5 Que raro

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El mismo sendero de la vez anterior aparece ante mis ojos, las hojas caen sin preocupación alguna, todo está en silencio; que me parece algo extraño. El viento comienza a soplar despacio pero fresco y comienzo a caminar de nuevo por ese camino, el crujir de las hojas bajo mis pies descalzos es una sensación extraña.

- Hola extraño – la chica de la otra vez está sentada en una silla dándome la espalda -. Bienvenido otra vez, tome asiento.

Hay una mesa redonda pequeña de madera. Tiene una tetera encima con dos tazas y sus respectivos platos. También hay una azucarera y una cremera, haciendo juego todo a la perfección.

- H-hola señorita – saludo cortes pero nervioso -. Si me permite preguntar

- Adelante – me corta -. Pregunte.

- ¿Qué lugar es este?

- Es un sueño – mueve sus manos y toma una pequeña taza de porcelana de la mesa a su lado -. ¿No lo ve?

- ¿Estoy soñando?

- Claro – me siento, pero no me mira -. ¿Dónde más tomaría el té más delicioso de su vida?

Se levanta y noto la piel pálida en sus brazos a pesar de que los rayos del sol pasan suaves entre los árboles, ese camisón blanco que lleva, muestra su delgada figura. Sirve cuidadosamente el té en la otra taza y al bajar la tetera, levanta su rostro.

- ¿La conozco? – sale de mi boca al ver ese bello rostro, sus labios son tan pequeños y carnosos -. ¿Es usted de Londres?

- Soy de todas partes, pero nací en Alemania – levanta la mirada y ese verde en sus ojos me hipnotizó por completo -. ¿Azúcar?

- No, gracias – alza la taza y la tomo directo de sus manos sin apartar mi mirada de su rostro.

Sonreímos.

Bebimos el té disfrutando del suave viento, el caer de las hojas y de pronto los pájaros sonaban a lo lejos, ese canto extraño que no se escucha en la ciudad.

- Es una extraña sensación, ¿sabe?

- ¿El qué? – la miro y dejo la taza sobre la pequeña mesa.

- Tomar el té acompañada – su risita me encanta -. Siempre estoy sola.

- ¿Sola? – asiente con la cabeza.

Vuelve a sentarse y se recarga en el respaldar alto de la silla, apoyando sus manos una encima de la otra sobre sus muslos. Cierra los ojos y disfruto de la paz que la inunda.

- ¿Cuál es su nombre? – me atrevo a preguntar.

- Freda – su voz dulce sale sin necesidad de mirarme -. ¿Y el de usted?

- William Archer, a su servicio – vuelve a sonreír -. Señorita Freda.

- Háblame de tu.

- Es por educación.

- Es hora

-¿Qué?

Abro los ojos y el sol entra tenue por la ventana, anunciando un nuevo día más en la ciudad. Me levanto al sentir el sabor del té en mi boca.

- Fue un sueño – sacudo la cabeza -. Solo un sueño.

Miro el reloj y noto que es temprano aun, falta un rato para abrir la relojería. Hago mi rutina y desayuno algo rápido, en realidad no tengo apetito, me siento lleno.

- Buenos días señor – saluda la señora Jones al llegar a la tienda y ver que estoy ahí -. Se levantó temprano hoy.

- Buenos días – respondo -. En realidad si, esa muñeca que vio ayer vale una fortuna y no saldrá barato restaurarla, así que debo hablar con el cliente. Busque su número de contacto y me comunica con él.

La mujer asiente y me voy al taller.

La campanilla ha sonado bastante hoy, por lo que es un buen día.

Me dispongo a seguir con el trabajo de restauración y acerco mi grabadora de voz.

Nota #5: Comienza la restauración, primero se desarma parte por parte, desprendiendo primeramente los pies y manos, para proseguir con brazos y piernas. Es extraño a mi parecer que sea con articulaciones, así que quien la hizo o era viajero en el tiempo y sabía de las nuevas tecnologías o es una impostora (me atrevo a reír un poco). Sigo con los muslos y el antebrazo, dejando al final la cabeza con sumo cuidado.

- Señor, ha llegado el comprador – asiento y apago la grabadora.

- Voy enseguida – salgo del taller -. Hola señor Heredia.

- Lo recordó – extiende su mano y estrecha la mía -. Dígame, ¿hay algún inconveniente?

- Hemos estipulado los gastos de reparación y será algo elevado por la situación – carraspeo -. La muñeca tiene mucho daño en su rostro, la ropa volverá a fabricarse y

- ¿Tan mal está la pobre? – su rostro se ve afligido -. ¿Cree que podría verla?

- Adelante – levanto el tablón y pasa el mostrador.

Abro la puerta del taller y entra detrás de mí.

Su rostro refleja tristeza al ver a la muñeca desbaratada en mi mesa de trabajo.

- ¿Por qué te toco esta vida pequeña? – lo miro asombrado cuando comienza a hablarle -. No debías sufrir así, los humanos no te merecen.

- Señor – interrumpo tomando la cabeza entre mis manos -. Esta área es la más dañada, la pintura debe restaurarse y sus ojos arreglarse. El cabello se cambiara completamente, así que debe encargarse.

- Haga lo que sea necesario – toma la cabeza entre sus manos -. Dígame cuanto y donde para depositarle el dinero señor Archer.

¿En verdad siente empatía por un juguete?

Hasta puedo pensar que es un depravado que tiene sexo con muñecas o algo por el estilo, pero la sortija en su mano me indica que es casado.

- La señora Jones le dará mis datos y mientras más pronto haga el depósito, más rápido puedo proseguir a trabajar con ella – me da la parte de la muñeca que tenía y la coloco con sumo cuidado, procediendo a salir del lugar -. Y estamos en contacto.

- Está bien, gracias por todo – se marchó del lugar haciendo una reverencia.

- Es un hombre extraño – dice la mujer una vez se pierde en la calle.

- Ni que lo diga – respondo -. Ahora vayamos a comer.

Después de la comida, volví al taller, para pasar la lista de los proveedores con los que debemos hablar, para así comenzar a pedir lo necesario y comenzar la restauración.

El sastre llegó poco tiempo después por las medidas, miró la fotografía y se asombró por las telas, alegando que saldrá costoso, cosa que no importa puesto que pagaran lo que sea por la restauración de esta belleza.

Tras irse la señora y cerrar la tienda comienzo a limpiar la delicada porcelana con algodón y agua.

- No sé cuál es tu nombre, no viene grabado en la caja – dije mientras limpio su rostro -. La mayoría de muñecas lo tienen en alguna parte de su cuerpo, tienen tarjeta de presentación o viene escrito en la caja.

Nota #6: La mayor parte del cuerpo está muy mugroso, por lo cual, al retirar la suciedad, la pintura se ve dañada. La tengo de modo que la luz del día no le llegue, puesto que no sabemos la reacción hasta que esté restaurada otra vez, mientras deberá estar solo bajo las lámparas tenues.

Comienzo a retirar el cabello con sumo cuidado, notando lo enmarañado y dañado que está, ese color azabache se ve tan natural que le da más realidad aún a la muñeca.

Apago la grabadora y me voy a casa descansar.

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