𝐍𝐢𝐧𝐞 𝐋𝐨𝐧𝐠 𝐌𝐨𝐧𝐭𝐡𝐬 (𝐒𝐭𝐞𝐝𝐝𝐢𝐞)

[𝚄𝚗𝚘] 𝙲𝚊𝚜𝚊

Después de dos años de relación y de haber terminado la preparatoria, Steve y yo habíamos decidido que era buena idea vivir juntos.

Una pequeña casa en Hawkins para ambos no sonaba mal, con nuestros empleos mediocres bastaba para cubrir al menos los gastos de la comida y los servicios necesarios de la casa.

El resto lo arreglaríamos con el tiempo, o al menos eso era lo que pensábamos, pero a veces hay situaciones de por medio que se te salen de las manos.

-Y esta es la última- mencionó Steve colocando la pesada caja de cartón sobre la mesa de madera.

-Hogar dulce hogar ¿Emocionados?- preguntó Henderson quitándose la gorra.

-Bueno, es una etapa diferente pero... Estoy seguro de que lo lograremos- mencioné acercándome a Steve y este me abrazó por la cintura.

-Por dios, díganme que al menos harán una reunión o algo por su nueva casa- Steve y yo nos miramos entre sí.

Realmente no teníamos algo como eso en mente, pero ahora que Dustin lo mencionaba no parecía en realidad una idea tan mala.

-Claro ¿Por qué no?- miré a Steve y este asintió.

-Entonces ¿Esta noche?- preguntó señalándonos.

- ¿Esta noche?- preguntó Steve con una ceja arqueada.

-Anden, no sean tan aguafiestas- hizo un pequeño puchero juntando sus manos y yo suspiré.

-No lo sé Henderson...

-Lo tomaré como un sí, pongan linda la casa, adiós- habló rápidamente para después salir de la casa.

Dustin nos dejó a Steve y a mí completamente a solas en la casa, con la oportunidad de comenzar así a acomodar todas y cada una de nuestras cosas.

-Bien, ¿Por dónde empezamos?- preguntó viendo el lugar repleto de cajas de cartón y demás cosas.

-¿Qué te parece el colchón? Es lo que más estorba en la sala- me encaminé hacia él y Steve me detuvo.

-Espera- dijo y lo miré. - ¿Y si nos quitamos los zapatos?

- ¿Para qué?

-Ya sabes, como en las casas japonesas donde tienes que entrar y quitarte los zapatos- ladeé ligeramente la cabeza y arqueé una ceja. -Además, el suelo es de madera y...- hizo una mueca. -Es algo costoso mantener estos pisos- me encogí de hombros y asentí.

-Hagámoslo entonces.

Nuestra primera labor era introducir el colchón que se encontraba en la sala, a nuestra habitación.

-De acuerdo, a la cuenta de tres- asentí y Steve hizo lo mismo. -Una, dos, tres- levantamos el colchón para adentrarlo por la puerta, pero de pronto sentí que algo se atoró, así que lo empujé.

- ¡Eddie mi pie!- chilló repentinamente Steve haciéndome pegar un brinco.

- ¿Tu pie? ¿Qué tiene tu pie?

-Estás aplastándolo, gira el colchón- hice lo que me pidió y volvió a quejarse. - ¡No a ese lado!- chilló con dolor y lo moví del lado contrario y así Steve pudo sacar su pie.

-Creo que fue mala idea hacer la estupidez de estar descalzos en la casa.

-Pésima idea, sí- Steve me dió la razón y ambos volvimos a colocarnos los zapatos.

Y así pasamos la mayor parte del día, cargando, moviendo y acomodando.

Así hasta que sin darnos cuenta la luz del sol había desaparecido por completo.