7. Esperar

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Gun abrió los ojos de par en par

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Gun abrió los ojos de par en par. Sintiendo cómo la hoja se clavaba en lo más profundo. Su interior comenzó a arder por el metal y quiso gritar, pero el hombre le tapó la boca con su mano libre, ahogando su lamento.

—Mejor no hacer un espectáculo —le susurró mientras hundía más la hoja.

Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, llegando a la mano del hombre que le impedía gritar por ayuda.

Una pierna se cruzó por el estómago del hombre, lo que hizo que el mismo llegara hasta chocar contra la pared de la cocina, a unos cuantos metros.

—¡Quédate con él! —escuchó que alguien ordenaba. Una voz familiar.

—Ten cuidado —escuchó una voz delgada contestar y luego vio al rubio frente a él, algo borroso—. Gun —dijo con terror en la voz— Gun, escúchame ¿puedes escucharme? —Preguntó e inmediatamente su cabeza se ladeó, pero sintió el cálido contacto de las manos del rubio que lo obligaron a mantenerse derecho—. Gun, Gun, por lo que más quieras no te duermas ¿vale? —le escuchó decir mientras una de sus manos abandonaba su rostro y sentía cómo comenzaba a quitar la hoja de su estómago.

Gritó por el dolor que eso le causaba y logró levantar una de sus manos y colocarla sobre las de él. Las lágrimas le nublaron la vista.

—Tengo que quitarla Gun. Sino la quito morirás.

Escuchaba unos ruidos de fondo, pero no era capaz de distinguirlos. Algo sucedía, pero poco a poco sentía cómo las fuerzas lo abandonaban, como todo se desvanecía.

Cómo todo pensamiento lo abandonaba.

Cómo todo comenzaba a oscurecerse.

Había quedado inconsciente.

Una mueca de dolor se formó en su rostro cuando intentó girarse en el lugar donde se encontraba acostado. Lentamente comenzó a abrir los ojos, sintiendo un dolor punzante en su estómago, pero no tan fuerte como lo había sentido cuando la hoja de plata se había clavado dentro de él. Quiso girarse pero unas manos lo detuvieron.

–No te muevas tanto —le dijo una voz sumamente familiar— Aún no has sanado lo suficiente.

Abrió completamente los ojos y lo vio frente a él. Era él.

—O... Off —logró decir con dificultad, y quitó las de manos de él de sobre su cuerpo, como si el simple roce de parte de Off le doliera, le quemara y era lo que verdaderamente le estaba pasando.

Giró su rostro hacia la pared, percatándose de que se encontraba en un lugar que no conocía.

—¿Dónde estoy? —preguntó, girando su rostro para poder ver toda la habitación.

—Estas a salvo —fue lo único que le contestó Off, lo que lo obligó a girar su mirada hasta encontrarse con la de él.

—¿Dónde estoy? —preguntó con cierto énfasis, ya que odiaba ese tipo de respuestas. Si había preguntado era porque quería saber dónde se encontraba.

Quédate conmigo - H.A #13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora