¡ 13 ⚝ huevito feliz !

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El cielo se mantenía despejado recibiendo el despertar del sol que se asomaba entre los grandes edificios de la ciudad, iluminando con sus rayos de luz a toda persona que disfrutara levantarse cerca de las siete; excepto a Hyunjin, él le había ganado por mucho porque la limpieza de su hogar ya estaba terminada, veía con orgullo el brillo que lo rodeaba y las mesas sin polvo, el orden era primordial en su vida.

— Ahora hay que mantener esto intacto al menos hasta la tarde —llevando sus ojos hasta su muñeca leyó la hora de su reloj digital, faltaban diez para las ocho, la hora en la que Woni solía despertarse.

Era increíble el ritmo que llevaba en tan pocos días, limitaba su hora de dormir y solía despertar a las ocho cuando Jeongin le prendía el televisor mientras preparaban el desayuno.

El desayuno.

Fue hasta la cocina a prepararle algo especial al niño, utilizando algunos moldes de galletas para hacer figuras divertidas; entre ellos un panda de arroz, un sandwich a la mitad y manzana con miel, muy diferente al huevo en torta con sonrisa de ketchup que Jeongin solía preparar cuando le tocaba el desayuno, pero él no podía juzgarlo.

Cuando dejaba todo en la mesa escuchó un llanto provenir de la segunda habitación y la voz del pequeño en balbuceos.

Entre las estrellas pintadas de la habitación púrpura y los peluches de los estantes, en la cama estaba Woni, abrazando una almohada en forma de flor viendo hacia todos los lados, en busca de la persona que tenía que ir por él.

— Nini... Nini —su voz ya sonaba apagada, con algunos hipidos que desaparecían cuando el llanto volvía.

¿Acaso lo había abandonado?

— Oh, ¿por qué estás llorando? —por la gran puerta entraba el rubio, sonriendo cuando Woni le extendió los brazos para que lo cargara, amortiguando su llanto en su hombro— Está bien, todo está bien.

Hubo un año en el que tanto él como Jeongin se comprometieron bastante con el tema de ser padres, asistiendo a terapias para cerrar sus propias heridas y mejorar con ellos mismos, y luego yendo a otras para criar como era debido a un niño desde cualquier edad, aprendieron tanto que su niño interior se sintió celoso por esos momentos.

Por ejemplo, la validación de sentimientos y las pataletas; lo mejor que podían hacer era acompañarlo y darle su apoyo, comprendiendo que su única manera de expresarse era mediante el llanto. Recordando eso, Hyunjin esperó pacientemente hasta que Woni se calmara, dándole abrazos y meciéndolo mientras tarareaba. Después de un rato lo único audible eran hipidos.

— Uhg, eres un mocoso —bromeó, limpiando con un trapo su nariz roja de donde salieron mocos, Woni sonrió cuando la apretó sin fuerza—. Muy bien, ¿me dirás la causa de tu llanto, solecito?

Asintiendo con su cabello desordenado, pasó su mano por su ojo izquierdo, quitando las lágrimas acumuladas de sus pestañas.— Nini no vino por Woni.

— Ah, ya entiendo, no tienes que llorar por él ni preocuparte, sólo fue al trabajo, ¿está bien? Volverá en unas horas, hoy yo me quedaré todo el día contigo.

— ¿Me das huevito feliz?

— Hoy no comerás eso, preparé algo más, así que vamos antes de que se enfríe, ¡vamos!

— ¡Voy! —dijo con entusiasmo, levantando su mano en un puño al igual que el rubio.

Ambos llegaron al comedor, cada uno en su silla asignada disfrutando del momento.

Entre el calor de la mañana y el dulce sabor de la comida, Woni recordaba sus días pasados, cuando tenía que levantarse en busca de algo que llenara su estómago por todo un día y más si era posible, arriesgando no sólo su salud sino también su vida en las calles de la ciudad que despreciaba a pobres almas sin muchas oportunidades, sumando que las personas con abrigos lo trataban como a una rata de alcantarillado. Sólo era un niño.

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