Capítulo 16

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                              Ada

Estaba perdida. Recordaba estar enfadada con Skyler y, de la nada, un auto chocó por mi lado sacándome por el cristal del parabrisas. Aún podía sentir los trozos de vidrio clavados en mi piel, los gritos de las personas pidiendo ayuda y su voz, preguntando por mi. Hice el esfuerzo por hablar y hacerle saber que estaba ahí, que no tenía que preocuparse, pero, no pude. Mis labios no tenían fuerza para moverse y dudaba que mi garganta soltara el mínimo sonido. Los paramédicos me subían a una camilla mientras decían cosas que no lograba escuchar. No podía sentir la mitad de mi cuerpo. Solo alcancé a escuchar que la otra chica se había puesto histérica y tuvieron que sedarla. Los ojos se me cerraron y un pitido comenzó alarmando a todos los vestidos de uniforme.

—No puedes irte —susurraba una voz —Aún no.

—No creo poder quedarme —miré a mi alrededor. Nada, todo oscuro. Una niña salió de una esquina. Era yo.

—Necesito que vuelvas. Este no es tu lugar. Falta que vivas un poco más.

Y ahí me senti egoísta por querer preguntar cuanto más.

—Simplemente no lo sé, solo un poco más —habló como si leyera mis pensamientos— Vuelve con ella.

Y así, abrí los ojos encontrándome otra vez con el techo de la ambulancia, las caras preocupadas de los paramédicos y un montón de cables que salían de mi hasta la máquina que emitía sonidos indicando mi pulso.

Una vez la ambulancia paró me bajaron y comenzaron a darle información a las demás personas.

—Chica, unos diecisiete años, golpes graves en la cabeza y columna a causa de un choque de autos, —llamaban por el apellido a alguien— fractura de la pierna derecha.

Sentía los movimientos de la camilla, personas a mi alrededor y algún que otro suspiro de asombro cuando cortaron las mangas de mi sudadera para colocar intravenosa y vieron las horribles marcas que tanto intenté ocultar.

—Hagan una CT. ¡Rápido! —escuché una voz lejana antes de dormirme otra vez.

—Vas a pintarme ahora ¿verdad? —preguntó jugando con su bata.

—Si, ponte cómoda. Avísame cuando estes lista —contesté caminando hasta coger un lienzo y varias pinturas.

Skyler había estado insistiendo en que la pintara y decidimos hacerlo hoy. Estaba en bata para ocultar la ropa con la que quería que la pintara. Se veía realmente hermosa. La luz de la ventana daba un brillo a sus ojos grises y su rojo cabello.

Se acomodó en el sillón frente a mí y soltó el nudo de la bata quedando completamente desnuda ante mí. Era un ángel, uno bello y delicado.

—¿Quieres que te pinte como Jack a Rose en el Titanic? —bromeé.

—Exacto. Quiero que recuerdes este momento toda tu vida.

—Creeme lo haré —le aseguré y me sonrió sin saber lo que pasaba por mi mente.

Las voces de mis padres y mi hermana. Dolidas, preguntando cuando iba a despertar. ¿No estaba despierta? Lo intenté, con todas mis fuerzas, simplemente mis ojos no se abrían hasta que...

—Es realmente hermosa la vista desde aquí —dije tomando su mano al llegar a un lugar plano cubierto de pasto seco al final de una montaña a las afueras de la ciudad.

—¿Te gusta? —asentí— Aquí quiero que tengamos nuestra casa cuando seamos una parejita adorable de ancianas.

Reí

¿Estaba muerta? ¿Por qué recordaba todos estos momentos ahora?

—Despertará pronto —su voz mientras sentía una mano acariciar mi mejilla. Ella estaba aquí, estaba viva.

—¿Qué canción es esa? —preguntó colándose en su antigua oficina que se había convertido en mi estudio de pintura.

—No puedo creer que no la conozcas —dije sorprendida dejando de pintar.

Negó con la cabeza y me acerqué a ella moviendo mi cuerpo al ritmo de la canción.

—Es de mi cantante favorita —hablé abrazada a ella— de hecho, esa es mi canción favorita. ¿Sabes por qué?

Negó.

—Porque nos identifico mucho con ella —se quedó mirándome confundida y me alejé para elevar el sonido a tal punto que no se escuchaba nada más.

—Smoking cigarettes on the roof —canté —You look so pretty, and I love this view. We fell in love in October. That's why, I love fall. Looking at the stars —su mirada gris puesta en la mía. Nos mirábamos con amor— Admiring from afar. My girl, my girl, my girl. You will be my girl.

Sonrió, sonreí y nos besamos con la canción de fondo. Aunque no todo era verdad, no nos enamoramos en Octubre, yo ya estaba enamorada desde antes, desde que llego una tarde a cenar a casa presentándose como la amiga de Ava.

Creo que lloraba recordando nuestros momentos. Esos que me hicieron y aún me hacían feliz.

Pintaba un bosque de noche, los arboles casi sin hojas debido al otoño, un cielo sin estrellas iluminadi silo por la gigantesca luna haciendo sombra a los arboles, y en medio de todo aquello, una chica, sentada cpntra una gran roca, abrazada a sus rodillas y unos auriculares puestos. Sonreía, poco, pero lo hacía, como si se sintiese bien allí.

—Eso es asombroso.

—Voy a ponerte un cascabel como a los gatos. Lo juro —rió.

Sería una sexy gatita. ¿Verdad? —caminó moviendo sus caderas para provocarme.

—Maldita pervertida —la acusé riendo a lo que me contestó pegándose a mi tomandome de la cintura.

—Nunca te he oído quejarte, mas bien, tu boca me pide más —puso la lengua entre los dientes y yo me mordí el labio antes de poner una mano en su cuello y otra tirando de su cabello.

La tuya hace lo mismo —susurré ahogando las palabras en su boca para besarla ferozmente, sin delicadeza, en ese momento no pensaba tener piedad y creo que ella tampoco.

Ya no sentía el peso de una mano sobre la mía. Ella se había ido, seguro que a su habitación, después de todo, también era una paciente.

Quise intentar abrir mis ojos y lo logré. Lo hacía lentamente, llevaba un tiempo prolongado sin hacerlo, así que era como si tuviese que acostumbrarme. Sábanas blancas cubrían mi cuerpo, todo oscuro a excepción de una tenue luz de la lámpara a mi lado. Un sillón a unos metros, ocupado por un abrigo negro que reconocería en cualquier parte, su abrigo. Entré en pánico, no podía ser. Él  no podía estar aquí, no otra vez. Sentí mi corazón acelerarse y los pitidos de la máquina conectada a mi pecho lo comprobaron. Tenía que salir de ahí, no podía verme despierta. Una figura moviéndose a través de la puerta me alertó y al mirar lo vi, a pesar de la poca luz pude ver esos ojos negros y su sonrisa retorcida, aquella que lo caracterizaba.

—Ada, cuanto tiempo...

Bailando bajo las Estrellas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora