Protegerla🥊

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C A P Í T U L O 15🏁

Daemon Moore

— ¿Seguirás molesto por ir a su taller?— Dakota deja su revista a un lado y se voltea a verme, ignoro su pregunta, como también su presencia.

— ¿Podrías cerrar la boca una sola vez en tu vida?— pregunto fastidiado, no hay un solo momento en que Dakota haga silencio, no puede mantener su boca cerrada, es un puto grano en medio del culo, de esos que te molestan a penas te sientas sobre ellos.

— Deseo saber lo que hace a penas unos segundos, pregunté.— mueve las hojas de la revista con los dedos.

— No estoy molesto, ya pasó, sigo continuando mi vida.— tomo mi vaso de limonada y le doy un trago, el día está más que caluroso.

— Pues la forma en la que me tratas dice lo contrario.

— Si dejaras de joder consideraría la opción de empezar a tratarte mejor, pero me tienes harto, ya no veo la hora en la que te vayas con tu padre.— dejo mi vaso sobre la enorme mesa, la cual tiene una sombrilla en medio para cubrirnos del sol.

— Señor.— Raymond aparece en el umbral de la puerta que conduce al interior de la casa.

— ¿Qué sucede Ray?— deslizo mis lentes hacia abajo, quedando estos entre mi boca y nariz.

— Tenemos un problema con lo encargado.— hace una pequeña señal, inmediatamente sé que habla de James.

Me levanto y camino hacia el interior de la casa, Dakota permanece acostada en la tumbona disfrutando del sol. Entramos a mi despacho, sirvo un vaso de Whisky y tomo asiento quedando frente Raymond.

— Ahora sí, cuéntame.— le invito a hablar.

— Hoy vimos a James, este se encontraba en el mercado negro comprando armas y municiones, también me llegó la información de que él fue quien interfirió en el anterior cargamento.— aprieto mi vaso con fuerza al escuchar lo que me acaba de decir.

— ¡Ese hijo de puta!— escupo.

— Y eso no es todo señor, James se mantiene observando cada paso que da la señorita Brown, debe buscar la forma de protegerla, ella no está segura.— mi corazón se detiene.

No, no puedo permitir que vuelva a hacerle daño, mi deber es protegerla, no importa si ella me odia, debo buscar la forma de mantenerla salvo.

— Quiero que seis de mis hombres vigilen a Isla, su casa, movimientos, todo, que sean mis ojos, que la cuiden con su vida, porque si algo le llega a suceder por culpa de uno de ustedes, los mato, Ray.— tomo todo el trago de golpe.

— Entendido, señor, ya mismo le informo a los muchachos y los envío a cuidarla.— se despide y sale de mi despacho.

Dakota se asoma por la puerta, ruedo los ojos, lo más seguro es que venga a joderme la existencia con sus estupideces.

— Iré a vestirme, recuerda que esta noche tendremos una pequeña reunión con varios colegas.— me mira en espera de una respuesta o alguna reacción.— ¿Me escuchaste?

— No iré a esa reunión, si quieres ve sola, inventa algo por mí.— dejo el vaso sobre el escritorio.

— ¿Te volviste loco?— entra y se detiene en frente del escritorio.— No puedo hacer eso, todos esperan ver tu presencia en el lugar.— se inclina.

— No iré y ya deja de joder.

— Cuando baje espero verte arreglado.— sale de la oficina y cierra la puerta.

Suelto un suspiro, no puedo faltar, en eso tiene razón, debo asistir, así sea por poco tiempo, pero deben verme presente, salgo de mi despacho y subo hacia mi habitación, escojo un traje negro de mi closet y tomo una corta ducha, me perfumo y visto con rapidez.

Juntos (libro #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora