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— ¡Atrapa!

Pete reaccionó justo a tiempo para atrapa la pluma que Porsche le había lanzado, agradeció con una sonrisa y se volteó para seguir prestándole atención a la clase del profesor.

— Bueno, no es de esperar que sea nuevamente el joven Pete quien haya sacado la nota más alta respecto al trabajo de literatura. — Dijo su profesor mientras se acercaba a él entregándole su evaluación, Pete esbozó una sonrisa. — Felicidades joven Pete.

Pete se sonrojó levemente al ver que estaba a nada de la puntuación máxima.

— Para alguien de su edad escribe con mucha profundidad y sentimiento, me gustaría que pasara a leerlo frente al salón. ¿Le importaría?

Pete se tornó completamente carmesí.

— Ande, sé que puede. — El profesor le sonrió tiernamente.

Pete asintió tímidamente mientras se levantaba torpemente de su silla, tirando sus hojas. Se inclinó rápidamente a recogerlas pese a las risas de fondo de unos chicos, risas que fueron calladas rápidamente con la mirada asesina de Porsche.

Pete pasó la mano por su cabello haciendo suspirar a una que otra chica y se colocó frente a la pizarra con su texto en manos, sus manitas lo agarraban firmemente pero ocultando su rostro detrás con cierta pena.

— Bien Pete, lee la descripción de la persona que ha marcado tu vida frente a todos. Estamos ansiosos por escucharte. — Lo animó el profesor.

— S-sí profesor. — Dijo mientras acercaba el texto a su rostro.

Tomó una pequeña respiración, ligeramente avergonzado de lo que había puesto. Mordió su pequeño labio y se dio ánimos.

— Su m-mirada era profunda, como el océano p-pacífico. — Comenzó en voz baja.

— Y peligrosa al mismo tiempo, como si hubieran mil tiburones rodeando un p- pequeño barco. — Aumentó un poco el tono de su voz. — T-tiene el cabello negro como la noche, como el pelaje de una pantera a punto de brincar sobre su presa. Pero no tengo miedo, solo me quedo quieto esperando a que te ataque.

Todos lo miran atentos, sobre todo Porsche quien mantiene los ojos muy abiertos.

— M-marcó mi vida con su mordida, sin poder dejarme ir. — Apretó sus ojitos por la pena que le daba leer lo siguiente. — Y por eso lo pongo en este texto, porque me dejó marcado como nadie más me había marcado... porque me había marcado el alma.

El silencio se apoderó del salón unos momentos. Pete bajó la hoja y observó el entorno, una chica de la primera fila comenzó a aplaudir lentamente hasta que poco a poco los demás se unieron creando un coro bastante estruendoso.

— Muy bonito Pete, ¿pero estás seguro de que solo es tu imaginación? — Preguntó una niña.

— Sí, solo lo imaginé. —Pete sonrió.

Las niñas se vieron entre ellas con ojos brillosos.

— Gracias joven Pete, puede volver a su asiento. — El profesor le sonrió. —

¿Alguien más quiere pasar a leer?

Pete observó a Porsche. Su mejor amigo negó con su cabeza seriamente, Pete alzó un poco sus hombros con una media sonrisa y volvió su vista nuevamente al frente.

Sabía que quizás no fue correcto escribir sobre él. Pero necesitaba desahogo de una forma, la que fuera.

Y nada había sido mejor que aquella clase. Además, después le mostraría su escrito, estaba seguro de que le gustaría mucho.

Eres mi mascota....VegasPeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora