Capítulo 10

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Stella's POV

Sé que soy una persona horrible por querer verme con Beatrix, pero desde que volvió tan sólo tengo ganas de estar con ella. Existe un impulso dentro de mí que no sé controlar. Es una persona que me ha hecho mucho daño, ¿pero y qué si no lo busca?, no quiero justificarla, sólo quiero conocer su versión. ¿Me hace esto la peor persona que habéis conocido?, es probable, pero creo que sólo estoy enamorada.

Nos citamos en su dormitorio. Volvía a estar como siempre, Beatrix lo había limpiado y preparado para mí. Me esperaba sentada en su cama, con su mirada perdida, y con los ojos llorosos. Si fuese tan mala no tendría esa cara de culpabilidad, pensé. Tardé cerca de quince minutos en dignarme a petar en la puerta y entrar. Me daba mucha vergüenza, y hasta pensé en salir corriendo. Ya me encontraré a otro o a otra, pensé. Pero no. Nadie se compararía a Beatrix. Nadie. 

Entré, y ella me miró con una media sonrisa y me hizo un sitio en su cama. Me senté a su lado, y por una vez, no fui a la defensiva. No se lo merecía al ver lo destrozada que estaba. Si ella es mala, no voy a convertirme en algo peor. Joder, es que me mola. Es que la veo, y sigo sintiendo las mismas mariposas que siempre. ¿Por qué tengo que reprimir algo tan bonito como lo es el amor?

- Hola, Stella... - Me saludó con un hilo de voz, y vi cómo apoyaba sus manos en sus rodillas para tratar de explicarse. Era complicado para ella, y lo supe. ¿Por qué lo hizo?, no lo sé. - Tengo mucho que explicarte, y seguramente quieras mandarme a la mierda igualmente después de todo ello.

- No lo puedo hacer si no te explicas, así que...

- Mis hermanas me encontraron. Cuando estaba muerta, sí. Resulta que tienen unos poderes que les hacen comunicarse con las personas del más allá. Y me contactaron para decirme que querían reunir la familia. 

- ¿Y no veías que D'Arcy se estaba haciendo pasar por Deborah y siendo mi amiga? ¿De verdad no te diste cuenta en ningún momento?

- No le vi la cara hasta que fue demasiado tarde, después del último sueño.

- Por supuesto, lo tenían todo ideado.

- Llego a saberlo, y te lo cuento. 

- Tal y cómo me contaste todo esto.

- Joder, estoy intentando hacer las cosas bien, pero necesito conocer a mi familia. Lo hice, y ellas me contaron un secreto sobre mí. Te lo voy a contar porque confío en ti, porque aunque puedas hacer lo que quieras con esta información, sé que no lo vas a hacer. - Me puso en tanta presión... - Soy medio bruja.

- ¿¡Qué!?

- Así es. Hija de un brujo y un hada. Soy una híbrida. Sólo hay tres en el mundo que sepamos: Mis hermanas y yo. Por esto siempre tuve la sensación de no encajar. Algo dentro de mi sabía que si le hacía caso a mis hermanas podría descubrir algo de mí, y así fue. Aunque para ello tuve que traicionar a la persona que más quiero en este mundo.

- No pienso escuchar esto. No quiero que me digas mentiras, que me hagas creer cosas que no son. No soy la persona que más quieres, porque eso eres tú misma.

- Stella, joder, te amo. Sé que contigo la he cagado, y créeme, es lo único en lo que he podido pensar desde que vi tu cara de decepción, pero nunca quise hacerte daño. Mi búsqueda de respuestas no tiene por qué terminar con más destrucción. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, ¿vale? 

- Cállate...

- No, quiero que lo oigas. Mi vida es mejor desde que te conozco a ti, y sé que la he cagado, pero...

- Cállate, por favor... 

A cada vez que decía esas palabras, más entraban en mi cerebro. Intentaba no mirarla a los ojos, porque sabría que así caería. Porque por mucho que quiera negarlo, sigo enamorada de esa mujer terremoto. Me sigue poniendo todo mi mundo patas arriba. Joder, ¿por qué enamorarse es tan jodido?

- Por favor, déjame hacer las cosas bien a mi manera. Confía en mí, Stella. Sé que es difícil, pero te prometo que mis hermanas no quieren hacerle daño a nadie. Sólo quieren ayudarme a que descubra mis poderes. 

- ¿Y tú las crees?

- Sí, las creo. Y si termina siendo mentira, te prometo que frenaré la situación antes de que sea demasiado tarde. Tan sólo necesito tu confianza...

Y en ese momento, me acerqué a ella. Paré de pensar, y mi cara cada vez se acercaba más a la suya. No, no estaba convencida de lo que me estaba diciendo, pero no podía aguantar más.

- Entonces, ¿me perdonas?

- Cállate y bésame.

Acercó sus labios a los míos, cómo en cámara lenta. El primer beso fue tierno, con miedo. Noté como las lágrimas caían por sus mejillas, pero las sequé con mi dedo pulgar. ¿Por qué eres tan irresistible, Beatrix Daniels?

A ese primer beso inocente le siguió otro más intenso, en el que noté como ella ya se sacaba la camiseta. Respondí empujándola a la pared, apoyando el brazo contra la pared y acercando mi boca a su cuello. Con mi otra mano, le tapé la boca, no vaya a ser que nos escuchen, pensé. No quería que nadie se enterara de ello.

Me sacó la camiseta mientras se volvió a acercar a mí, y en vez de besarme, mordió mi labio de una forma muy sugerente. Con sus poderes, cerró la ventana. Nadie podría vernos. Ella sabía la vergüenza que estaba sintiendo. De fondo estaba sonando Wildest Dreams, de Taylor Swift. Era todo perfecto.

- ¿De verdad que estás lista? - Me preguntó - No sé estoy poniendo demasiada presión en ello, si no te sientes preparada, ¿de verdad que está bien?

- Sí, no pares...

Poco tardamos en despojarnos del resto de la ropa, y en consumar el amor en una noche inolvidable. En aquellos momentos, no se pasó por mi cabeza nada de lo que había hecho ella. Me trataba con total delicadeza, con amor. Como si pudiésemos ser una pareja de verdad, como si no hubiese ocurrido absolutamente nada. Perdí la cuenta de las horas que me pasé a su lado, pero cuando la noche cayó, las dos nos acostamos sobre la cama, acurrucadas.

No fuimos capaces de decir palabra hasta tiempo después. La paz que sentimos la una abrazada a la otra, con una fina manta por encima, era suficiente. Acaricié su hermoso rostro y dejé un beso en su mejilla, y ahí fue cuándo nos dignamos a hablar.

- Sé que ahora quizá no es el momento, pero quiero decirte que todo lo que te dije antes fue sincero. No fue sólo para que lo hiciésemos. - Me aclaró, mientras me dejó un suave pico en los labios - Te quiero.

- Yo también. Obviamente, no te voy a perdonar de la noche a la mañana, pero...

- ¿Pero?

- No puedo negarlo. Contigo tengo una conexión especial. No eres la villana de mi historia, Bea. Nunca lo serás. Por mucho mal que hagan tus hermanas, tú no tienes la culpa.

Estas palabras calmaron a Beatrix, que con el tiempo, se quedó totalmente dormida. En principio, me abracé a ella y esperé a dormirme a su lado, pero con el tiempo, dentro de mí nació el remordimiento. Nunca fui conocida por ser una persona especialmente confiada, pero todo esto era nuevo para mí. Me acordé de absolutamente todo lo que hizo, y aunque se abrió ante mí y explicó sus motivos, mi parte racional sabía que todavía no era suficiente. 

Que por mucho amor que sintiese por ella, el acto estaba hecho. Y, aunque sé que me arrepentiré de este momento toda mi vida, me volví a vestir y sin avisarla de nada me fui a mi habitación, rezando que Flora durmiese con algún chico aquella noche. Así era. Estaba completamente sola.

Me senté en el suelo, y con mis brazos apoyados sobre mis rodillas y mi cabeza quedando en el hueco, comencé a llorar. Era culpa mía. Le había dado pie, y la mejor noche de mi vida me había salido poco rentable. Que había tenido una noche de amor con la persona que había abierto el portal al otro mundo. Y lo más preocupante es...

Que lo volvería a repetir todos los días de mi vida. Hoy conseguí huir de tus encantos, Bea, pero sé que me volverás a encandilar. Y que llegará un momento en el que tenga que elegir entre mi yo racional y el amor, y no quieras saber la respuesta.


You have me. | StellatrixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora