˗ ˏˋ 𝗩𝗔𝗡𝗘𝗦𝗦𝗔 𝗬 𝗙𝗥𝗘𝗗 𝗛𝗔𝗕𝗜́𝗔𝗡 𝗦𝗜𝗗𝗢 amigos durante años, se habían conocido y aprendido el uno del otro. Sin embargo, en algún punto, las cosas cambiaron. Ellos cambiaron. Y sus sentimientos pasaron de ser cariño amistoso a algo m...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CAPÍTULO DIECIOCHO ! ❛ MÁS GRANDE QUE TODO EL CIELO. ❜
───────────── ⋆ ✧🍪✧ ⋆ ───────────── v
einte votos y diez comentarios para continuar !!
SILENCIO. Los oídos de Vanessa retumbaron en silencio mientras un grito ensordecedor escapaba por la garganta de su amiga Lauren. Alexandria lloró con fuerza, Fred la atrajo hacía su pecho en un vago intento porque no vea la escena frente a ella, pero era tarde.
Cedric Diggory había caído muerto frente a la atenta mirada de quiénes consideraba las personas más importantes en su vida. En su mente no pasaba nada. Estaba en blanco. Dejo de ver, dejo de escuchar, dejo de sentir y dejo de amar. Dejo de existir. Y las dejo a ellas, a tres adolescentes destrozadas.
—Vengan aquí, vamos.
Los gemelos no tuvieron más remedio que intentar sacar a las chicas. Sin embargo, estas se soltaron de su agarre, y sacando fuerzas de dónde no tenían corrieron hacia abajo. Y entonces lo vio, vio el cuerpo y vio como aquel dije de oro que le había obsequiado a su amigo en vida, ahora colgaba de su frío cuello. Fue recién entonces que comprendió que esa sería la última imagen que sus ojos tendrían de su mejor amigo, y sucedió. Se rompió. Gritó con fuerza, con ardor y con dolor. Se arrodilló en la tierra junto a sus amigas y las tres se abrazaron sin consuelo alguno, simplemente permaneciendo a orillas del cuerpo de Cedric, quién fue, para las tres, su pequeña luz al final del túnel.
—No, por favor no... —musitó Vanessa.
Pudieron divisar a la señora Diggory, y tanto Alexandria como ella corrieron a abrazarla. Sus rodillas sangraban por arrastrarse en la tierra, pero más sangraba su interior al comprender que sus ojos no volverían a ver a Cedric, que sus oídos no volverían a oírlo, que su olfato no olería su perfume, que su boca no compartiría otra cerveza de mantequilla con él y que sus brazos jamás volverían a rodearlo.
