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Conrad:

Ashton Casablanca.

Paso las hojas del expediente que tengo en mis manos y leo los datos que se hayan en cada línea, información irrelevante y que ya intuía con solo verla.

En conclusión, un imán de problemas.

Observo la tarjeta con la mancha de mostaza seca sobre mi mesa.

—Señor.

Alex ingresa a la oficina y guardo la tarjeta en el bolsillo de mi saco, me entrega los documentos que ocasionaron su retraso y los reviso en silencio.

Sus ojos se posan sobre la carpeta abierta y lo cierro.—¿Me dirá como le fue con la señorita Ashton?
—Me deshice de ella, es lo único que importa.

Levanto la mirada y los ojos de Alex adquieren sorpresa.

—Señor, no habrá..

—Hice lo que debía hacer, ahora léeme el itinerario de hoy.

Lo observo tragar y asiente con la cabeza, saca la Tablet que carga y me comienza a leer los pendientes.

—Cancela esa cita. —Le ordeno. —Estuve toda la mañana viendo lo mediocre que es esa empresa, no la voy a tomar.

La tacha y continua con la otra.

—Debo preguntar... si saldrá con la señorita Verónica esta semana.

No respondo y Alex insiste.

—Su padre dejo instrucciones claras, debo insistir.



(***)



—¿Finalmente te dignaste a ver a tu prometida? —Me aborda Verónica en cuanto tomo asiento frente a ella. Lleva ropa de color blanco, el vestido ejecutivo y el saco que cubre sus hombros y las joyas no pueden faltar.

Veronica lleva la taza de café a sus labios y mis ojos se percatan de los hombres vestidos de negro fuera de la cafetería.

Baja la taza y sonríe. —¿Quieres que pida algo?

—Ya desayuné, gracias, vayamos a los negocios.

—¿Nuestro matrimonio es un negocio?

—Uno al que accediste y ambas partes ganamos.

—Si. —Ella niega. —Ya no se trata de eso.

Arqueo una ceja.

Verónica coloca la mano delante mío, estirando los dedos y con los ojos en el.

—Mis padres empiezan a preguntar cuanto más tardaran en ver un anillo.

—¿Quieres un anillo? Lo enviare. —Tomo un respiro. —¿Es todo?

Baja la mano otra vez.

—Sí, quizás lo retrase un poco ¿Y después?

Sonrio apartando la cara. —No me voy a casar contigo, Verónica.

—Por supuesto que no, amo mi libertad. —Me responde. —Y aunque físicamente somos perfectos juntos, somos tan opuestos.

La miro en silencio.

—No importa lo que tu padre le haya prometido al mío o si son amigos, no quiero seguir con esto.

—¿Quieres que anuncie una ruptura?

Lucifer tiene un NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora