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(s.) Algo que parecía sencillo en un comienzo y terminó marcando tu vida para siempre.



CAPITULO 6



-Experimento no. 03, sesión 02. Operación "Floridula poradio"-

había una voz, por algún lugar incluso parecía que aquel sonido estaba dando vueltas por su cabeza, cada segundo, cada minuto... no comprendía perfectamente cuál era la situación en la que se supone se encontraba, tal vez lo correcto era sentir miedo... pero por alguna razón los sentimientos, sensaciones y estímulos estaban tan lejos de sus manos tanto que poco a poco empezaba a ser pesado, comenzaba a doler como un peso en el pecho aún cuando nada estaba sobre él.

-¿te sientes bien, Dazai?- aquella voz volvió hablar pero parecía mucho menos fría que aquella primera, no sabía cuántas personas había, pero la verdad él no tenía mucho interés en saber la respuesta

-esto solo será como la primera sesión, no hay razón para sentirse asustado, solo estamos yo y tu ahora, nadie más- aquella voz especialmente se había oído demasiado cerca de su oído, parecía como el susurro de un demonio... uno que lo estaba llevando detrás de la luz -¿cómo la primera sesión?- pregunto nuevamente el castaño, aún confundido por todo lo que estaba experimentando y esa sensación que definitivamente no había sentido antes

en ese entonces Dazai solamente tenía 17 años. El día de la segunda sesión, en aquel hospital psiquiátrico, dónde aún Fyodor Dostoevsky no era el director del hospital, pero que por alguna razón tenía demasiado control y libertad en éste, pese a que era un recién egresado de la universidad de 27 o 25 años -así es, Dazai, justo como a la primera sesión- y hablaba con tal descaro, aún cuando era más que evidente la mentira. Dazai pudo notar de una forma más que evidente qué ese el lugar no era el de la primera sesión, ni tampoco había cosas qué hubo en la primera sesión, en la cual simplemente hablaron en un consultorio normal, Fyodor le llamó "terapia de ambiente" dónde tuvo que contarle ciertas cosas de su pasado aún cuando no había querido hacerlo y tuvo que mostrarle también a Zai la única personalidad que era capaz de controlar medianamente, era un niño tímido, se llevaban bien, en cambio a las otras dos restantes era imposible hacerlo a salir sin que quisieran, sobre todo a la personalidad femenina. Shuji

-Doctor Dostoevsky...

-ah... Dazai, creí que te había mencionado que no hacía falta que me llamaras por mi apellido, puedes llamarme por mi nombre después de todo vamos a pasar mucho tiempo aquí, incluso podemos llegar a ser amigos- habló el médico ruso interrumpiendo con total diversión las palabras del menor, tal vez no estaba completamente cuerdo para ser un psiquiatra...

-¿bien? ¿qué era de lo que querías hablarme?- preguntaba mientras sacaba de ciertos envases de cristal algunas sustancias que Dazai no pudo reconocer, el lugar en donde se encontraba jamás lo había visto, estaba en la parte inferior del hospital, por debajo de todo lo demás que ni siquiera sabía que existía, el ambiente era diferente, había una clase de pared extraña en esa habitación, sillas y máquinas que no tenía idea de que era lo que hacían, quiso poder sentir algo para librarse de esa situación, quería que alguien más viviera eso, no él.. pero desde que le inyectó en la vía intravenosa aquel suero no sentía absolutamente nada -¿cuál... es el tratamiento?- cuestionó con cierta timidez temiendo escuchar la respuesta, se preguntaba en el porque estaba ahí.

-así que eres curioso, bueno este método para aliviarte se llama "Floridula poradio" no te preocupes, tú estarás bien, Dazai- le sonrió volviendo hacía él con una jeringa, la cual inyectó al suero que tenía conectado, poco a poco sintió los latidos de su corazón con tanta fuerza que pensó que estaba por morir, entonces el médico le colocó una especie de antifaz.

𝒔𝒐𝒇𝒕𝒄𝒐𝒓𝒆 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora