˗ ˏˋ 𝗩𝗔𝗡𝗘𝗦𝗦𝗔 𝗬 𝗙𝗥𝗘𝗗 𝗛𝗔𝗕𝗜́𝗔𝗡 𝗦𝗜𝗗𝗢 amigos durante años, se habían conocido y aprendido el uno del otro. Sin embargo, en algún punto, las cosas cambiaron. Ellos cambiaron. Y sus sentimientos pasaron de ser cariño amistoso a algo m...
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CAPÍTULO TRES ! ❛ TIEMPO DE CRECER. ❜
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CUANDO TENÍA DOCE AÑOS la pequeña Ringwald fue por primera vez a casa de sus amigos, los gemelos Weasley. Y allí, conoció a sus hermanos, Charlie de dieciocho, Summer y Ron de diez y finalmente la pequeña Ginny de nueve. Ella los amó desde un primer momento, eran como sus propios hermanos. Conoció a Bill tiempo después, y sintió exactamente lo mismo. Amaba a los Weasley, era la favorita de Arthur, y Molly siempre le horneaba pasteles de chocolate para su cumpleaños. Y los amaba tanto, que no dudaba en defenderlos cada que podía.
Habían publicado un artículo horrible hablando del señor Weasley, y Draco Malfoy se había burlado del físico de la señora Weasley, cosa que claramente le enfadó. No estaba de acuerdo con lo que el profesor Moody le había hecho al platinado, pero, si creía que merecía un castigo, y comenzaba a cansarle que nadie se lo de. Siempre se los privilegiaba, y le fastidiaba. No era justo. Y aunque le molestará admitirlo, también sabía que Dumbledore y McGonagall tenían a sus favoritos y les permitían ciertas cosas. No era justo. Podían tener favoritos, sí, pero no menospreciar a otros o darles más beneficios solo por eso. Ahí fallaban ellos como educadores. Y era por eso mismo, que la joven no ponía las manos en el fuego por ninguno de ellos. No confiaba en Dumbledore, en McGonagall, y mucho menos en Snape.
—Moody está loco. —murmuró Nessa, limando sus uñas. Fred la observó haciendo una mueca.
—Sí, pero es genial.
—No, no lo es. Lo que hizo con Malfoy no fue correcto, y tiene una forma de enseñar muy particular. En la última clase le dijo a Lee que si no podía resistirse a la maldición Imperius, era un inútil. —lo miró alzando las cejas—. Además, sabes que cuando vimos las maldiciones imperdonables en cuarto todos quedamos algo afectados, y las vimos con un imbécil. Ahora imagina como se sentirán ellos viéndolas con él, que es tan brusco. ¡Piensa en Harry y Neville!
El pelirrojo no respondió, en su lugar, recapacitó y se dió cuenta que ella tenía algo de razón. Le daban algo de pena ambos niños, pues los quería y sabía que habían pasado por situaciones muy difíciles. El oír a Vanessa y Alexandria, les había enseñado a los gemelos sobre la empatía y el entender que el otro es otro, siente, vive y expresa como otro.
