Epílogo

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Tiempo después, la paz reinó por fin en Solaria. La antigua reina Luna fue condenada por sus crímenes. Este código penal fue descubierto por Silva mirando en el despacho. Todos los cargos que la condenaban le hicieron quedar presa por toda su vida. ¿Y Solaria?, quedó en manos de Stella. Había renunciado, pero absolutamente nadie quería tener el reino. Estaba tan mal visto ser de la realeza, que Stella tuvo trabajo para conseguir reformarlo. Lo primero que hizo como reina fue abolir todas las leyes de esclavitud que mantenía su madre. El reino no era sólo un reino, y había personas con más peso en las decisiones que ella. Todavía era muy joven, y sus ideas políticas estaban totalmente en contraposición con el hecho de ser la reina y tener el poder absoluto.

Se convirtió en una celebrity, todavía más. Pero esta vez, por sus actos positivos. Por ser una heroína. Tal y como en el mundo real el caso de Lady Di, Stella era la única persona de la familia real que suscitaba interés en las personas de los escalones más bajos de la sociedad. Incluso tras graduarse, siguió yendo a la escuela para ayudar. Se convirtió también en profesora. Tenía por fin su futuro feliz.

El resto de las Winx siguieron con su vida. Bloom y Sky se hicieron cargo de la escuela en cuanto Silva decidió jubilarse. Eran personas muy influyentes en la comunidad. Seguían las enseñanzas de su antiguo director: Alfea era un lugar por y para todos. Habían abierto la escuela también para brujas, pero de aquello se encargaba Beatrix. Dentro de su consejo, estaba Aisha: La que llevaba las finanzas. Todos confiaban en ella. Era la más sensata y lo demostraba. Seguía su relación con Gray, parecía que al final sí congeniaban y el joven brujo tuvo su redención. Por su parte, Flora formaba parte del profesorado. Impartía la asignatura de transformaciones, y por las tardes conocía a un joven profesor especialista de pelo largo que parecía robar su corazón. Dentro de los especialistas también trabajaban Musa y Riven; los cuáles habían reformado por completo el concepto de especialista. También se permitía a ciertas hadas acceder y tener un balance entre ambas cosas. Musa los entrenaba, y muchos y muchas de ellos también llegaban a transformarse. Y la última de las Winx en comentar, Terra, era la líder del equipo de seguridad recién formado. Junto a otras hadas protegían el colegio. Eran las hadas mayores, las que no tendrían miedo a nada. Las próximas Winx. Por su parte, Kat la acompañaba en todo, y ayudaba a Riven a entrenar a los nuevos especialistas.

Pero la que más prometedor tenía su futuro era Beatrix. Poco después de su transformación, decidió dar un vuelco a su vida. Aceptó su naturaleza y la abrazó. Se convirtió en la primera bruja de la escuela que no escondía su procedencia, y abrió las puertas a nuevas brujas. Era conocida mundialmente por ser la primera híbrida. No comentó la existencia de sus hermanas, toda la sociedad parecía haberlas olvidado. Y su búsqueda de respuestas cesó, pues ya las encontró todas en Stella, su novia. Seguían juntas. Más juntas que nunca. Eran la pareja perfecta, la que todo Solaria conocía. La reina y la híbrida. Y ambas recuerdan especialmente un momento.

Años después de todo lo ocurrido, Beatrix decidió preparar en uno de los jardines de Alfea un decorado con velas. En su bolsillo escondía una caja, que le enseñaría a Stella minutos después. Pero primero, decidió llevarla hasta un restaurante caro de la zona. Con todo el dinero que había ahorrado, esta vez le tocaba invitar a ella.

- ¿Qué ha pasado, cielo? - Preguntó Stella, confusa - ¿Esto es para hacerme la pelota?

- No, cariño. Es que me apetecía darte una cena sorpresa. Sé que has tenido una semana dura. Te mereces comer lo que te de la gana. Y me apetecía pasar el rato contigo. ¿Te parece mal?

- ¿Estás de coña?, esto es maravilloso. - Miró al camarero - Pónganos dos raciones de marisco.

- Así que marisco, eh.

- Has dicho que pida lo que quiera. Si es muy caro lo pago yo, ¿eh?

- Tengo todo bajo control, cariño. Absolutamente todo. Sé que ahora mismo va a empezar a sonar tu canción favorita.

- No serás cap-

Y en ese momento, comenzó a sonar Paper Rings de Taylor Swift. Stella miró a su pareja con sorpresa.

- ¿Cómo lo sabes?

- Es tu canción más escuchada. Me fijé en tu en bucle del Spotify. 

- Estás en todas, ¿eh?

- Por supuesto. Conozco perfectamente a mi novia. A la mujer de mi vida.

- Me voy a sonrojar.

- Es que te veo cada día, y aunque llevemos ocho años juntas, me sigues pareciendo igual de preciosa. - Dijo, mientras la volvió a mirar - ¿Cómo eres mi novia?

- Porque tú eres todavía más preciosa. - Agarró su mano y la besó - Algún día te llevaré al altar.

- ¿Ah, sí?

- Sí. Y me vestiré de blanco. Te daré la boda perfecta. Y luego si quieres adoptamos un niño o una niña.

- ¿Te apetece ser madre?

- La verdad es que sí, ¿a ti?

- Sí... Y creía que a ti no. Pero bueno, aún somos jóvenes. Tenemos tiempo para reflexionar sobre ello, ¿no?

Stella asintió con la cabeza, y mientras terminaron la cena, Beatrix se empezó a preparar su discurso. Tenía que ser perfecto. Mientras lo preparaba, se dio cuenta de que le parecía mejor que fuese improvisado. Tenía que salirle perfecto. Le preocupaba más aquello que cualquiera de las clases. Y antes de darse de cuenta, ambas salieron del restaurante tras pagar. Era el momento.

Beatrix puso a Stella una venda en los ojos y la llevó de la mano hasta el colegio. La hizo ponerse en medio de todas aquellas velas, y se arrodilló para agarrarle la mano.

- Puedes sacarte la venda.

- Tengo miedo...

- No lo tengas. Estoy aquí, venga, sácatela. Te he preparado algo.

Nada más sacarse la venda, Stella miró a su alrededor y se fijó en todas las velas que había encendidas. Escuchó incluso música en directo, Beatrix le había traído a una banda. Y luego miró a lo que más le importaba. Al amor de su vida agarrando su mano en frente.

- ¿Qué es esto, cielo?

- Eh... - Beatrix respondió nerviosa - Pues que Stella, me has cambiado la vida. Llevamos ocho años juntas y... Para mí eres la mujer con la que quiero compartir el resto de mis días. Cada día me levanto y me enamoro más de ti.

- Me vas a hacer llorar, cabrona - Respondió, cómicamente - ¿Pero esto de qué se trata?

- De que... - Miró para abajo - Joder, justo en este momento me tengo que poner nerviosa. Que lo tenía planeado y todo. 

- Creo que me hago una idea, sí...

- Pues que quiero llevar esto al siguiente nivel. O sea, no pasa nada si tú no quieres, pero... - Sacó del bolsillo la caja y la abrió, llevaba un anillo - Stella, ¿quieres casarte conmigo?, no me tienes que dar una respuesta ahora, pero quería que esto fuese un momento especial...

- Ya te vale, ¿eh?, ¡te lo quería pedir yo!

- Pues me he adelantado. Te jodes.

- ¿A que te digo que no?

- Este tren solo pasa una vez, cielo.

- Pues lo voy a coger. - Se puso el anillo - Sí, Beatrix. Me quiero casar contigo. Eres la mujer de mi vida, y yo también quiero llevarlo al siguiente nivel. 

- Voy a llorar, ¿eh? - Dijo, y Stella se acercó para darle un tierno beso.

- Pase lo que pase, you have me.

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Primero que todo, muchísimas gracias por el apoyo que he recibido por este fic, espero que os haya gustado y que tengamos la renovación de la serie y las hagan canon pronto 🤞🏻

Y si os ha gustado, os recomiendo también el fic que está escribiendo sxfics , no os vais a arrepentir de seguirlo :)

You have me. | StellatrixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora