capítulo cuatro;

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El príncipe y el ladrón cayeron a la vez. Desde la gran ventana de Louis, situada en la parte más alta del castillo, hasta el inmenso lago que rodeaba el castillo. Se empaparon enteros, hundiéndose hasta lo más profundo por la gran altura de la que se tiraron.

Al más pequeño le estaba costando mantenerse quieto, no sabía nadar y sentía que en algún momento se ahogaría.

Harry se acomodó sus rizos mojados mientras flotaba. — ¿Por qué estas haciendo esos movimientos raros? No me digas que te está dando un parraque nada más empezar, si lo llego a saber no te traigo. — se mofó al ver la situación del omega.

— Es que- — estaba intentando hablar como podía, pero su incapacidad no le debaja. — No- no sé nadar y no llego pie. En vez de reírte podrías ayudarme.

— Al príncipe necesitan que lo rescaten, que novedad. — vaciló el rizado.

— ¿M-me vas a ayudar o qué?

— Sí, ya voy. — Se acercó un poco para cogerlo de la cintura por debajo del agua, y así parara de hacer esos movimientos.

El omega de Louis chilló internamente y el propio Louis se quedó de piedra. El alfa de Harry sonrió complacido por el efecto que había causado.

— Súbete a caballito, en mi espalda. — El ojiverde se dio la vuelta y el príncipe se acomodó en su espalda.

Harry llegó a la orilla del lago cargando con Louis y dejándole en el suelo una vez salió del agua.

El ladrón escuchó como el príncipe se quejaba bajito por el aspecto de su ropa.

— No creo que lo más importante ahora sea la ropa. Tenemos que salir del reino, ya se habrán dado cuenta que no estás en tu habitación.

Louis frunció su ceño. — Me podría resfriar ¿sabes? o coger cualquier enfermedad y si al príncipe de Zenttokya lo encuentran muerto te cortarán la cabeza. — amenazó el más pequeño apuntándole con su dedo índice.

Harry se inclinó un poco hacia delante. — Con esa carita no eres para nada amenazante, principito.

— ¿Principito? — frunció el ceño ante el apodo, en cierto sentido le había gustado que le llamara así y su omega estaba más que dichoso.

— Sí, principito, porque eres demasiado pequeño y adorable, y no eres tan estirado como otros príncipes. — explicó el alfa, que solo fomentaba el color carmín en la carita del omega.

príncipe omega; lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora