3. El bien mayor

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—No puede ser cierto lo que me estás diciendo —dijo aún sin poder creerse las palabras de su madre—

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—No puede ser cierto lo que me estás diciendo —dijo aún sin poder creerse las palabras de su madre—. Su padre, el Alfa de la manada, enamorado de un hombre. Era imposible de creer.

La mujer lo contempló por unos minutos, hasta que decidió abrir la boca para volver a cerrarla, intentando encontrar las palabras adecuadas. Inspiró profundamente.

—Max y Tul, eran muy cercanos en el pasado. Llegaron a tener una relación, no seria, pero sí una que parecía que duraría para siempre — sonrió levemente y en sus ojos se reflejó una gran tristeza—. Siempre recuerdo, aún ahora, aunque tu padre ya ha muerto, la manera en cómo lo miraba. Él nunca me miró de esa forma enamorada, como lo hacía con Tul. Sabía que había algo especial entre ellos dos, sabía que... lo que su padre había planeado estaba mal. Sabía todo, y aun así, no pude hacer nada para evitar que ellos dos terminaran como lo hicieron. No me siento orgullosa de ello Gun, pero yo también lo amaba, y como todo alfa, tu padre necesitaba dejar un legado, un hijo que pudiera tomar su lugar si faltaba en alguna ocasión. Sabes que la manada está ligada a los alfas y él sabía que no podría tener hijos con Tul, por más que se amaran, como también sabía que no todos estarían de acuerdo y verían con buenos ojos su relación.

—¿Por eso Nadech se separó? Porque ¿sabía de ellos?

La mujer negó con la cabeza.

—Nadech se separó porque creía en la relación que llevaban tu padre y Tul. Él los apoyaba y decía que merecían tener una vida feliz, aun sabiendo que no dejaría a un nuevo alfa. Pero tu padre no lo aceptó. No quiso el fin de la manada por su propio egoísmo —así lo dijo Nadech, cuándo decidió dejar la manada.

—¿Por qué nunca me lo dijeron? ¿Por qué obligaron a Tul? ¿Por qué lo hicieron irse? ¿Por qué tenía que seguir sufriendo por nuestra familia? Él tenía amigos aquí. Tenía familia —dijo con angustia y melancolía mientras sentía que todas las fuerzas en su cuerpo lo abandonaban— ¿Por qué no se fue con Nadech?

—Porque Nadech sabía que tu padre no aceptaría que Tul continuara en la ciudad. Nadech continúa en la ciudad y tiene su propia pequeña manada porque tu padre lo ha dejado, pero no lo hubiera aceptado si Tul se quedaba.

—No puedo creerlo —dijo comenzando a negar con la cabeza—. No puedo creer que hasta mi propia madre se haya rebajado a tanto —terminó tomando la mesa y estampándola contra la pared—. Salió de la casa rompiendo todo a su paso como una gran estampida, se internó en el bosque que colindaba con la propiedad, transformándose en un lobo completamente negro, a excepción de sus patas, que eran muy blancas al igual que el final de su cola.

Corrió y corrió sin tregua alguna, hasta que el sonido de personas hablando lo obligó a detenerse. Reconocía aquellas voces y más aún en su forma lobuna. Poco a poco fue acercándose a las voces, hasta quedar oculto detrás de un árbol, viendo así a tres hombres hablando entre ellos.

Uno de ellos era Nadech, al cual reconoció de inmediato, con su típica cabellera larga y desgarbada que siempre lo había caracterizado, como también su cuerpo estilizado y atlético que no le daban para nada la apariencia de un hombre llegando a sus cincuenta.

Quédate conmigo - H.A #13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora