Los personajes pertenecen a la trilogía de "El corredor del laberinto" de James Dashner, lo único que es mío es la trama.
¡Muchas gracias por todas las visitas, los votos y los comentarios! Me animan a seguir escribiendo. De verdad, muchísimas gracias ♥ Este capítulo es más corto. Bastante. Solo tres páginas de Word. Bueno, no daba para más.
¡Este fic está a punto de terminarse! Quizá para antes de que se termine el mes ya lo habré terminado, quedan unos tres capítulos :3
Comenten si les ha gustado, si quieren alguna escena en especial, etc. ¡Disfruten del capítulo!
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Cuando llegué debajo de casa de Newt le envié un mensaje, como siempre. Poco después oí un sonido electrónico que indicaba que la puerta principal estaba abierta. Subí las escaleras de dos en dos hasta llegar al piso donde estaba el apartamento de Newt.
-Hola -me saludó con una sonrisa cansada.
-Hola -le contesté, dándole un beso rápido en la mejilla. Él sonrió y entramos dentro.
Sonaba una música de los años cincuenta de fondo. La verdad es que al principio me sorprendió que escuchase a Elvis Presley, pero pensándolo mejor me di cuenta de que era algo que pegaba con su personalidad.
-¿Tienes algo pensado? -le pregunté con curiosidad. Él sonrió y asintió con la cabeza.
-Sí, pero será una sorpresa -dijo con misterio.
De repente noté el olor a carne cocinándose y sonreí. Newt había estado en la cocina. Había preparado la cena para los dos, seguramente. Madre mía, qué ángel.
Me senté en el sofá y él hizo lo mismo.
-Podríamos ver una película y después podrías quedarte a cenar si quieres y... -dijo con mucho nerviosismo, como si pensase que no querría estar con él. Qué tontería.
-Me quedaré todo lo que me dejes, cielo -sonreí y le abracé. Él hizo lo mismo antes de poner una película.
Como la última vez, no estaba muy pendiente de la trama, tan solo de Newt. Newt, Newt, Newt. Su nombre era tan perfecto. Él en sí podría ser la definición de perfección. No había nada que no haría por él.
-Te quiero, Tommy -susurró él.
-Yo también te quiero, Newt -le apreté un poco más hacia mí y esta vez sí me puse a prestar atención a la película.
Era un poco larga y aburrida, pero por lo menos estaba con el rubio. Su presencia me tranquilizaba y me indicaba que todo iba a salir bien.
Cuando la película terminó, Newt se levantó y se dirigió a la cocina, y yo hice lo mismo. La comida olía fenomenal, cosa que me abrió el apetito. Cuando sacó una bandeja de pavo del horno se me hizo la boca agua.
-¿Necesitas que te ayude? -le pregunté.
Él negó con la cabeza y me dijo que lo tenía todo bajo control y que no me preocupase. Salió de la cocina con el pavo en las manos y seguí sus pasos hasta el balcón. Ya era de noche. Las estrellas iluminaban el lugar, pero no eran suficientes. Por eso, Newt encendió una luz.
En medio del balcón había una mesa con todo puesto. Newt me indicó con un gesto que me sentase en una silla.
-Madre mía, no tenías que haberte molestado... -susurré, admirado.
-No -aceptó-. Pero quería -sonrió de lado y empezó a servir el primer plato: una lasaña con una pinta increíble.
Empezamos a comer en silencio. La comida estaba buenísima. De repente mis espaguetis recalentados en el microondas no me parecían gran cosa, pero... ¿con qué podría comparar eso?
-Tommy, tengo que decirte algo -susurró. Dejé de comer un momento y noté un nudo en el estómago.
-Dime.
-No voy a hacer nada sin tu autorización -me aseguró-. Me gustaría no tener que escondernos, ¿sabes? Poder darte la mano por la calle, salir juntos a pasear... como una pareja normal.
Iba a decir que ya éramos una pareja normal, pero sabía que era mentira. Las parejas normales no tenían miles de ojos pendientes de todos sus movimientos.
-Mañana llamaré a mi familia. Entonces podremos decirlo en alguna entrevista o algo -propuse. Él asintió con la cabeza, un poco más animado, y seguimos comiendo.
Cuando terminamos le ayudé a recoger las cosas y a llevarlas a la cocina. Entonces nos volvimos a sentar en el sofá, abrazados.
-No sé qué haría sin ti -dijo él.
-Ni yo sin ti -le contesté, dándole un beso.
Él me lo devolvió así estuvimos un rato.
-¿No se te hace pequeño el sofá? -preguntó Newt. Yo sonreí y asentí.
Nos levantamos casi a la vez y fuimos a su habitación.
-Ahora vuelvo -le prometí, dirigiéndome al baño.
Cerré la puerta y suspiré. ¿Estaba preparado para lo que pudiese pasar? Poco después llegué a la conclusión de que sí, lo estaba. Quizá desde que le conocí. Me lavé las manos y salí de la sala.
-¿Vienes?
-Voy -dije, volviendo a la habitación de Newt.
Sonreí y entré, cerrando la puerta detrás de mí.