Heredera.

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Tras una semana, tan rápido como la reina terminó todo lo que debía hacer. Ella y Rhaenys se dispusieron a volver a Poniente.
—Al salir de mis tierras y llegar al continente de poniente, en el desierto de hielo, es un trecho peligroso. No os separéis de mí, por favor...
—Descuidad.

Ambas subieron en sus respectivos dragones. Visenya lo hizo con aquella niña en sus brazos. Sobrevolaron el lugar y llegaron a aquel desierto helado tratando de pasarlo lo más rápido posible.
Tras muchas horas y cruzar el muro, ambas llegaron a aquella casa en la que habían residido durante su ida. Pero esta vez pasaron de largo. No querían distracciones. Solo llegar a Rocadragón para descansar.

Tras un vuelo cansado las dragonas de ambas aterrizaron en Rocadragón y Sand salió corriendo a recibir a su reina.
—Alteza —dijo disponiéndose a abrazarla cuando vio el bebé que cargaba.
—Sand... —dijo Visenya abrazándola. —Os lo explicaré pero por favor llévadla dentro y ordenad a las doncellas que alimenten a la heredera.

Esas palabras descolocaron a Sand por completo pero hizo lo que la reina le había pedido y esta quedó a solas con Rhaenys.
—¿Pasaréis la noche aquí?
—Apuesto a que Corlys ya ha visto a Meleys... ¿Os supieron a poco estas noches?
—Realmente sí...
—Venid mañana, traed a Alynae. Laena adora los niños... Y vos podréis decir a mi marido que no tengo ninguna aventura con nadie de vuestro consejo.
—Y que formáis parte de él... —dijo acariciando su rostro.
—¿Lo hago?
—Declararía la guerra si vos me lo pidierais... Ya tenéis más poder de decisión que mis consejeros... —susurró cerca de sus labios, labios los cuales Rhaenys nos tardó en unir a los suyos.
—¿Lo decís solo para que me quede? —rió.
—No, sé que debéis iros. Supongo que os veré mañana.
—Lo ansío.
—Y yo.

Rhaenys entró y se despidió de Alynae.
Tras salir de nuevo, Visenya le dio un profundo beso antes de que subiera a Meleys para marcharse.
Cuando Meleys emprendió el vuelo, las observó viendo cómo se alejaban.

—Creo, mi señora, que tenéis algo que contarme —dijo Sand cuando su reina volvió.
—Hablemos en mi habitación —dijo haciendo que Sand la siguiera.
—Las doncellas la han dormido y han colocado una cuna en vuestra habitación.
—Que eficientes... Y rápidas...
—Se parece a vos... Lo que no entiendo es... ¿Cuando?
—Me viene maravillosamente bien que se parezca a mí dado que no es mía...
—Disculpad ¿qué?
—La rescaté de un incendio —dijo entrando a su habitación viendo a la bebé dormida. —¿Os acordáis de los bárbaros? Trataron de tomar Rocadorada... Toda su familia murió...
—Ha sido idea de Rhaenys ¿cierto? El quedárosla...
—Algo así.
—Os quiere, lo veo en sus ojos.
—Por desgracia yo también a ella, es mi penitencia... Amar a una mujer casada con el señor de las mareas...
—¿La amáis?
—Ojalá poder deciros que no, Sand... En la fortaleza Escarlata dijimos... Que Alynae tendría dos madres. Aunque para el resto del mundo Rhaenys fuera solo una buena amiga mía...
—Este mundo aún es cruel...
—Ciertamente lo es... Por eso me viene bien asegurar el trono.
—Seréis una gran madre, alteza. Estoy convencida de ello.
—¿Eso creéis?
—Totalmente.

Visenya miró a esa niña a la que ya quería muchísimo.
—Mañana iré a visitar a los Velaryon.
—Tened cuidado... ¿Necesitáis que...
—No será necesario. Tomaos el día libre, debéis estar agotada después de haberos dejado esta semana. Podéis pedir que mis barcos os lleven a la ciudad si queréis. Yo pediré a una doncella que vaya en barco y se ocupe de Alynae.
—Me quédate aquí alteza, pero aprovecharé para dar un paseo, darme un baño y relajarme.
—Pedid a la doncellas que os den un masaje, podéis usar alguna de mis piezas de oro para pagarles.
—No es...
—Claro que es necesario Sand, sois como mi hermana. Aunque seáis mi consejera, debéis descansar y daros algún lujo.
—Gracias.
—No hay de qué.

EL OTRO REINO (Rhaenys Targaryen) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora