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Conrad:

Mi Ángel.

Mio.

Las palabras están ahí grabadas, repitiéndose y no se cuanto me duermo o como llego al lugar donde estoy cuando los ojos se me abren, pero si distingo el frio que recorre mi cuerpo.

Agua helada.

—¡Carajo!

—Se que quieres descansar, Conrad, pero te vomitaste encima  y no iba a dejar que...

Mierda.

Esta mujer cada día me sorprende más lo loca que esta.

—¿Qué pasa?—Ahora me ve preocupada.—¿Te entraron agua a las orejas? Lo siento, no quise...

—Al menos ya estamos a mano.

Se sorprende, pero enseguida una sonrisa se desliza por sus labios.—Parece que si.


(***)


Ashton se pone en papel de enfermera, me lleva a la cama después del "Baño" y busca la ropa entre mis cajones, estoy en bata, sentado en el filo de mi colchón y ella llega a mi con toda la ropa entre sus manos.

Hasta me ha conseguido calzoncillos, que humillante.

—¿Quieres comer algo? Solo bebiste cerveza y acabo de pedirle a Lola que se vaya a descansar, no quiso pero insistí.—Habla rápido.—Le dije que estas en buenas manos ¿Y vas a querer? Puedo hacerte una sopa de pasta con verduras.

—¿Echaste a Lola?

—Solo estorbaba.—Me responde y los ojos se me abren.—Sin ofender.

Niego con una sonrisa, me quito la bata de baño y ella me ayuda con la camisa, sus delicadas manos rozan mi torso y me la imagino de espaldas, con el culo levantado mientras recibe cada una de mis estocadas.

Recuerdo el sabor de su sexo en mis labios y como se arqueaba con cada presión que ejercía mis dedos en sus puntos sensibles.

Antes de que llegue al ultimo botón me aparto y ella sonríe.

—De acuerdo, parece que necesita privacidad, Señor Mondragón.—Se burla  y se aparta de mi.—Voy a preparar la sopa. 

No digo nada y después de una sonrisa, corre feliz hacia la cocina.


(***)


Las especias, junto a la cebolla y el ajo me hacen dirigirme hacia la cocina, la cual me deja paralizado cuando veo a la mujer de espaldas, la misma que ha desordenado la cocina, regado las especias sobre la encimera y ha dejado la macilla del mortero fuera de este regando el jitomate molido.

Ella se gira y termina botando un vaso, lo que me faltaba.

—¡Mierda!

Se inclina a recogerlo.

—No hagas eso.—La detengo llegando a su lado.—Te cortaras y será otro problema más.

Aleja la mano de los trozos de vidrio y ella misma viene con más utensilios para levantarlo y arrojarlo en el tacho de basura.

—Ya casi termino, siéntate ahí.—Me ordena y empieza a empujar mi espalda obligándome a avanzar.

La cabeza me pesa y hago lo que pide, mientras observo como termina la preparación de lo que sea que este cocinando, pero huele bien.

Lucifer tiene un NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora