William
Entre los rascacielos modernos y los callejones medievales, la gente adinerada pasea en los elegantes restaurantes y bares, admirando la historia del lugar. Y entonces estoy yo en mi pequeña tienda de relojes cerca del río Támesis.
Ser el mejor relojero y juguetero de la ciudad de Londres es lo que siempre quise en la vida y con la mujer perfecta a mi lado; Joanne, mi hermosa novia de ojos avellana, una hermosa sonrisa pintada de carmín y el cabello castaño. Esta noche pasaré a recogerla a su casa, le pediré matrimonio tras seis años de relación, quiero que esté conmigo lo que me reste de vida.
Tomo mi saco del perchero para después cerrar la puerta de la relojería, subo a mi auto para recogerla en casa de sus padres.
Deslumbra al salir en ese bello vestido negro suelto, disimulando esa bella figura que tiene; tomo su mano y su rostro serio me parece extraño, sus padres nos despiden sonrientes mientras nos marchamos del sitio, no dijo palabra alguna de camino al restaurante.
Al llegar a su restaurante favorito el ballet parking se lleva el auto y entramos a la reservación que hice un par de semanas atrás.
- Joanne – solté con cautela tratando de disimular los nervios -. Estás hermosa esta noche como siempre. Me encanta tenerte a mi lado y que me hayas aceptado desde un principio.
- Gracias Will – su voz apenas audible me dejó ver que algo está sucediendo -. Aunque todo esto es demasiado.
- Nunca es demasiado cuando se trata de ti – sonreí y besé el dorso de su mano -. Porque mereces esto y más, nunca me bastará la vida para agradecerte por todo mi bella.
- Se a dónde vas – apartó su mano de golpe, lo que se me hizo extraño.
- ¿Qué sucede? Desde que pasé por ti estás extraña, ¿es que acaso ya no puedo tener atenciones hacia ti? – saco del bolsillo delantero de mi pantalón una caja de cristal transparente que muestra un anillo de oro blanco, con un rubí cortado en forma de rosa -. Quiero entregarte esto - acerqué la caja en su dirección a lo que se alejó recargándose pesado en su silla. Mi corazón comenzó a latir como loco, dude en decir esas palabras pero la adrenalina hizo que salieran tan fluidas y por si solas -. ¿Quieres casarte conmigo? – una suave melodía sonaba de fondo -. ¿Quieres ser mi esposa?
- No – cortó toda ilusión -. No quiero casarme contigo, no quiero ser tu esposa, no quiero ser nada para ti William.
Mi corazón estallo en miles de pedazos en mi pecho, creo que todos en el lugar lo escucharon porque nos miraban con atención.
- Joanne, cariño.
- No – se levantó de la mesa dio media vuelta y emprendió el viaje de ida.
- ¿A dónde vas? – la seguí -. No puedes irte así, al menos al menos dame una explicación.
El mesero me siguió con la pequeña caja en sus manos distrayéndome; entonces la chica salió, paró un taxi y huyó.
El cielo caía a pedazos en cada gota de lluvia derramada de las nubes, al igual que mi alma se desbarataba dentro de mí.
Pagué y salí a buscarla hasta terminar afuera de su casa, marcando su número una y otra vez, pero todas las veces fue la misma respuesta: buzón de voz. Planee hablar con sus padres, pero no quería preocuparlos si es que ella no estaba aquí y ellos nunca han sido malos conmigo.
Un mensaje llegó, mire hacia la ventana de su habitación y ahí estaba ella, detrás de la cortina, su silueta se divisaba a la perfección.
Deja de molestar, acepta mi decisión y no me busques más William, ya no quiero estar más contigo. Deja de hacerlo difícil
¿En que falle?
¿Qué hice mal?
¿No soy suficiente para ella?
Encendí el auto y fui directo a mi departamento, el camino no es muy claro por la lluvia. Me detuve en un pequeño bar que encontré cerca.
No recuerdo muy bien lo siguiente, solo sé que ahora estoy en mi cama y todo me da vueltas. La luz lastima mis ojos y mi cabeza va a estallar de dolor. Me tapé con la almohada y volví a quedarme dormido.
El estómago me arde y el vómito fue imposible de retener, ahora todo es un desastre y la migraña me ha atacado con fuerza.
Tomo mi teléfono y comienzo a llamarla una y otra vez, pero no hay respuesta de su parte; ¿en verdad soy tan malo como para que no quiera saber nada de mí?
Después de darme un baño voy a la cocina, abro la alacena y me topo con una botella de wisky, sin pensarlo dos veces la tomo y comienzo a beber en un vaso, pero es tan poco que termino por tomar la botella entera.
Camino por todo el lugar viendo las fotos que tengo junto a Joanne, es tan hermosa y yo solo soy, soy un simple relojero poca cosa para ella.
- Yo solo me he dedicado a amarte y quiero darte todo lo que mereces, pero supongo que ser un relojero no es mucho para ti preciosa – digo tomando un portarretrato entre mis manos -. Pero yo movería el mar por ti.
Soy interrumpido cuando suena el teléfono en la mesa del recibidor. Corro a atender pensando en mi preciosa novia, pero me llevo la gran decepción al escuchar la voz de la señora Jones del otro lado.
- No, hoy permanecerá cerrado, mañana la veré tómese el día – las palabras salían arrastradas y se me trababa la lengua -. Adiós.
Pero no fue suficiente y no tardó en tocar la puerta del lugar. Vivir arriba de tu negocio no ayuda en nada, te encuentran fácilmente e insisten por todo.
Es una señora joven de unos treinta y tantos, delgada y con el cabello rubio, siempre en un moño perfecto. Aparte de ayudarme a limpiar y atender la relojería, limpia mi departamento.
- Señor Archer - toca la puerta insistente -. Abra por favor, sé que no está bien. Si esa mujer le hizo algo déjeme ayudarlo.
¿Cómo sabe?
Abro la puerta y me mira extrañada, tengo la botella aun en la mano y me tambaleo al caminar.
- Usted que sabe de mi relación con Joanne, nunca la ha querido – contesto medio molesto -. Solo haga su trabajo y déjeme tranquilo.
- Siempre ha sido una mala mujer señor – suspira -, se lo dije pero no me hizo caso, a simple vista se le nota que es una interesada. No digo que usted no tenga, porque su trabajo es excelente y esa mujer solo quiere más.
La miré algo molesto y me fui a mi recamara, azotando la puerta para después, dejarme caer en la cama.
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Te encontré
RomanceDetrás de un hombre seco, algo frío y que parece no tener sentimientos hay una verdad triste y una inmensa soledad. Pero, ¿qué hay en toda esta situación? William Archer es el mejor relojero de Londres y de Inglaterra entera, a parte de reparador y...