casa.— busco como intermediar para que estos dos no discutan, ya estoy cansada de sus discusiones.

— Yo ya me voy, piensa lo que te propusimos.— se acerca y besa mi frente.— Cualquier cosa me llamas.— asiento, pasa por el lado de mi madre sin decir nada y se va.

Mi madre me mira con intriga, ya sé lo que se aproxima.

— ¿Cuál es esa propuesta?— se cruza de brazos.— Si se puede saber, claro.— ruedo los ojos.

— Papá quiere que vaya a cenar con ellos, para que comparta con su nueva pareja y demás.— suelto con un ojo cerrado y otro abierto.

— Querrás decir su nueva familia.— toma mi equipaje y camina hacia las escaleras.— Si deseas ir, puedes hacerlo, es tu padre, en la relación de ambos no me puedo oponer, por mí no te detengas.— sube hacia las habitaciones.

En el fondo sé que le duele, es complicado, cuando sienta que es el momento, iré y compartiré con su nueva pareja, por ahora pienso enfocarme en mí, en mi recuperación y todo lo que conlleve.

— Te estuve buscando en el hospital, me dijeron que ya estabas en la casa.— Dave entra y deja las llaves sobre la pequeña mesa que se encuentra frente a mí.

— Lo más probable es que a mamá se le haya olvidado, con decirte que no pudo pasar por mí al hospital, se le presentó una emergencia de trabajo.

— ¿Quién pasó por ti al hospital?— toma asiento frente a mí.

— Nuestro padre.

— Eso pensé.— pasa las manos por su cara alborotando su cabello.

— ¿Lo perdonaste?— no es que se haya olvidado lo que pasó; sin embargo, al final es nuestro padre y las decisiones sentimentales que tome son suyas.

— Simplemente, entendí que es nuestro padre y no debo tratarlo con indiferencia porque simplemente ya no ama a nuestra madre.— se levanta y camina hacia la cocina, pasan varios segundos y regresa con dos manzanas, una para mí y otra para él.

— Es lo mejor, no debemos pelear, aunque no estemos de acuerdo con su decisión, debemos respetarla.— paso de una mano a otra la manzana, hago una pequeña terapia con mis manos.

— ¿Sabes quién está enorme?— me pregunta mi hermano con entusiasmo.

— No tengo ni idea de quien pueda ser.— intento pensar, no me da una respuesta mi cerebro.

— Pues Sam.— no puedo creer que me haya olvidado de mi perra.

— ¿Dónde está?

— La mantenemos en el jardín todo el día, es muy juguetona.— Dave se levanta y deja su manzana en la mesa.— Iré por ella.— se retira y camina hacia el jardín.

Al los pocos minutos viene con ella en brazos, mi cachorra está enorme, mis ojos se cristalizan de felicidad, no puedo creer que en todo este tiempo no me haya acordado de ella, aunque el doctor dijo que es normal, con el tiempo iré recordando poco a poco. La acerca hacia mí y la deja sobre mis piernas, esta lame toda mi cara y mueve su cola repetitivamente.

— La última vez que te vi, eras una bolita de pelos, a penas sabías ladrar, ahora eres toda una cachorra.— beso su cabecita, está hermosa y grande.

— Al principio cuando no estabas lloraba por ti, había noches en las que no nos dejaba dormir, luego fue sufriendo menos, todos los días la sacaba al parque y le hablaba de tus avances.— la mira con ternura.

— De verdad te agradezco hermano, Sam es lo único que tengo de Daemon y lo más preciado para mí.— la abrazo con fuerza, después de la oportunidad de vivir este es mi mejor regalo.

Juntos (libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora