Pérdida.

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De este modo, los años pasaron.
Durante estos, los encuentros entre Rhaenys y Visenya no cesaron. Cualquier excusa era buena para encontrarse. Rhaenys se había convertido en prácticamente una madre para Alynae, aunque para el mundo, la reina y ella eran sólo aliadas.

Laena se había vuelto muy cercana a Visenya, la visitaba cada vez que podía y se había convertido en casi una hermana mayor para Alynae.
De igual modo, las hijas de Laena adoraban a la reina. Siempre fue cordial, comprensiva y generosa con ellas. Ambas crecieron junto a Alynae, sintiéndose prácticamente como familia. Tanto Laena como sus hijas y Daemon habían estado varias veces en la fortaleza Escarlata, más allá del muro. Por consecuencia a su buena relación con Laena, su relación con Daemon también se estrechó. Convirtiéndose este en un buen amigo de la reina. Ambos tenían rasgos similares en su carácter que les hacían entenderse con solo una mirada.

Por otro lado, los lazos entre Rhaenyra y Visenya se estrechaban cada vez más. La princesa siempre vio una figura maternal en la reina pero esta se convirtió en una buena amiga y ambas estaban al tanto de las aventuras de la otra. La reina, conocía las aventuras de Rhaenyra con otros hombres y sabía quién era el verdadero padre de sus hijos. La misma Rhaenyra se lo había confesado. Por otro lado, Rhaenyra también conocía de la aventura entre la reina y Rhaenys. A medida que Rhaenyra creció, se habían convertido en la confidente más leal de la otra e incluso Rhaenyra había pasado largas temporada residiendo en Rocadragón junto a Visenya, también la acompaño a su fortaleza más allá del muro. Quedando fascinada ante su esplendor.

Rhaenyra se encontraba dando a luz a su tercer hijo, cuando Visenya fue avisada. Esta voló de inmediato a desembarco del rey, donde se encontraba la princesa. Para acompañarla en el parto. Su hija, quien ya tenía diez años, se quedó junto a Sand en Rocadragón.

Tras la visita a su amiga y pasar el día junto a ella, volvió a Rocadragón, encontrándose con Rhaenys.
—Cielo, no sabía que vendrías —le dijo bajando de Hydra y dándole un beso.
—Quería verte, y a Aly...
—Ella también quiere verte, está con Sand.
—¿Cómo está Rhaenyra? Nos han avisado del parto...
—Todo ha sido favorable.
—Me alegro.
—Sin duda lo es. ¿Noticias de Laena?
—Su hijo debe de estar al nacer también.
—Parece que por ahora tenemos buenas noticias...
—Nunca te lo he dicho, pero has sido una madre ejemplar estos años.
—No podía haberlo hecho sin ti. Bien lo sabes.
—¡Tía! —dijo Alynae corriendo hacia Rhaenys al verla. Esta la levantó y a abrazó, haciendo que en los labios de la reina se dibujara una sonrisa. —¿Vamos a volar? Iba a montar a Saphire —dijo Alynae refiriéndose a su dragona.
—Cariño, necesitamos mirar unas cosas del consejo. Pero si nos dejas un ratito...
—Claro mamá, os veré cuando terminéis —le dijo con una sonrisa y se marchó dirigiéndose a su dragón.

—La has criado bien.
—Tú también.
—El mérito es tuyo, vive contigo —dijo Rhaenys.
Ambas vieron como Saphire despegaba. Era una hermosa dragona de escamas como el hielo, del tamaño de Syrax.
—Desde luego es un dragón hermoso —dijo Visenya.
—Lo es. Todos lo son.
—Tienes razón. ¿Gustas algo? ¿Vino?
—Por favor...

Ambas entraron y tomaron una copa mientras se dirigían a la sala del consejo de Rocadragón.
—Has mentido a Alynae...
—Es una mentira piadosa. Quería verte a solas —dijo dándole un suave beso.
—Yo también a ti...

Tras un rato juntas. Rhaenys salió y subió a Meleys para volar junto a Alynae como le había dicho que haría.

El día pasó sin mayor impedimento. Mientras tanto. Al día siguiente llegó una noticia devastadora a Rocadragón.
—¿Estáis seguros de que es cierto? —preguntó la reina a sus le mensajeros.
—Totalmente mi señora.
—Por los dioses... Gracias. Necesito estar sola un momento.

Sand no tardó en llegar a la sala del consejo donde se encontraba Visenya. Esta, al verla, la abrazó y se derrumbó por completo.
—Me he enterado alteza, lo lamento muchísimo, sé que era como una hija para vos...

Dos días más tarde, la reina y su hija volaron a Marcaderiva para lanzar el ataúd de Laena al mar.
Visenya tomó la mano de su hija mientras esta trataba de contener las lágrimas. La que había sido una hermana para ella acababa de fallecer. Era algo a lo que aquella niña nunca había tenido que enfrentarse conscientemente.

Rhaena y Baela se encontraban abrazadas a su abuela mientras Vaemond decía unas palabras.
En una de las frases, Vaemond indicó que la sangre Velaryon era pura y no debía diluirse. Lanzando una indirecta a Rhaenyra y a sus hijos, los cuales era un secreto a voces que no pertenecían a Laenor.
En ese momento la reina y Daemon se miraron y este último rió para distraer la atención de aquella frase afilada como un cuchillo y atraerla hacia él.

Se tensaron las cuerdas del ataúd e hicieron que este cayera al mar.
Tras ese funeral. Todos subieron a uno de los balcones de Marcaderiva.

—Cariño, vamos con Rhaena y Baela. Necesitan todo el apoyo que podamos darles —le dijo Visenya a su hija.

Estas se acercaron a las niñas y ellas abrazaron con fuerza a la reina para después abrazar a Alynae.
—Quiero que sepáis, que mi casa es vuestra siempre que lo necesitéis, como lo ha sido siempre —dijo la reina y las niñas asintieron.

Rhaenys se encontraba dirigiéndose a tomar una copa cuando se topó con Rhaenyra. Ellas no eran amigas cercanas por decirlo de alguna manera. Por lo que se dedicaron una mirada, un pésame y no demasiado más.

Rhaenys llegó hasta donde estaban Visenya y las niñas. La reina hizo que su hija retrocediera unos pasos y Rhaenys abrazo con fuerza a sus nietas.
Tras decirles algo volvió a abrazarlas y se levantó dirigiéndose al muro de uno de los balcones.
Visenya hizo una señal a su hija para que se quedara junto a las niñas y fue tras Rhaenys.

—Sé que ya te lo he dicho... Pero lo lamento muchísimo...
—No debes... No es culpa tuya. No tuviste nada que ver...
—Es cierto, pero eso no lo hace menos doloroso.
—Tienes razón... Un hijo jamás debería irse antes que una madre.
—Eso es cierto —dijo la reina mirando a las niñas quienes ahora se encontraban acompañadas de los dos hijos mayores de Rhaenyra. —¿Quieres que me quede esta noche?
—Sí... Sabes cuál es tu habitación aquí. Alynae puede quedarse en el habitación de las niñas si así lo desea... Sé que son como hermanas.
—Se lo diré. No dudo en que querrá estar con ellas.

EL OTRO REINO (Rhaenys Targaryen) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora