13. Todo terminaría... allí

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Un coche los estaba esperando no muy lejos del gran galpón

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Un coche los estaba esperando no muy lejos del gran galpón.

Off no los siguió.

Gun miró hacia atrás por el rabillo del ojo y cuando llegaron al coche, vio que no había nadie más...

—¿Y los demás? —preguntó

—Nos estarán esperando en tu casa— le contestó Yai y entró al coche.

Una de las cejas de Gun se levantó y entró.

—¿En mi casa? ¿Cómo saben que tienen que ir allí?

—Les... Les he dicho cuando encontré sus rastros.

Gun lo miró entrecerrando los ojos. Se acomodó en el asiento y Yai arrancó el coche. Siempre se había preguntado cómo su tío y su padre eran hermanos, si no se parecían en nada.

Los minutos pasaron mientras el coche andaba por el bosque, hasta que Gun, luego de pensar y pensar, miró a su tío.

—¿Cómo nos has encontrado? —le preguntó y vio que este lo miró de reojo.

—He seguido el olor del lobo que los estuvo persiguiendo.

—¿Cómo sabías que debías de seguir su olor? —le preguntó ya con la vista clavada hacia el frente.

El coche frenó de golpe.

Gun se lo venía venir.

No iba a dirigirle la mirada.

—No fue el padre de Off quién mató a mi padre ¿no es así? —Giró su rostro y lo miró— ¡Has sido tú!

Se notaba la furia en sus ojos y vio cómo las garras habían comenzado a salir en sus manos. Ninguno dijo nada, solo se miraron detenidamente el uno al otro, hasta que una risa seca salió de los labios de Yai.

—Siempre he creído que no eras inteligente, pero vaya, parece que sí... aunque no deberías de estar diciéndolo, menos ahora, viendo en la situación que te encuentras. En eso... no has sido para nada inteligente querido sobrino —terminó.

Yai levantó una de sus garras y la dirigió directamente hacia Gun, pero este se había estado preparando, sabiendo que su tío no se quedaría quieto, por lo que en una rápida maniobra, abrió la puerta y dejó caer su cuerpo hacia el sendero barroso y lleno de hojas por el que habían estado avanzando.

Se levantó rápidamente y vio cómo Yai salía del coche furioso. Vio cómo poco a poco la figura humana de su tío era reemplazada por la de un gran lobo atigrado naranja y blanco. Un pelaje único e inconfundible.

Gun comenzó a correr por el bosque, sabiendo que tarde o temprano lo alcanzaría, por lo que poco a poco dejó que la transformación hiciera lo suyo y en cuestión de segundos él también había tomado su forma lobuna.

Corrió y corrió hasta llegar a un prado, frenándose justo en medio del mismo. Miró detrás de él, no había señales de su tío, pero sabía que estaba por allí, escondido. Miró atentamente, oyendo, oliendo hasta que el aroma de su familiar llegó inundó su olfato. Se giró rápidamente evitando que este terminara sobre él. Lo recibió con las patas delanteras y le hizo un gran daño al lobo atigrado, quien cayó cojeando de una pata, mientras que él había recibido una herida en uno de los costados de su cabeza.

Gun sabía que era más pequeño que incluso su propio tío, cuando en realidad un Alfa debía de ser el más grande de la manada. Sabía que no tenía ninguna oportunidad, pero estaba cansado de arrastrar a la muerte a su gente, todo por él. Debía de enfrentar todo de una vez por todas. Debía de aceptar que no estaba hecho para ser Alfa. Pero tenía que hacerlo.

Había visto el dolor y el pesar en el rostro de Off. Había visto la tristeza y la carga que siempre llevaría en sus hombros. Y no lo quería. No quería que Off cargara con ello. Lo amaba. Lo amaba demasiado como para rendirse en aquel lugar, contra el lobo que había asesinado a su propio padre solo por poder, solo por un simple y maldito título.

El lobo volvió a atacar y Gun logró con maestría esquivarlo, causándole una nueva herida en el costado. No podía perder. No lo haría —se dijo a sí mismo— y sintió como el poder se acumulaba en su cuerpo y empezaba a recorrerlo, sus grandes patas clavadas en el suelo, dispuestas a hacer cualquier cosa para sobrevivir, estaban listas para saltar.

Para vivir.

Su padre no había tenido la valentía suficiente de aceptar a Tul. Había sido débil y dejó que lo separaran de la única persona que amó. Había sido manipulado. Pero él no era como su padre y nunca lo llegaría a ser. Él no consideraría jamás, el amor que sentía por Off, como una debilidad... sino una fortaleza. Una forma de poder enfrentar todo. De vencer. De ganar. De terminar con todas aquellas reglas absurdas que se habían impuesto. Él amaba más que a nada a Off y estaba dispuesto a enfrentarlo todo por su amor.

Frente a frente, un lobo a metros del otro, rostro contra rostro, oscuridad contra oscuridad, porque a pesar de todo, Gun también tenía la suya. Todo terminaría allí. Debían de darle un final allí mismo, solo ellos dos, sin poner en riesgo a nadie más, sin que vidas inocentes se tomaran.

Ambos corrieron hacia el contrario. Las fauces abiertas y dispuestas a morder cualquier parte. Quien llegara al cuello del otro sería el vencedor.

El punto débil de cualquier lobo era ese. Su cuello.

Uno de ellos había ganado, para bien o para mal, había terminado con la vida de su contrario.

Uno de ellos llegó antes que el otro.

𝕰𝖛𝖎𝖎 𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ

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Quédate conmigo - H.A #13Donde viven las historias. Descúbrelo ahora