Epílogo

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Decidí dejarme llevar por el momento y disfrutar todos los días sin importar que. Han pasado tres años desde que mi tienda ha renacido al igual que mi alma y mi ser entero.

Freda es muy amable con los clientes que llegan y se ha sabido ganar su confianza, así que el trabajo ha ido en aumento. Y aunque no hemos vuelto a tocar el tema desde aquella noche. Siento feo que no me haya dado una respuesta aun. Sigue viviendo conmigo y habla con sus padres de vez en cuando, puesto que su trabajo es muy demandante. Pronto estarán de vuelta en la ciudad, así que tendré que cerrar para que ella esté con ellos.

Al cerrar la tienda, sube corriendo y cierra la puerta.

- ¿Estás bien? – digo una vez llego arriba -. ¿Algo te molesta?

- No, solo estoy cansada – su voz suena melancólica del otro lado de la puerta -. Quiero dormir.

- Me quedaré un rato en el taller para aventajar trabajo – miento -. Si necesitas algo, llámame a mi teléfono. Te amo.

Bajo las escaleras y al llegar a la calle, miro la ventana de la recamara, la luz está encendida y no hay rastros de mi pequeña.

La florería está cerrada y James ya me espera afuera con el pequeño arreglo que le pedí. Lo tomo y vuelvo corriendo a la tienda. Voy al taller y noto la luz encendida.

- Me has mentido William – me da la espalda y se escucha molesta -. No estabas aquí. ¿Dónde estabas?

Se gira y noto las lágrimas en su rostro. Mi corazón se rasga al verla así. Últimamente la he notado apagada, sin ganas de nada y no sé por qué.

- Lo lamento – extiendo el ramo de flores -. Soy malo mintiendo y lo que menos quiero es verte triste hermosa, ¿qué pasa?

- Ella volvió, ¿no es así?

- ¿De qué hablas?

- Joanne...

- Jamás la dejaría volver teniéndote aquí – me acerco y retrocede -. Fui a recoger este arreglo para ti, preciosa, no tienes por qué estar así – sonrió -. Lo último que haría sería lastimarte y lo sabes, me conoces.

- Estas lejano, ya no estás conmigo y...

Rompe en llanto.

- Si es así, dejaré de trabajar para dedicar mis días enteros a ti – me acerco y me abraza -. ¿Qué pasa?

- Que yo pensé que... que me propondrías matrimonio o insistirías después de aquel día y no lo has vuelto a hacer.

- ¿Quieres casarte conmigo?

- ¡Si! – llora desenfrenadamente sobre mi pecho -. Es lo que quiero y no me has preguntado.

- Lo acabo de hacer – sonrío.

Meto mi mano al bolsillo del pantalón para sacar la pequeña caja negra de terciopelo. Rompo el abrazo y me hinco.

- No sé cuándo sea el momento adecuado para decírtelo, sabes que te amo desde hace mucho y quería esperar hasta que estés lista – carraspeo -. Y quiero que solo si estás lista me digas que sí. A mis treinta y dos años deseo más en esta vida que solo estar a tu lado y lo sabes, pero seré paciente.

- Estoy embarazada – soltó -. Mi tratamiento terminó hace unos meses y lo olvidé por completo, comencé a sentirme mal hace un mes y me hice la prueba y fui al médico – estoy en shock -. Mis hormonas me juegan sucio y no sé cómo reaccionar – de nuevo el llanto -. Yo te amo y quiero estar contigo siempre William y no se si estés listo para ser padre porque yo si quiero tener hijos tuyos y...

Silencio sus palabras con un beso al jalarla hacia mí. Saboreando lo salado de sus lágrimas y callando todos esos suspiros que salen.

- Cuando entenderás que no somos perfecto y todo cuanto venga de ti, es lo mejor para mí. Terminaste tu carrera y si quieres seguir aquí estaré para ti mi amor – la sostengo firme -. Me alegra saber que el fruto de nuestro amor crece en tu interior y seré aún más feliz de lo que soy ahora.

Te encontréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora