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Conrad:

Me levanto de la cama en busca de mi camisa e ignoro a la mujer desnuda que descansa al lado, cruzo la habitación y me dirijo al armario, donde Lola, la mujer mayor de servicio, me espera con una camisa planchada y limpia.

—Buenos días, señor. —Me saluda y recibo la camisa, Lola no se mueve mientras termino de cerrar cada botón del torso y las mangas, y al acabar, me entrega una corbata.

—Tengo que salir, en cuanto mi acompañante se despierte.

—Entiendo, yo me encargo de pedirle un taxi.

Ajusto la corbata frente al espejo y separo los brazos, mientras la mujer me coloca el saco.

—No voy a desayunar. —Baja la cabeza entendiendo. —¿Alex ya llegó?

—El señor Alex llamo, le recuerda que le mando a hacer unas diligencias y no podrá venir, ya solicito un chofer para usted y debe estar esperando abajo ahora mismo.

—¿Y no se te ocurrió avisarme?

—Lo lamento, señor, pero dejo muy en claro que no se le fastidie cuando se encuentre descansando o...—Ella mira detrás de mí, hacia la habitación. —Cuando está acompañado.

—Un chofer. —Mis dientes chasquean. —Cuando yo puedo conducir.

La mujer baja la cabeza. —El señor Alex también pidió recor...

—Retírate.

Ella calla.

—¿No escuchas?

—Entendido, señor.

Me dirijo a mi oficina personal, sacando el maletín junto a la Tablet ejecutiva que llevo en mano, salgo del lugar y subo al ascensor, dirigiéndome al primer piso, el chofer me espera en la entrada y me abre la puerta cuando me acerco, sin embargo, mis ojos se quedan observando en el paquete grande de la entrada.

El móvil suena en mi bolsillo.

—Buen día, señor. —Me saluda Alex.

—¿Qué quieres?

—Lo entiendo, pero no podre llegar a tiempo. —Arqueo una ceja al oírlo. —¿Hay un paquete en la entrada?

Observo la caja.

—Es la bicicleta de la señorita Ashton.

—Creí que ya habías solucionado eso, Alex. —Le llamo la atención. —¿Qué hace eso aquí?

—Iba a entregárselo personalmente, como gesto por haber ignorado el accidente.

—¿Algún sentido de que me digas esto? Hazlo y ya.

—Sigo atrapado aquí. Señor... creo que ella olvidaría más el tema si usted se lo lleva.

Una sonrisa cruza mis labios. —¿Es una broma?

—No, no lo es, lamento infórmalo, pero fue grosera con ella. —Se atreve a decirme. —Es su personalidad, pero debemos dar por cerrado esto de la mejor manera.

Trago saliva.

—Señor.

Corto la llamada.



(***)



Ashton o Ash como sea que se llame lleva una camiseta negra y subiéndole un overol jean bastante desgastado, trae sandalias y una chaqueta de lana que le cubre los brazos, el cabello lo lleva recogido en una cola alta y los mechones cortos se le caen hacia adelante.

—¿Es para mí? —Analiza el paquete muy sorprendida.

—Tómalo y desaparece de mi vista.

Intenta levantarlo.

Paciencia.

—Creo que necesitare ayuda.

La observo a ella y luego al lugar que señala detrás suyo, un bar de mala muerte, sucio y desagradable, lo sé por la suciedad afuera de él y las marcas de grafitis de diferentes colores en la pared, es la puerta trasera de lo que ella llama Cabaré y no estoy interesado en lo más mínimo de cruzar esa puerta.

—Es problema es tuyo.

Ashton arquea una ceja.

—Como digas, gracias por la caja.

Empieza a arrastrarlo y el ruido me causa malestar.

—Abre la puerta.

—¿Qué?

—Que abras la puerta. —Repito y los ojos se le abren, enseguida lo hace y meto el producto con su ayuda, aunque no lo necesite.



(***)



—¡Espera!—Me detiene del brazo cuando vuelve a salir.

Solo llegue al pasillo y regrese, miro el agarre de Ashton, el mismo que pierde fuerza.

Ella me suelta y pone las manos detrás.—¿Si vendrán a verme esta noche?

—¿Qué?

—Le di a Alex mi tarjeta. —Me responde ella. —¿No vendrán?

—¿Por qué quisiera pisar este lugar otra vez? —Suelto asqueado. —Ya tienes la bicicleta y estas bien ¿No es así? No tienes ningún rasguño.

Observo las banditas que cubren los raspones que le causó el accidente, algunas en sus manos, otras en su rostro.

—Ahora sigue con tu vida y deja de entrometerte en la mía.

—De acuerdo, en primer lugar, yo no te llame, tu viniste aquí. No seas arrogante. —Otra vez está tuteándome. —Y solo estoy siendo amable y deberías hacer lo mismo, considerando que fuiste tú quien me arrollo.

Arrolló...

Quiere más dinero o que..

—¿Por qué me recuerdas eso? ¿Pretendes sacarme ..

—¿Qué? Estoy diciendo que te faltan modales, yo solo intentaba ser amab..

—No me interesa, ya tienes lo que quieres. —Digo refiriéndome a la bicicleta. —¿Qué más deseas? ¿Dinero?

Se le abren mucho los ojos y enseguida sonríe, diferente a las veces anteriores.

—Es verdad lo que dice la gente de personas como ustedes. —Ahora su tono es más fuerte. —Nunca he sido de juzgar hasta que conozco a alguien y ya me lo dejaste claro. No creas que eres mejor solo..

—No me creo, soy mejor. —Le interrumpo.

—Te crees muy acá ¿No? Pues la gente como tu es la que más odio, amigo.

—La repulsión que me provocas es la misma y no somos amigos.

Ella señala la calle.

—Saca tu trasero de Cabaré.

Sonrio y me dirijo al coche que me espera, pero antes de ingresar me vuelvo hacia ella, esta con los brazos cruzados y echando chispas por los ojos.

—La verdad suele doler.

Todo sucede muy rápido y lo próximo que veo es el hueco en la ventana del coche.

—¡¿Te volviste loca?!

Vuelve a arrojar una piedra y le apresuro al chofer para irnos, el coche arranca y me giro hacia atrás, observando a la mujer que se encuentra de pie observándome con chispas en los ojos.

Pero en lugar de fastidiarme, el encuentro me saca una sonrisa de no se donde.

Lucifer tiene un NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora