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Conrad:

—Debería vetarte de Cabaré por haber ingresado al camerino de mis chicas.

Estoy sentado frente a la barra, recibiendo otro trago de la misma persona, escucho como suspira, me bebo el trago y una sombra me hace voltear.

—Remmy. —La saluda.

—Al fin llegas, cariño. Llevo cuidando a tu hombre toda la noche.

Ashton se ríe.

—¿Tienes los..

Arqueo una ceja.

Remmy se agacha detrás de la barra y regresa entregándole un paquete de cigarrillos.

—Gracias. —Me mira a mi. —¿Nos vamos?

No espera mi respuesta y pasa de largo, me trago lo que queda en el vaso y observo a la persona detrás de la barra.

—Realmente le gustaste como para irse contigo. —Remmy hace un gesto hacia Ashton. —Yo que tu no desaprovecho esto, no muchos hombres suelen gustarle.

Dejo los billetes y salgo detrás de ella.



(***)



Camino por la calle con ella, a pesar del aspecto desalineado que dejaron las pestañas postizas y el delineador negro debajo de las bolsas de ojeras, Ashton Casablancas lleva el cabello revuelto y viste similar a la ultima vez que la vi, aunque ahora es un overol short, una blusa y botas negras.

—¿Quieres uno? —Me ofrece el cigarro y lo rechazo. —Olvida que los tuyos son de mejor calidad ¿No?

—¿A dónde vamos?

—Ahí. —Señala al minimarket en la gasolinera.

Algo suena, es su estomago.

—Quiero unas papitas. —Arroja el cigarro sobre el suelo y lo pisa apagándolo.

Antes de quejarme por la locura que va a realizar, Ashton corre al lugar volviendo a ser la insoportable que le tiro una piedra al coche.

Ella ingresa primero, afuera del estacionamientos hay algunas mesas y en el interior también, pegadas a las lunas de la tienda.

Ingreso a esta y la busco con la mirada, esta en la sección de frituras y lleva como dos bolsas de diferentes papas en las manos, intenta tomar otro cuando este se le resbala de las manos.

SI, es la misma mujer.

Ella intenta tomar otra bolsa y ya no le caben en las manos, se agacha a recoger la que tiro y con fastidio lo tomo en su lugar.

—Gracias.

—¿Todo eso vas a comer?

—También quiero de esas. —Señala la Pepsi de un litro.

La tomo y sus ojos se iluminan por la sorpresa, y escucho otro agradecimiento de la boca de Ashton Casablancas antes de dirigirme a la caja.



(***)



Si el alcohol ya estaba haciendo efecto en mi cabeza, que ella apretara la bolsa de aluminio tratando de aplastar las papas, me irritaba mas.

—Dame eso, carajo.

Se lo arrebato y abro la bolsa de frituras, estoy sentado con ella en una de las mesas afuera del minimarket, Ashton no agrega nada y comienza a morder las papas, incluso me ofrece uno , el que rechazo de inmediato y sigue comiendo.

Acaba un envoltorio, luego dos y tres, para el cuarto no oculto la sorpresa.

—Guardare este poco para mañana... —Me dice por alguna razón.—¿Estas seguro que no quieres?

—¿No entiendes un no?

—Contigo no se sabe.

Me cruzo de brazos.

—Te dije que sigo siendo yo. —Me recuerda ella.

—¿Me has escuchado quejarme?

—Aun. —Pronuncia. —Pero también puedo leer lo que piensan, ahora mismo es muy fácil.

Arqueo una ceja. —¿Has actuado así a propósito?

Ella sonríe. —¿Qué crees tu?

La examino mientras ella sonríe, enroscando su dedos en un mechón de su cabello y jugando con el.

—¿Quién eres?

—Sabes mi nombre.

—No.

Me mira confusa.

—¿Cuál de todas estas eres tu?

—Lo que ves aquí soy yo.

Y exactamente no logro comprender cual es la real, esta versión y la que entro al minimarket hace varios minutos es la misma que destruyo el coche con el que me trasladaba, pero la mirada de ahora es la de la mujer atractiva y de voz encantadora al dominar el escenario de Cabaré.

—¿Temes que mi yo real que te tiene aquí sentado no sea la que te gustó?

—No le temo a nada, Ashton.

—Si, esa es la impresión que me das. —Me suelta ella. —¿Y que harás? ¿Jugar a la ruleta rusa conmigo?

—Soy bueno jugando.

Se ríe.

—Y yo lo soy mejor, Conrad Mondragón.



Nos leemos.

>>Yiemir.

Lucifer tiene un NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora